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XALAPA
Como resultado de un trabajo extenuante y continuo que se prolongó por tres semanas, estudiantes de la Facultad de Antropología hallaron vestigios arqueológicos importantes de diversas culturas prehispánicas, principalmente de la totonaca y olmeca, en la comunidad El Viejón, municipio de Actopan.
Este descubrimiento da continuidad a la labor iniciada en 1951 por Alfonso Medellín Zenil, arqueólogo fundador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Museo de Antropología de Xalapa (MAX), quien halló e investigó La Estela de El Viejón, asociada a la cultura olmeca, que data de los años 400 y 900 d.C.
En una extensión aproximada de dos kilómetros de este a oeste, y tres kilómetros de norte a sur, los alumnos de la Licenciatura en Arqueología, quienes cursan la experiencia educativa (EE) Seminario de Investigación, a cargo de Rodolfo Parra Ramírez, lograron identificar entre 45 y 50 montículos que, por su tamaño y dimensión, (entre uno, 10 y 30 metros de largo), podría decirse que en ese sitio predominó un asentamiento de gran importancia.
Los universitarios trabajaron en torno al proyecto denominado Proceso y desarrollo de las sociedades prehispánicas en El Viejón, Veracruz, cuyo objetivo fue recabar información respecto a los asentamientos antiguos y precolombinos en un área de alrededor de seis kilómetros cuadrados.
Además, se buscaba identificar el lugar preciso donde había sido hallada La Estela de El Viejón, pues se había perdido en la memoria. Resultado de lo anterior, en este espacio geográfico pudieron apreciar zonas de actividad humana relacionadas con la parte administrativa, un puerto prehispánico, así como de juego de pelota, con una extensión de 60 metros de largo.
Rodolfo Parra comentó que el 6 de enero de 2023 iniciaron esta actividad con base en los objetivos y propuestas planteadas ante el Consejo Nacional de Arqueología.
El desarrollo de una investigación arqueológica requiere, entre otras cosas, un permiso especial, de lo contrario se violaría la ley, dijo.
Una vez avalado el proyecto por parte de los integrantes de este organismo (en octubre de 2022), dieron aviso a las autoridades municipales y militares de la labor que emprenderían. Asentamientos humanos prehispánicos o pretéritos “No precisamente los asentamientos humanos pertenecen a un mismo periodo o a una misma cultura”, expresó el académico al reconocer el trabajo, entusiasmo e iniciativa de sus estudiantes al realizar por primera vez esta práctica de campo, en la que hallaron una gran cantidad de piezas revueltas y elaboradas con diversos materiales y materias primas.
La mayoría, a base de lítica tallada y pulida (cuando se esculpe y da forma), también cristales naturales con los cuales los hombres del pasado hacían artefactos como navajas, punzones, lascas. Con la lítica pulida elaboraban instrumentos para procesar alimentos, entre ellos: manos y fragmentos de metate.
Por el momento, desconocen a qué cultura pertenecieron con precisión. Sin embargo, en cuanto a la temporalidad, las piezas de color rojo se asocian a un periodo cultural clásico, que va del año uno al 900 d.C. Otros materiales, específicamente más oscuros o negros, son del preclásico, alrededor del 500 a.C.
En este caso serían mucho más antiguos que los demás. Se sabe también que esta región tuvo influencia teotihuacana y olmeca, y totonaca en tiempos más recientes, en el posclásico y siglo XVI. “Podemos hablar de una presencia humana culturalmente olmeca, teotihuacana, coexistiendo en un mismo periodo y tiempo nahuas, mexicas, aztecas y totonacos.”
A eso hay que sumar la parte histórica de los europeos, que por vez primera tocaron tierra continental en la Villa Rica de la Vera Cruz, indicó el arqueólogo, quien también imparte las EE Historia del Pensamiento Antropológico, y Orígenes de la Civilización.
Como parte de dicha labor etnográfica, los estudiantes aprendieron a tomar nota y cómo acercarse a un informante o colaborador.
Llevaron sus cédulas de registro, diario de campo y conocimientos sobre la normatividad del patrimonio arqueológico.
Durante las tres semanas que permanecieron en El Viejón, brindaron pláticas a alumnos de secundaria sobre el estudio antropológico, así como talleres de dibujo, con el fin de dejar una huella positiva en la comunidad.
“Esta primera temporada es el principio de muchas otras cosas que esperamos cumplir por el bien de la comunidad, queremos hacer una réplica de La Estela de El Viejón, llevarla para que la tengan bajo su resguardo y no se pierda esa memoria.”
El profesor destacó el trabajo de Alfonso Medellín Zenil en esta zona, cuando la arqueología de esos tiempos era diferente. Hoy en día se plantean otros objetivos, a partir del conocimiento acumulado de investigaciones arqueológicas y de la tecnología.
