24 de Septiembre de 2024
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Don Régulo Sánchez lleva 45 años como fabricante de arpas    

 

 

 

 

 

 

 

ANTONIO VILLAGRÁN/AVC NOTICIAS

CERRILLOS DE DÍAZ, ALTO LUCERO

Don Régulo Sánchez tiene 45 años como fabricante de arpas y jaranas en Cerrillos de Díaz, las cuales dan la vuelta al mundo.

Satisfecho por una vida en la música, expresa que la última de sus arpas ya está en la India, y las otras andan por España, Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, Tlacotalpan, Xalapa o Veracruz.

Entrevistado en el marco del 22 Festival Internacional del Arpa de Cerrillos de Díaz, recuerda que se inició como fabricante de estos instrumentos sin que nadie le enseñara y principalmente a petición de su pequeño hijo Adán, que a los cinco años le nació el gusto por la música y un día le pidió un arpa como la de un vecino.

Como no había dinero para comprarla, pues el mismo la fabricó, con materiales que trajo del campo, con un machete, un martillo y alambrón: “Le dije, mira, ya está hecha, mal hecha y fea, pero ahora de ti depende si quieres aprender…”.

Don Régulo ya era músico y tenía presentaciones por el país, y a los siete años, Adán ya tocaba varios sones, y se lo llevó a giras como músico por varios puntos del país: “Vi que tenía talento, que no se salía del tono, y le dije: Te vas conmigo a Cancún y Cozumel, a su primera gira, y empecé a trabajar con él aunque al arpa no le llegaba”.

Tras varios años viajando, un día su esposa le dijo: “Oye, ya no haces parada aquí, búscate un trabajo” y coincidió que un día gente de Xalapa lo invitó a enseñar a los niños a fabricar instrumentos, pese a no ser laudero de verdad.

“Un compañero de trabajo me echó de cabeza, les dijo que se buscaran un laudero de verdad, pero mi esposa me dijo: demuéstrales que si sabes”.

Y así fue como empezó a fabricar arpas, sin que nadie le enseñara como hacerlo, y quedó tan bien que su primera arpa la vendió en aquellos tiempos en cinco mil pesos, instrumento que ya ubicó donde se encuentra y piensa traerla de vuelta.

“He tenido la bendición de Dios que mis arpas están en España, Francia, Alemania, Japón, muchos países, en Michigan, Oregón, Ciudad de México, Xalapa o Tlacotalpan”.

Su último arpa, que está en la India, refiere que es tipo celta y cuando lo contrataron para hacerla, fue con la condición de que no se tocara, que el primer toque fuera en aquel país y con la música de allá.

“Aprendí solo a hacer las arpas, sin que nadie me dijera como hacerlo, mi abuelo tocaba el arpa, yo era un niño de cinco años, aquí barnizamos, cepillamos la madera, aplicamos el tinte que gusten, hacemos clavijas, pernos, fundas, entregamos el arpa lista para trabajar”.

La elaboración de sus arpas tarda de 15 a 25 días, o de un mes 15 días si la piden con grabados, y su costo es de aproximadamente 27 mil pesos, dependiendo de las características.

“Para que las arpas tengan buen sonido es necesario que la madera tenga de preferencia seis años, para que esté bien reseca, luego me dicen: Oye Régulo, suena precioso, son secretos que se aprenden con el tiempo”.

“Si me hablan de varios países es porque les gustó el arpa, si no, me dirían: Ya no te compro nada, uno trata de hacer algo bueno, que funcione y que dure, porque si vas a hacer un instrumento que en dos años ya no sirva, pues no, el trabajo hay que hacerlo bien hecho para ser bendecido por los amigos y también para que tenga muchos clientes…”.


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