Salvador Muñoz
Los hijos de la perpetuidad
Tanto en algunos hombres como en algunas mujeres, hay un deseo de perpetuidad que se puede ver reflejado en diversas actitudes que pueden ir desde que el primogénito lleve el nombre del padre y de ser posible hasta los mismos apellidos, y de ejemplo podemos poner a un Muñoz-Ledo Chevannier o para un caso más cercano, Pérez-Jácome Friscione. En el caso de algunas mujeres (y también de algunos varones) su perpetuidad se concentra en una resistencia a envejecer que va desde tintes que oculten sus canas, inyecciones que rellenen los surcos propios de la edad, alguna que otra estirada de carita así como otros menesteres propios que las damas (insisto: y alguno que otro caballero) conocen.
En la política, el deseo de perpetuidad es algo que tanto se pretende en los padres como en los hijos... y si hay hijos de políticos en la política, quizás debiéramos responsabilizar al presidente Adolfo López Mateos de ello, pues según contó Miguel Alemán Velasco, tenía el interés de impulsar a los vástagos de prominentes personajes de la política en la grilla, cosa que propuso al entonces Miguel junior. De ahí nace la leyenda ésa de que quien convence al padre de Miguel Alemán Velazco del matrimonio con Christian Magnani, es el presidente, pero eso es otra historia.
Ahora, en nuestra historia reciente, la perpetuidad política no es algo común, quizás pudiéramos decir que hasta son contados, porque no es lo mismo que el hijo o hija de tal político tenga chamba, a que el hijo o hija de tal político se lance como candidato.
En el siglo pasado, no recuerdo a ningún hijo de político (que debe haber por ahí) en la política y es en el nuevo siglo que aparecen algunos más temprano, y más tarde otros.
Un claro ejemplo de ello es Miguel Ángel Yunes Márquez, quien ha sido alcalde dos veces y diputado, además de funcionario federal. Hoy está ubicado como precandidato a la gubernatura de Veracruz.
Quizás la mira está puesta sobre Yunes Márquez por ser el que más destaque así como su circunstancia, pero no es el único caso. Y no, hoy no me refiero a los García Escalante, porque como sea, ellos vía voto, ya tienen un lugar en la política. Tampoco podría referirme a un Tavo Pérez, porque hasta como independiente, ya se abrió camino… hay casos particulares como el de Marco Antonio del Ángel Arroyo, quien sin probar el sabor de una elección, ya fue diputado local. ¿Y quién era Marco Antonio antes y después de ser diputado? ¡Ah! Pues el hijo de César del Ángel Fuentes, líder de los 400 Pueblos que se destaca por lo que todo mundo sabe. Un caso peculiar es el de Juan Callejas Roldán. Su padre Callejas Arroyo (+) aún era diputado local cuando ya se sabía quién iba a ser cabeza de manada de la fracción legislativa del PRI… Qué les favorecía a estos dos últimos casos: el sistema en el poder. Sendos vástagos llegaron a ocupar un cargo por “herencia” de sus padres y por la vía más fácil: “pluris”.
Hoy, en el caso de Yunes Márquez, para muchos, las circunstancias lo favorecen por tener a su padre como Gobernador, por lo que sus críticos le dan un toque “monárquico” a sus aspiraciones (que al final, son legítimas), o en otras palabras, se le genera un matiz “hereditario” a la democracia, dándole ya como seguro triunfador.
Es legítima la crítica porque “la circunstancia” que le favorece a Miguel Ángel es a su vez, el lado flaco de sus aspiraciones y es seguro que él lo sepa: cómo separar la figura de su padre de la figura del Gobernador. Aunque habría que ver una cosa: Si Miguel Ángel Yunes Márquez compite por la gubernatura, es una magnífica oportunidad para la sociedad veracruzana de calificar los dos años de Gobierno de Yunes Linares. Es decir, si acaso ganara “Chiquiyunes”, se estaría hablando del papel de su padre, del anterior gobernador, del PAN-PRD; pero si pierde, todos estos actores estarían reprobados por el pueblo, bien, por un mal gobierno, o bien, porque ven (sin que pudiera serlo), un sentido de perpetuidad a las aspiraciones legítimas de un veracruzano por pretender ser Gobernador. Habrá que ver cuál será la decisión de Chiquiyunes… ¡se lanza o se espera!