Felipe de Jesús Fernández Basilio
La inequidad judicial como la principal causa de la falta de acceso a la justicia en México.
Generalmente en los diarios leemos opiniones (incluida la del autor de estas líneas) de que en el país no hay justicia, de que hay componendas políticas que dan al traste con la justicia o de que la procuración de justicia es ineficiente y en resumidas cuentas que este es el país de la impunidad.
Y todo lo anterior es absolutamente cierto, sin embargo en esta ocasión vamos a adentrarnos en una de las principales causas o tal vez la principal que da lugar a la falta de acceso a la justicia en nuestro país.
Y ésta deviene por una parte de nuestro anquilosado sistema de impartición de justicia lleno de fórmulas casi “mágicas”, las cuales hay que observar para que con un poco de suerte dar en el clavo y alcanzar justicia y por otra de la solución que se ha querido dar al problema de las ya mencionadas fórmulas, el cual se ha pretendido solucionar por medio de la suplencia de la queja deficiente, la cual no es más que un subsidio que legalmente se otorga al litigante que representa al que arbitrariamente se considera un sector desfavorecido y por ende necesita una “ayudadita” del juzgador frente a la rigidez del mundo de las formas jurídicas, es decir se pretende tapar un hoyo con otro aún más profundo.
Pero vayamos por partes y en primer lugar debemos de explicar lo que es una fórmula, ya sea esta jurídica o de cualquier otra índole y ésta no es nada más que el tener que cumplir con una receta llena de barroquismos o bizantinismos (me gusta más el segundo término que el primero, ya que demuestra como hasta en complicarse la vida el oriente mediterráneo estaba más adelantado que el occidente, al menos por mil años), que no son más que el dificultar algo sencillo al llenarlo de gran cantidad de requisitos insulsos para poderse llevar adelante y para que quede aún más claro el concepto, sin esos frívolos requisitos no es posible alcanzar el resultado deseado.
Y jurídicamente hablando tenemos que el siquiera ser oídos en juicio resulta tan complicado debido a los formalismos procesales que para muchos lo mejor es dejar las cosas tal y como están, ya que para plantear ante la autoridad judicial un caso de la naturaleza que sea, se deben de cumplir una infinidad de requisitos irrelevantes para lo planteado, como hacer una demanda con tales y cuales apartados y capítulos en un riguroso orden establecido por la propia ley, en donde llegamos hasta el absurdo de tener que recordarle al juez su competencia para conocer del asunto planteado.
Teniendo como consecuencia que dirimir una herencia, un divorcio, cobrar un pagaré o poner en conocimiento de la autoridad competente la probable comisión de un delito deriva en un verdadero berenjenal de requisitos jurídicos que hay que llenar, los cuales dejan a las batallas de la guerra de trincheras en Verdún o en el Somme, (en las cuales se ganaban pocos metros perdiendo miles de vidas en el intento), como un juego de niños para quien quiere buscar la más elemental justicia ante la complejidad de los requisitos legales y burocráticos que se imponen.
A lo anterior se le quiso dar como remedio la llamada suplencia de la queja deficiente, por medio de la cual el propio juzgador tiene que llenar los requisitos formales de la ley previo a resolver la cuestión ante él planteada, institución que en principio es muy saludable, ya que permite el acceso a la justicia para muchas personas pero que su bonanza se ve opacada ante la discriminación que se hace entre quienes tienen derecho a ella y quienes por ningún motivo la pueden tener.
Pudiendo recaer esa discriminación en una misma persona, ya que si alguien es empleado puede obtener los beneficios de la suplencia de la queja deficiente ante las todavía pseudo autoridades impartidoras de justicia laboral, pero si esa misma persona tiene problemas en los límites de su terreno con el vecino, para resolverlos tendrá que acudir a un juzgado civil en donde enfrentará una serie de complicaciones que nada tienen que ver con su problema.
Y es precisamente ahí en donde ha fracasado el estado de derecho en nuestro país, ya que la justicia y la legalidad son prácticamente inalcanzables para el común de los mortales por la gran cantidad de trámites innecesarios que imponen: teniendo como resultado la ilegalidad en que vive buena parte de la población, ya que por doquiera vemos propiedades intestadas o con la sucesión a medias, vehículos circulando sin dueño registrado ante la autoridad competente, sangrías financieras para microempresarios que tienen la necesidad de despedir a su trabajador, (por más justa que sea la medida) o peor aún el que no se denuncie la posible comisión de un delito o que si ésta se hizo, ya no se le dé seguimiento a la denuncia por lo complicado que se vuelve el hacerlo, ya que muchas veces resulta más caro en tiempo y dinero el trámite que la reparación del daño esperada.
Resultando más exitosos aquellos países en que la impartición de justicia en cualquiera de sus materias es más simple y accesible a su población que aquellos como el nuestro que llenan de formalidades excesivas un asunto descuidando el fondo del mismo.
Y como ejemplo tenemos el caso de nuestros vecinos del norte quienes tienen una economía mucho más grande que la nuestra, ya que ahí simplemente si un trabajador (cualquier nivel que éste tenga) no funciona se le despide sin mayor trámite y alguien ocupará su lugar, mientras que en México despedir a alguien resulta tan caro que es mucho más práctico no tener trabajadores, con las consecuencias económicas que esto conlleva o igualmente en Estados Unidos se denuncia la probable comisión de un delito y la policía hace la investigación de manera profesional e inmediata sin mayores requisitos más que la denuncia de la víctima u ofendido y en México el denunciar la posible comisión de un delito es una verdadera labor titánica debido a las complicaciones burocráticas fomentadas por la ley.
Para concluir debe de quedar claro que el acceso a la impartición justicia es algo que debiera de ser simple y asequible para cualquier persona sin importar su condición personal o social, ya que debemos de partir que tanto el derecho como la justicia misma están basados en algo muy elemental como lo es la lógica y con base en la lógica se resuelven la totalidad de los problemas legales de cualquier persona o grupo.
Twitter: @fefebas
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