FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO
DESDE A JANELA
JUCHITÁN: AÑO CERO
En lo que va de este septiembre hemos sido azotados por muchos fenómenos naturales, los cuales van desde temporales de lluvias intensos hasta huracanes y terremotos, de los cuales destaca el sismo de 8.2 grados en la escala de Richter, el cual se sintió en gran parte del país (al menos en las zonas centro y sur) y que causó los peores daños en la región del istmo de Tehuantepec en Oaxaca y en la zona de la costa de Chiapas.
Se habla de casi 100 muertes (98 hasta el momento) y de más de un millón de damnificados, tanto en los mencionados estados como en Tabasco y Veracruz, además de en Guatemala en donde solamente hubo damnificados.
Tragedia que habla por sí misma, ya que desde 1932 no se veía en la República Mexicana algo similar y por su magnitud podríamos decir que fue una tragedia de grandes proporciones, mas que si la comparamos fríamente (o sea en números) con otras similares y veremos que algo anda mal en nuestro país y específicamente en el Sur.
Remontémonos al sismo que se vivió en Coquimbo, Chile en 2015. Esa vez se trató de un sismo de 8.4 grados en la escala de Richter, el cual como podemos ver fue incluso mayor que el que sufrimos hace unos días y ¿cuáles fueron sus consecuencias?; éstas fueron de 15 personas fallecidas y 27, 722 damnificadas.
Creo que no hay nada que decir al respecto, las cifras hablan por sí mismas y la cruda realidad es que al menos en esa parte del país se vive al menos como en el siglo XIX (ya que si acaso la única diferencia con aquella época que actualmente podemos encontrar es que ahora se usan los jeans en lugar de las levitas) pero estructural y funcionalmente hablando, como les gusta a nuestros colegas de ciencias sociales hablar, nos encontramos al menos en esas partes del país, ante un grado de desarrollo similar al que había en el siglo referido.
Y ya ni hablemos del sismo ocurrido en Fukushima, Japón en 2015, en el cual hubo solo decenas de heridos, ya que, si bien éste alcanzó los 6 grados en la escala de Richter, también nos muestra lo que una cultura de prevención es capaz de lograr.
En fin, el tema que ahora nos ocupa es el de preguntarnos sinceramente ¿Por qué ocurrieron tantas muertes?; ¿por qué hubo tantos daños?; si para una sociedad del siglo XXI no es posible resultar damnificada en ese extremo, al menos por un terremoto de esa categoría.
Desgraciadamente la respuesta es simple y esa está en que la corrupción y su hermana menor pero aventajada la impunidad, corroen hasta en lo más profundo a nuestro país, y más si se trata de la zona sur, (la cual puedo decir que está al mismo o incluso debajo del nivel de desarrollo de los países del occidente de Centroamérica, ya que no me dejarán mentir mis queridos lectores, quedamos a un paso de seguir ese derrotero, debido a que en Veracruz tuvimos un “Madurín” en la figura de Herrera Beltrán, quien fue un remedo de dictador limitado, eso sí, por el plazo de seis años en el poder, al que estamos habituados, pero que se trató de alguien que fomentó el subdesarrollo para obtener beneficios electorales.
Y ubicándonos en esos pobres estados del sur, los cuales no solo temporalmente, sino sempiternamente han sido objeto de gobiernos bananeros, los cuales solo fomentan la pobreza y el subdesarrollo en aras de mantener el poder a toda costa y en los cuales reinan de manera absoluta, las grandes hermanas de nuestro país: la corrupción y la impunidad, pero que son incapaces de fomentar el desarrollo, ya que para su óptica electoral lo mejor es que su pueblo permanezca atrasado.
Claro que ahora en el fervor de las fiestas patrias y maravillándonos por la verdaderamente asombrosa solidaridad que nos une a los mexicanos frente a las tragedias naturales.
Podremos ensalzar a las fuerzas armadas, a los brigadistas de los topos, a las ONG que se han hecho presentes en la desgracia e incluso a las autoridades federales y locales; pero siempre nos quedará el mal sabor de boca que nos deja el que la desgracia fuera tan grane, ya que en el mundo y en estos tiempos no es posible que una desgracia natural sea tan destructiva.
Y por lo mismo creo que bien podemos decir que Juchitán esta vez vivió el apocalipsis, ya que la situación que ahí impera es el de un verdadero desastre, el cual fue fomentado por las propias autoridades que mantuvieron su subdesarrollo con tal de mantener el control político por medio de dádivas lectorales, ya que incluso ante la desgracia vivida, Peña Nieto les pidió que se acercaran a sus líderes locales para obtener ayuda, cuando ésta se debe de dar individualmente a cada perjudicado.
Como conclusión podemos decir que la corrupción y la impunidad son los agentes que principalmente traen como consecuencia la pobreza y el subdesarrollo que nos hacen más vulnerables frente a las tragedias naturales y aunque la solidaridad en la reparación de los daños nos distingue como sociedad; la falta de prevención que a propósito mantiene el PRI por medio de sus sectores clientelares nos mantiene sumidos ante la desgracia; ya que la solución a estos males no se encuentra en la reparación, sino que está en la prevención y mientras sigamos cautivos de las dádivas gubernamentales o de partidos políticos, cualquiera que sea su signo, seguiremos viviendo de una manera primitiva y por lo mismo afectada por las desgracias naturales y de ello tenemos un ejemplo en Juchitán, quienes por la falta de prevención hoy en día se encuentran en el año cero y éso se lo deben a su PRI de siempre al igual que los chiapanecos.
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