19 de Diciembre de 2025
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Migración forzada en Veracruz

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  • Jóvenes son desplazados por la violencia

Redacción

Xalapa

La migración forzada por violencia en Veracruz no es un fenómeno nuevo, pero sí uno que permanece invisibilizado. Así lo advierte el investigador y profesor de la Universidad Veracruzana (UV), Carlos Alberto Garrido de la Calleja, en su más reciente publicación Veracruz: Tierra de Migrantes, donde recopila testimonios de estudiantes que han tenido que abandonar sus lugares de origen para salvaguardar su vida.

Uno de esos testimonios es el de Alejandra, estudiante universitaria que, junto con su familia, fue desplazada de manera forzada desde la región de Córdoba-Orizaba tras ser víctima de amenazas y violencia vinculadas al cobro de piso. Su historia, lejos de ser un caso aislado, refleja una problemática estructural que atraviesa al estado y que, hasta ahora, no ha sido atendida de manera efectiva por las instituciones.

Desplazados por violencia: una categoría no reconocida En entrevista en el marco del día internacional de las personas migrantes, Garrido de la Calleja subraya que en México —y particularmente en Veracruz— la migración interna suele explicarse como una decisión individual o coyuntural, cuando en realidad responde a violencia”, señala.

La falta de reconocimiento jurídico de esta población tiene consecuencias directas. Quienes huyen de sus comunidades no son considerados sujetos de derecho, no cuentan con protección legal ni con acceso a mecanismos de atención integral. “En México no existe una ley de desplazamiento interno, lo que coloca a estas personas en una situación de indefensión total”, advierte el investigador.

El caso de Alejandra: huir para sobrevivir Alejandra y su familia tuvieron que abandonar su hogar y su fuente de ingresos de manera abrupta, saliendo prácticamente con lo que llevaban puesto. Ante el riesgo inminente, Xalapa se convirtió en su destino, no por elección, sino por necesidad. “Es una migración forzada, emergente, que se da dentro del propio estado”, explica Garrido.

De acuerdo con el académico, situaciones similares se repiten en regiones como Pánuco, Poza Rica, CórdobaOrizaba y el sur de Veracruz, donde familias enteras se ven obligadas a desplazarse para proteger su vida. En ese contexto, Xalapa se ha configurado como una ciudad de refugio, tanto para población desplazada interna como para migrantes internacionales.

Aunque muchos de estos jóvenes logran continuar sus estudios, el desplazamiento forzado deja efectos profundos. Garrido identifica tres impactos principales en estudiantes desplazados: emocionales, económicos y académicos.

En el ámbito emocional persisten el miedo, la ansiedad y el trauma derivados de la violencia vivida. En lo económico, la pérdida del patrimonio familiar obliga a depender de redes de apoyo o del empleo informal. En lo académico, estas limitaciones se traducen en rezagos, dificultades de integración a la vida universitaria y, en algunos casos, abandono escolar.

“Están en las aulas, pero no son observados”, resume el investigador, al advertir que las universidades mexicanas carecen de protocolos específicos para identificar y atender a estudiantes en situación de desplazamiento interno.

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