REDACCIÓN
NARANJOS
En el sentido charro de la palabra, colear es derribar a una res o una bestia caballar en plena carrera, tirándole del rabo. La suerte se efectúa corriendo paralelos el caballo y el animal que se va a colear, ya sea al lado de un corredero, pero también en campo abierto, en un lienzo charro y hasta en una plaza de toros.
La coleada siempre estuvo reservada a los hombres, tal vez por la fuerza que se requiere para dominar al animal, sin embargo, en la actualidad las mujeres también le entran a la ejecución de ese tipo de suerte, como lo afirmó Cecilia Guadalupe Islas Zamora, integrante del equipo de Rancho El Rodeo de Poza Rica y la escaramuza Palomas del Rodeo.
Lupita Islas dio muestra de sus habilidades en el Gran Torneo Charro Arq. Juan José Castillo Cuz, efectuado el fin de semana en esta ciudad. “Desde pequeña ayudaba a mis hermanos y de ahí me nació el gusto por el coleadero; lo aprendí desde pequeña y en 2016 participé coleando en la primera charreada, de las cuales han venido muchas más”, expresó la joven.
Dijo pertenecer a la organización Más mujeres charreando que encabeza Paola García Cordero, de Charros El Pedregal, que el año pasado impulsó el primer coleadero de parejas no oficial en el que incursionó el género femenino. “El gusto por la charrería lo heredé de mi padre, que a su vez lo heredó de mi abuelo”, reveló la bella amazona.
Señaló puntualmente que su objetivo no es competir ni desplazar a los hombres en el arte del coleadero, sino fortalecer la convivencia entre ellos y ellas. “Muchos esperan ver a las mujeres vestidas de Adelita y montando sus caballos; es común verlas en las escaramuzas, pero ahora también hacemos lo que antes sólo los varones hacían”, destacó.