¡ADELANTE!
El más lucrativo negocio del mundo
José Valencia Sánchez
Si todos los servidores públicos cumplieran con la ley y administraran con honradez, eficiencia y eficacia los recursos en beneficio del pueblo, este país saldría del atraso en que se encuentra inmerso.
Si ello ocurriera, habría seguridad, empleo, salud… y felicidad.
No es un sueño fantasioso ni imposible. En países, donde en tiempos pasados también vivieron en la miseria, gozan hoy de comodidades, servicios y prestaciones dignas.
Lo correcto, legal, ético e ideal sería que cada gobernante, léase alcalde, gobernador o presidente de la república, exigiera rendición de cuentas a su antecesor y a los funcionarios salientes, y a quien se le comprobara algún delito patrimonial o de cualquier índole, se le enjuiciara, encarcelara y obligara a reparar el daño.
De vez en cuando se procesa a políticos de alto y mediano rango por disponer de fondos públicos y más tardan en entrar en prisión, que en recobrar su libertad luego de pagar millonarias fianzas con el mismo dinero que robaron del erario, o sea, con nuestros impuestos.
Aparentan los gobiernos voluntad de aplicar la ley para combatir la corrupción, cuando en realidad ejecutan venganzas contra adversarios o enemigos personales, en una enmarañada red de inconfesables alianzas y complicidades en las cúpulas del poder político y económico.
¿Cuántos presidentes de la república, gobernadores, alcaldes y funcionarios de distintos niveles merecen prisión por haber violado la ley y desviado los recursos del pueblo, para beneficio propio y de sus aliados?
Serían insuficientes los reclusorios para encerrarlos, pero las cuantiosas fortunas recuperadas bastarían para resolver infinidad de problemas sociales y rescatar de la pobreza a millones de mexicanos, hoy sin empleo y con hambre.
Usted, estimado lector, ¿conoce a un político pobre? No, porque en México la política es el negocio más lucrativo del mundo. Saquean, saquean y vuelven a saquear y no pasa nada, salvo las excepciones que confirman la regla y como para “taparle el ojo al macho”.