Hoy nos envuelve un tenso ambiente de magnificados y a veces infundados rumores o verdades escalofriantes. A cada rato circulan versiones de tiroteos, amenazas, secuestros, extorsiones, apariciones de ejecutados y toda laya de noticias inquietantes a pesar de los operativos de las fuerzas de seguridad.
El avance de esta ola delincuencial no es privativa de Xalapa y de todo Veracruz, pero ello no es consuelo ni argumento suficiente para tranquilizar a las familias de esta capital.
En este escenario de zozobra e incertidumbre flotan ciertas preguntas:
¿Xalapa recuperará algún día la calma de aquellos tiempos idos? ¿Acaso los criminales superan en armamento y equipo a las corporaciones policiales? ¿Quién no ha sido víctima de la delincuencia en cualquiera de sus modalidades?
La gente no se siente segura en su domicilio ni en la calle. No sólo los ricos son secuestrables, cualquiera puede ser levantado para exigir rescate por su libertad.
Muchos medios de comunicación de plano han decidido no difundir informaciones sobre enfrentamientos y asesinatos relacionados con las mafias, por precaución o miedo de sufrir represalias de parte de los propios maleantes.
Deseamos con fervor un milagro divino, conjuro mágico o la intervención directa y eficaz de los gobiernos estatal y federal para recobrar la seguridad de los mexicanos, incluidos Veracruz y su capital, Xalapa.
No es mucho pedir, ni tarea fácil. Tampoco imposible.