Por José Antonio Flores Vargas
Si como se afirma en el centro del poder, el senador José Francisco Yunes Zorrilla será el candidato del PRI a la gubernatura veracruzana en 2018, esto significa que el político peroteño deberá prepararse para realizar, primero, su éxodo individual por el desierto priista, y después, en una auténtica profesión de fe, hacer el camino de Santiago con los correligionarios de verdad. Los suyos y los que continúen perteneciendo al partido tricolor.
Pepe Yunes tendrá que evaluar el estado en que se encuentra el partido que lo nominará y también el resultado político de los grandes apoyos que en estos años gestionó para la capital del estado y otros municipios, que con todo y que fueron multimillonarios, nadie puede asegurar cuánta votación contante y sonante pudieran llevar a su causa.
Tendrá que revisar con lupa el caminar de los aliados que cree tener en los municipios, así como las reales posibilidades que presumen esos actores que se venden como personeros de él, y que hasta ahora poco efecto positivo han tenido para los objetivos pepistas.
Parece que le será necesario negociar hasta el cincuenta por ciento de las posiciones del gabinete. Fundamentalmente con Héctor Yunes, quien siente que se le acaba el gas el próximo año y por ello necesita vender caro su amor aventurero. Porque, de qué otro modo, se explica su renovada salida al ruedo, que afanosamente publicita en las redes sociales. Desde luego que, de darse esa galantería de Pepe, sería quizá por solamente dos años para que Héctor pueda cobrar los favores de los “chorrocientos” mil votos que dice tener, y que con esos cargos para repartir, podría, después de tanta lucha inútil, darles algo a sus fieles de la esperanza que no han podido recibir tajada alguna.
Porque, si somos realistas, debemos preguntar adónde podrá ir Pepe Yunes a buscar los sufragios. Creemos que sólo puede hacerlo con los auténticos militantes del voto duro y leal que todavía tiene el PRI en las poblaciones rurales y zonas agropecuarias del estado. Pero a estos votantes tendrá que ir Pepe personalmente a rescatar su confianza perdida, a causa del olvido en que los ha tenido él y otros reiterados candidatos que sólo los visitan cuando van a pedir votos.
A esos leales votantes, tendrá que dejar de usarlos para mítines y recorridos inútiles a caballo, y empezar a visitarlos semana a semana, llevándoles apoyos reales, arengas sinceras y discursos honestos.
Pepe podrá acudir a sus aliados de los medios de comunicación que tengan liderazgos reales y penetración, y más que nada, a los auténticos dirigentes que caminan las colonias y congregaciones. Tendrá que dejar de perder tiempo y recursos en las grandes poblaciones, donde la Internet despliega minuto a minuto sus convincentes redes sobre la gente, enviando infinidad de mensajes de los diversos partidos y candidatos.
Pepe Yunes, tendrá que ir lento pero seguro, como la iglesia católica, que de poco en poco hace gran fortaleza. Tendrá que ir a recoger las limosnas y sobrantes desdeñados por el panismo. Deberá sumar, sumar y multiplicar hasta llegar a las cifras que requiere. Deberá capitalizar las minorías alejadas de las pequeñas poblaciones donde tampoco han llegado los azules y amarillos del “Veracruz sueña contigo”.
Ahí es donde Pepe Yunes podrá hacer algo por ganar la gubernatura. Por eso es importante que se ponga a trabajar y caminar en serio, con hechos que apoyen las palabras, y sin ofrecimientos de reuniones que olvida en cuanto camina dos pasos. Que deje los cafés, las meriendas y los cenáculos de la autocomplacencia, y a los desafinados cantores de sirenas que no lo conducirán a ninguna parte, con todo y los apoyos de Meade, del PRI nacional –porque el pri local es minúsculo-, de los itamitas, de la independiente Margarita o del implorado milagro de San Julián.
El único sendero que tiene el PRI para llegar a la gubernatura de Veracruz, recuerda las vicisitudes y los esfuerzos de los peregrinos con fe, que atraviesan la península ibérica haciendo el Camino de Santiago.