*El autor del libro Antiguas familias naolinqueñas, Jaime Cuevas Escobar, documentó el arte religioso del municipio
Naldy Rodríguez
Xalapa
Naolinco, municipio asentado en la zona montañosa de Veracruz, cuenta con una gran riqueza de arte sacro. Se trata de construcciones, esculturas, litografías, figuras religiosas, libros misales y hasta bolos que datan del siglo XVI al XIX.
El autor del libro Antiguas familias naolinqueñas, Jaime Cuevas Escobar, se dio a la tarea de documentar el arte religioso con el que aún cuenta Naolinco, sus iglesias, capillas y algunas familias, en general en buen estado, aunque han tenido algunas restauraciones realizadas por inexpertos.
En antaño, Naolinco era misticismo y religión. Toda su población se volcaba con gran devoción en los eventos relacionados con la iglesia católica, sobre todo si de acostar al Niño Dios se trataba.
“Se transformaba Naolinco en misticismo, desde la casas a dos cuadras se escuchaba la música. Era de verdad emocionante”, relata sobre la tradición de acostar al Niño Dios, en entrevista para El Heraldo de Xalapa.
La investigación del abogado y oriundo de Naolinco está dividida en seis secciones: Arquitectura, esculturas, litografía, la tradición del Niño Dios, Bolos y los libros misales.
En arquitectura, la capilla de la Virgen de Guadalupe, antes del Rosario, es una construcción que data del siglo XVI con el sello de los franciscanos. Como dos siglos después se amplía la edificación con el templo de San Mateo, que tenía elementos de altura mayor e iluminación.
“La característica lleva a concluir que se trata del siglo XVI, muros anchos, iluminación escasa, de una sola nave y cúpula pesada”.
Cerca del año1731 se construyó la torre, porque era un fenómeno general que primero se edificaba la nave con la cúpula, el curato y luego las torres, explicó.
Un elemento que desapareció fue el atrio en el año 1920, por así convenir a los intereses de los habitantes en ese tiempo, sin embargo, se conservan las tres entradas monumentales, pórticos altos y el ciprés del templo (construcción de tres cuerpos y arcos).
La amplia investigación en arte sacro también incluye las esculturas y litografías de esa época, la mayoría traídas de Europa. Pero hay algunas que destacan porque fueron realizadas por habitantes de Naolinco en un estilo puro clásico.
“Tío Caracha”, como se le conocía en Naolinco, llegó a tallar en madera dos piezas importantes y clásicas: San José y San Mateo, cerca del año 1890. Su estilo realista aún se puede admirar en Naolinco.
En ese municipio cercano a la capital del Estado, aún existen familias antiguas que conservan litografías y cromolitografía, la mayoría provenientes de una casa impresora francesa y alemana.
“La mayoría de esas estampas son alemanas, suizas, francesas y españolas. Algunas son muy hermosas y se conservan en las familias antiguas de Naolinco”, confirmó Cuevas Escobar.
Persisten las tradiciones
En un municipio profundamente religioso, las familias y las propias iglesias cuentan con un importante acervo de figuras de Niños Dios, las más antiguas talladas en madera, cera, porcelana y ahora en cerámica.
Las figuras están acompañadas de la tradición de acostar al Niño Dios que se ha rescatado a través de cientos de año, “hay una foto de esa festividad que debe corresponder a 1925”. En esa época era un acontecimiento que no tenía comparación.
Días antes del 24 de diciembre, el párroco escoge la madrina, quien sale a la calle a invitar a niñas para que la acompañen en la procesión. A las pequeñas se les conoce como las alumbradoras pues recorren el pueblo con cirios o lámparas, mientras la música de la banda va sonando al unísono de los cohetes.
Los Bolos, esos recuerdos que corresponden a los bautizos de los niños también se encuentran documentados por el naolinqueño. Forman parte de la historia, pues era una tradición religiosa muy arraiga en la que los padrinos se comprometían a ser como segundos padres y lo cumplían.
“Los bolos tienen su estilo, impresos, motivos en troquel, una belleza. También corresponden a finales del siglo XIX. Son valiosos como documentos y evidencia de la religiosidad en la comunidad de Naolinco”, subrayó el entrevistado.
Los libros misales, textos done los fieles católicos podían seguir la homilía, también son documentos que se conservan en Naolinco. Algunos datan de 1849 y otros son de años posteriores. Su confección era europea.
La investigación de Jaime Cuevas Escobar está a la espera de ser publicada. Y aunque ya ha tocado varias puertas, hasta el momento no ha encontrado eco para preservar la memoria histórica de un pueblo que se niega a perder sus costumbres y tradiciones. Y también para mejorar las condiciones del arte sacro que aún se conserva en las capillas.
Si bien la arquitectura, esculturas e imágenes están cuidadas en general, han sido intervenidas –en algunas ocasiones- por restauradores sin experiencia; “se diría que sí se trata de restaurar que se busque profesionales”.
“Tiene un año de terminado el trabajo y estamos tocando puertas para la impresión del trabajo”, añadió el investigador.