Ya es historia pero recuérdese, en la sucesión presidencial se escondía al candidato con el festivo remoquete de “El tapado”. Quien infringía las reglas corría el riesgo de ser descalificado por acelerado.
Nadie en su sano juicio hablaba de sus aspiraciones y sus declaraciones eran siempre sesgadas y eludiendo aceptar cualquier insinuación sobre el tema. Así transcurrieron muchos años y era una especie de esgrima verbal, negar lo obvio y no confesar las intenciones para lograr un puesto de elección popular.
A finales del siglo pasado, cuando en el país se generalizó hablar de pluralidad, libertad de expresión, derechos humanos y demás atributos de una sociedad que anhelaba un real cambio político, comenzaron a vislumbrarse hechos concretos rumbo a una postergada democratización. A medida de que ésta fue cristalizando cambio el enfoque y del anatema de la foto fija se pasó al lado totalmente contrario de la práctica de la inmovilidad, había que pasar al video donde las imágenes son movimiento puro.
Luego entonces era necesario moverse para estar en el juego político y aspirar en consecuencia a lo anteriormente negado. Obligó este cambio de estrategia, al respetarse el voto, después de una afortunada reforma electoral, a que el país se comenzara a democratizar y los demás partidos, todos, abrieron y obligaron a abrir las posiciones de los eventuales candidatos.
De este modo nadie quiso esconder sus intenciones y la dinámica política se modificó sustancial y rápidamente. Ninguno quería permanecer ajeno a que se ignorara su propósito. La vieja estrategia del PRI cayó en el desuso.
Por lo mismo, las cosas en la actualidad son diferentes. Quien no declara su intención de llegar a obtener una candidatura y al triunfo electoral a una posición política, queda en desventaja frente a adversarios que sí manifiesten sus aspiraciones. Es el juego político de hoy, en estos días así lo quieren los votantes. Lo exigen las nuevas maneras de entender y practicar la política.
Po ello llama poderosamente la atención que un senador de Veracruz, Héctor Yunes Landa, que se manifestó como abierto aspirante a ser candidato a la gubernatura del Estado, haya sido criticado y señalado como adelantado cuando todos los demás aspirantes al mismo cargo, de un modo u otro también hacen lo propio.
Quizá para quienes se sorprenden y critican estas nuevas formas de manifestarse, consideradas antes como suicidios políticos, hoy tengan una explicación y justificación, ya que la competencia a que obliga la democracia indica que, el electorado debe saber quiénes son los aspirantes por los cuales eventualmente podrá votar. No importa que no sean tiempos electorales, contra lo que expresa el senador José Yunes Zorrilla.
Desde luego el paisaje humano en este momento es uno y otro muy diferente será cuando se integre el año próximo la Cámara de Diputados federal pues ahí, sin duda habrá sorpresas. Falta ver cuáles personajes de la política local accederán a esos cargos de representación popular, lo que, en lenguaje político los vuelve pares de los actuales senadores pues en ambos caso se tratará de legisladores federales. El gobernador Javier Duarte cruzó la aduana siendo diputado federal, que no se olvide.
Tampoco debe perderse de vista, ¡ojo!, la inclusión de integrantes femeniles en esta próxima “comalada”. La tendencia, ya reglamentaria en el PRI, que ahora se empieza a imponer en todas las demás aéreas, no solamente a nivel de partidos, sino en la administración en general, habrá de ser observada con sumo interés y cuidado pues no vaya a resultar que en ese equilibrio de cuotas de paridad de género, surja una diputada que también aspire a estadios superiores.
Ese 50% y 50% automáticamente modificaría el panorama actual de modo que todos los esfuerzos realizados hasta este momento, por quienes tienen méritos y esperanzas y por ello manifiestan sus aspiraciones, queden rebasados por acontecimientos supervenientes que den al traste con sus actuales trabajos, propuestas y deseos.
Quede esto apuntado no como una premonición ni como suerte de ensayo pitonista, sino como simple especulación aventurera. Desde luego si se repasa la actual militancia de mujeres en el horizonte veracruzano, no se mira quién de ellas pudiera tener el peso específico y los reflectores necesarios para lograr tal hazaña. Por supuesto, si ocurriera de este jaez, habría que calificar el hecho como absolutamente inusitado y aleccionador.
Nada está escrito en el firmamento político con cerraduras ciegas, todo puede suceder por ajustes partidistas convenencieros, quizá hasta por concerta-cesiones en las súper estructuras, que en algunas épocas de la transa política han funcionado, pudiendo actualizarse y resultar una candidata para Veracruz. Nada esta negado en este precioso valle de increíbles maromas y acomodos.
Así que más vale a aquellos a los que late su corazoncito por alcanzar cumbres gubernamentales en 2016, en Veracruz, que vayan enseñando sus cartas a modo de que los electores sepan cuántos y cuáles son sus opciones para llevarlos a esa codiciada primera magistratura, como se acostumbraba decir antes, del Estado. Quede asentado como un breve “adelanto” cultural.