3 de Diciembre de 2024
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas

LA VIOLENCIA VICARIA EN EL ÁMBITO RURAL

Columna Lorena Piñon

Lorena Piñón Rivera

En los rincones de las comunidades rurales de Veracruz, existen lazos y modos de convivencia que trascienden el tiempo y la distancia. Sin embargo, en este tejido de la vida cotidiana, a menudo nos enfrentamos a sombras que oscurecen el camino de la sociedad y de las familias. Una de esas sombras, la violencia vicaria, se entrelaza en nuestras vidas de maneras que para algunos les parecen imperceptibles o como algo “normal” que debe ser tolerada a pesar de las angustias y los resentimientos que se alientan en los hijos menores de edad.

La violencia vicaria, un concepto que a veces parece distante, es más cercana de lo que pensamos. Para explicarla en el entorno cotidiano, la violencia vicaria se manifiesta cuando las dificultades en el hogar, los conflictos no resueltos, se convierten en una sombra que se cierne no solo sobre las mujeres, sino también sobre los descendientes que son utilizados como un instrumento de venganza al promover el desapego de la madre. Este fenómeno nos afecta, impactando la esencia misma de nuestras relaciones familiares.

En el campo, se enfrentan desafíos que, en ocasiones, se vuelven abrumadores. La violencia vicaria puede surgir cuando las tensiones en casa generan un peso que se transmite a nuestros hijos e hijas. Los niños, lejos de ser simples espectadores, se convierten en víctimas. La tristeza, la confusión, la necesidad de alejarse para protegerse son respuestas comprensibles ante un entorno marcado por la violencia vicaria. La carga emocional que llevan consigo se convierte en un pesar compartido por toda la familia.

Las mujeres tenemos derechos, no es tolerable la manipulación que persiste en la visión machista, tenemos el poder de cambiar este patrón. Podemos romper las cadenas de la violencia vicaria al abrazar la comunicación abierta y buscar soluciones pacíficas o acudir a las autoridades cuando de plano hay manifestaciones de violencia y desprecio. Al mostrar a nuestros hijos e hijas que hay una alternativa, que la resiliencia es posible, creamos un cambio fundamental en el tejido mismo de nuestras vidas.

Las mujeres que viven en el ámbito rural son más susceptibles de sufrir este tipo de abusos, pero no estamos solas en este viaje. Compartiendo nuestras experiencias, aprendemos a tejer una red de apoyo que trasciende el dolor y la adversidad. Juntas, somos más fuertes y podemos superar cualquier sombra que amenace con oscurecer nuestro horizonte.

La violencia vicaria describe cómo ciertas acciones dañinas pueden afectarnos no solo a nosotras, sino también a los pequeños a los que se les envenena la conciencia. Si nuestros hijos e hijas se sienten obligados a tomar partido en los problemas de los padres, pueden cargar con un peso emocional que afecta su bienestar. Por ello no dudemos en pedir ayuda y en denunciar ante las autoridades a los agresores. La violencia vicaria es una conducta que las leyes sancionan para proteger a las víctimas. @lorenapignon_      Diputada federal