Cecilia Muñoz
La oportunidad de Veracruz
A Henry, nuestro cocker spaniel que partió la pasada Semana Santa, solía hablarle en inglés durante nuestros paseos. Días después de su muerte, me levanté y me acerqué al maltés cachorro que pocos meses antes mi madre había adquirido. Sentada con él sobre mí, alegre como un animalito que recién empieza a vivir, lloré viendo la sorpresa en sus ojos castaños. Y entonces su sorpresa se volvió su cabeza en mi pecho y sus patitas delanteras extendidas sobre mi torso en lo que parecía un abrazo que solo antes el gato me había dado. A Henry le había hablado en inglés, al pequeño maltés en el idioma de la tristeza… y él me respondía con el del afecto.
No sé en qué lengua le hable Miguel Ángel Yunes Linares a Toto, su perro, pero quiero imaginar que lo hace de alguna forma, aunque sea a través del pensamiento y el tacto. De momento, me alegra saber que sea cual sea la manera en que estos dos personajes se expresan, Yunes puede comunicarle con satisfacción a Toto que ha vetado la reforma que permitía las peleas de gallos y vaquilladas en Veracruz, aunque este veto sea solo un mientras tanto.
Esto en razón de que la decisión de Yunes Linares solo obliga a que el Congreso analice la ley de Protección a los Animales, lo cual podría terminar en el mismo resultado: en que por intereses económicos, nuevamente triunfe la barbarie sobre la ética porque, a final de cuentas, de esto se trata este asunto, de preguntarnos ¿cómo queremos que sean nuestras relaciones con los animales, criaturas que a causa del ingenio humano se han visto despojadas de lo que sería su destino natural? ¿Cómo queremos que sea nuestra relación con el planeta? Pero también: ¿qué dice de nosotros que hagamos del sufrimiento y el estrés un espectáculo?
Veracruz tiene en sus manos oportunidades de oro para ponerse a la vanguardia en cuanto a leyes se refiere. Podría ser incluyente, laico, respetuoso de los derechos humanos y, en este caso, dignificar la capacidad sintiente de animales como gallos y toros. De igual forma, puede sacar a relucir el ingenio humano del que antes hablábamos para buscar nuevas soluciones económicas para quienes se han dedicado a explotar el sufrimiento animal para sobrevivir, en vez de escudarse en argumentos tan poco convincentes como lo es “la tradición”. ¿Y si mejor hacemos de deshacernos de la violencia y la barbarie la tradición que caracterice a nuestro estado?
Sí, Veracruz tiene una oportunidad de oro para hacer sentir a sus habitantes orgullosos. Ojalá nuestros diputados no la desperdicien.
Correo: [email protected]
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