Personas mayores rememoraron cómo trabajaron con Alfonso Medellín Rodolfo Parra narró que si bien mucha gente de la comunidad desconocía este descubrimiento, en esa visita dialogaron con adultos mayores que no sólo recuerdan el momento del hallazgo, sino que trabajaron hombro a hombro con el profesor Medellín Zenil, lo cual fue muy importante para los fines de la investigación.
Ellos ubicaron y les mostraron el lugar preciso donde fue localizada, la manera cómo se excavó y recolectó cierta información, “fueron varias unidades de excavación”.
Es importante destacar que después de haberse encontrado, la pieza arqueológica permaneció 10 años en el poblado hasta que fue trasladada al MAX para su resguardo. En ella está plasmada una escena en la que dos personajes llevan a cabo un posible rito agrícola.
“Ha sido importante en la bibliografía arqueológica porque uno de ellos porta una espiga de planta de maíz en su mano derecha, por lo que muchos especialistas, entre ellos, Alfonso Medellín, lo interpretó como el Dios del Maíz.”
Precisó que, después de ese proyecto realizado a mediados del siglo pasado, en la UV no había sido retomado el trabajo iniciado por Medellín Zenil. Es conocida la labor de arqueólogas y arqueólogos del INAH, pero en otros sitios cercanos a El Viejón. Incluso, no está reportado algún otro proyecto o salvamento arqueológico por parte de esa institución.
“Nosotros lo vamos a reportar por vez primera con esta cantidad descomunal de edificios y con este tamaño inmenso para una ciudad prehispánica o asentamiento prehispánico.”
Sergio Neri Galán Rodríguez, alumno de cuarto semestre, participó en la recolección del material durante la prospección o análisis de superficie, y compartió su experiencia en esta expedición, de las horas de caminata sobre la base de estudio aún no excavada.
“Fue una experiencia enriquecedora, más de lo que esperábamos, se recolectó mucho material, disfruté la convivencia con la comunidad y les brindamos pláticas acerca de la importancia del patrimonio.”
Amiel Aguilar Aldama dijo que todas las piezas halladas en El Viejón (en la parte vieja o antigua) se quedarán en el Laboratorio de Arqueología de la Facultad de Antropología, para hacer un análisis y determinar qué materiales emplearon en su elaboración, y definir una temporalidad. “Necesitamos saber qué tipo de cerámica es.
La mano de metate muchas veces la utilizaban para la molienda y el proceso de alimentos, al igual que la lítica tallada que es la obsidiana.”
Amiel expresó la motivación que le dejó esta primera práctica de campo, pues se le puede dar continuidad al proyecto y obtener mejores resultados, aunque recordó que quedaba exhausta después de cubrir una jornada de 7:00 a 14:00 horas, pudo reafirmar su gusto por esta disciplina.
Para Diana Kelly Silva Hernández, escuchar las experiencias de vida de los adultos mayores y de los integrantes de la comunidad fue algo importante y valioso, pero de igual forma disfrutó de la expedición alrededor del terreno, a pesar de que en ocasiones era intransitable y había áreas electrificadas, o animales silvestres que representaban un peligro.
“Todo era boscoso, pero eso no nos impidió encontrar el sitio y hallar todo el material. Esta primera práctica superó mis expectativas, me hizo ver que la Arqueología me gusta mucho.” Y agregó: “Queríamos respuestas y nos surgieron más dudas. Vamos a ver cuál era el objetivo de ese asentamiento”. En tanto, José Genaro Soto Hernández expresó que se trató de una experiencia única, pues desde su arribo a la comunidad se sintió identificado con la gente.
“Hice muchos amigos, en campo va uno cansado de la jornada, pero un descubrimiento te recarga de energía, te motiva a seguir adelante, es una satisfacción muy grande. Allá nos olvidamos de la familia, eres tú y tus compañeros. Te topas con paisajes, manglares, playa, planicies, cerros, ríos, arroyos, vegetación, muchos tipos de aves y árboles monumentales”, agregó.
Ernesto Alonso Mikel está en el proceso de titulación, por lo que su interés en el proyecto arqueológico es titularse a partir de una investigación científica.
“La experiencia me pareció totalmente didáctica, ir a campo a recolectar estos datos, comparar el material, los minerales, las piedras, todo ese proceso aún no se concluye, se analizará aquí en laboratorio.” Paola Monserrat Yáñez Reyes indicó que el sitio arqueológico más grande se ubica en la zona de El Viejón Viejo.
“Vimos tres montículos grandes que daban el aspecto de una plaza, pero entre más exploramos la zona descubrimos más montículos, algunos de ellos conectados, también un juego de pelota y, al final, 45 montículos.”
Por ello, portaron un GPS para registrar sus pasos mientras rodeaban los montículos. De esta manera generaron un croquis; trasladaron los datos a un programa de cómputo donde observaron los dibujos ya trazados y lo exportaron a Google Earth para identificar la ubicación real de los montículos.
“El problema es que no se pueden observar en cualquier programa porque es una zona boscosa, y con esto podemos tener la vista satelital. Este proyecto me ayudó mucho porque ahora me siento más preparada para poder ir a otros lugares a hacer prospección.”