Teresa Carbajal
· Contraindicaciones para usar créditos:
prisa, miedo y vergüenza
Agradezco nuevamente a nombre del Barzón RC, los amables comentarios recibidos por esta colaboración que sigue contribuyendo a despertar la conciencia de la población, al compartirle información útil para enfrentarse a la toma de decisiones en la contratación de sus créditos, y convertir al ciudadano, en su primer defensor de los recursos económicos que obtiene a través de trabajo, esfuerzo, y sacrificio, coadyuvando así al bienestar personal y familiar. Lo cual, por supuesto, nos llena de gran satisfacción.
Esta semana he tenido la oportunidad de escuchar la experiencia de dos personas, de diferentes edades y condiciones socioeconómicas, que se enfrentan a las consecuencias negativas del uso inadecuado de créditos hipotecarios; estos casos presentan como denominador común, la falta de cultura financiera en los contratantes, al cometer errores como: la falta de información acerca del producto al contratar; y de planeación en sus finanzas personales.
En primer término menciono el caso de Rosa María, por quien evité decir -al introducirlos al tema-, que dichos créditos hipotecarios, fueron destinados a la adquisición de vivienda; pues no fue su caso. La profesora Rosa María tiene casa propia, y su modesta y tranquila vida, dio un giro de ciento ochenta grados de un día para otro, al vivir el deterioro en la salud de una de sus hijas, así como las consecuencias del pago de los gastos que conlleva luchar por la vida ante una grave enfermedad que concluyó con el lamentable fallecimiento.
Así, después de enfrentar tales gastos, las tarjetas de crédito hacían una suma de saldos bastante elevada, que al generar altos intereses mensuales, provocaron en Rosa María el deseo único de saldar tan asfixiante cuenta, aunque no sabía cómo, pues sus ingresos eran en definitiva insuficientes. Pedir un préstamo y deberle a una sola persona, le pareció la única solución.
Entonces con esa idea en mente, y caminando por la calle llegó a sus manos un volante, en donde se anunciaba una financiera, que prometía préstamos rápidos, por montos elevados y sin requisitos. Al día siguiente se dirigió a la financiera para solicitar el préstamo, ahí le dijeron que debía pagar poco más de cuatro mil pesos mensuales durante tres meses para que saliera “subastada” y le entregaran el dinero, fue la prisa por obtener el préstamo y la confianza que le dio el empleado que la atendió, pues según me dijo “estaba muy bien vestido y traía corbata, sus oficinas eran limpias y bien puestas, ¿Cómo iba a desconfiar? Se veía que eran personas serias.”
Por lo que firmó la documentación y comenzó a hacer los pagos mensuales, pero al cuarto mes, le dijeron que no había salido “adjudicada” y que debía seguir pagando, entonces, llamó a un familiar que es abogado para preguntarle si eso era normal, se refería a “no salir adjudicada”. Coincidió que el abogado, tuvo una experiencia similar al comprar un auto, y le dijo que seguramente no habría problema y que continuara pagando, así lo hizo, pero al cabo de seis meses, ya no podía seguir pagando y lo único que requería era que le devolvieran los más de veinte mil pesos que llevaba pagados.
Fue a la financiera, pero ya no había nadie, estaba en remodelación la oficina. Así al revisar sus documentos, se dio cuenta que lo que contrató fue un crédito para la compra de una vivienda. ¡Yo no pedí eso! –Me dijo- yo para qué iba a querer comprar una casa, lo que yo requería era un préstamo, pero no leí lo que firmé. Sólo firmé….
El segundo caso es Fernando, quien decidió hacer una inversión con su dinero y comprar una casa, al fin de cuentas el conocimiento general, dice que invertir en bienes raíces nunca es mala inversión, “total al rato se venden y valen más”- pensó-, pero esa casa la compró a través de crédito hipotecario… en UDI´s.
Así pasaron cinco años y al sexto descubrió por un comunicado de actualización de saldos, que después de pagar cinco años ininterrumpidos, ¡debía más de lo que le prestaron!. Pero, ¡Cómo, seguramente se trata de un error y llamó a la financiera para hacer la aclaración pertinente; por respuesta escuchó lo siguiente:
“No hay aclaración que hacer. Lea su contrato Usted contrató su crédito en UDI´s… así que multiplíquelo por cinco y así entenderá”
Pero Fernando, refiere que no leyó el contrato. Es más, él no sabía que el crédito hipotecario estaba en UDI´s. Así que la inversión salió a la “inversa”.
Conozco personas que por miedo a que ‘se enoje el vendedor si le digo que siempre no’, se vieron forzados a firmar y aceptar un contrato usurero; también he sabido de personas a quienes les dio vergüenza preguntar si podían leer el contrato y asesorarse antes de firmar, por miedo a ser calificado como un “ignorante”. Y algunos más a quienes la urgencia por recibir el dinero, y no comparar entre diversas opciones los llevó a contratar el peor de los créditos.
Por ello no escatime tiempo en leer, revisar y entender antes de firmar y aceptar cualquier obligación. Tómese su tiempo no se deje presionar, recuerde, la prevención, la planificación y el conocimiento de nuestros derechos, deben ser nuestras estrategias para reforzar la seguridad de nuestro dinero, hacerlo rendir y proteger nuestro patrimonio y la estabilidad de nuestra familia.
¡Hasta la próxima!
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