23 de Noviembre de 2024
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Números Rojos/ El Dolor y los Diputados

 

 

Brenda Caballero

 

El Dolor y los Diputados

 

 

Llevó tres días con una infección estomacal marca Diablo, y los cólicos intestinales no cesan. Tenía rato que no me daba una infección tan severa que me doblara (literal).

Aunque mis dolores no se comparan en nada con los que debe sentir mi perrhijo, Harry. Tiene un tumor (benigno) en la pata trasera, para ser precisa, en una falange, por lo que cada vez que camina, sangra. La solución es extirparle el dedo, sin embargo existe un gran riesgo de que no aguante la operación por su edad y por su problema hepático, razón por la que todos los días el hombre le cura su pata. El veterinario nos dice que tiene que sangrar con la intención de que su carne no sufra una necrosis.

Después de las curaciones, Harry se queja quedito, y sabemos que le duele porque tiembla; de inmediato va a su hocico una pastilla para el dolor, para aminorarlo.

Harry me ha enseñado a reconocer su dolor, a observarlo… no puede decirme cuánto le duele, pero su cuerpo incontrolable, temblando, lo expresa mejor.

A diferencia de los animales, nosotros podemos expresar la intensidad del dolor, y hacer algo al respecto. Dos paracetamol y una buscapina aminora mi dolor de cabeza, no así mis cólicos que no cesan y me hacen salir corriendo al baño.

Me llega un Twitter para que vote: Es una petición change.org dirigida al Gobernador del Estado de Veracruz Miguel Ángel Yunes Linares para que vete a la aprobación de la tortura y asesinato animal en el Congreso de Veracruz.

Y es que si una vez hubo un Congreso más animal, es éste. No, no, los animales son más nobles y lo veo con Nina, mi perrhija que lame las heridas de Harry, pues en su instinto natural es la única forma que conocen de curarse.

No, no tengo palabras para esos 25 diputados que votaron por el regreso de las corridas de toros y las peleas de gallos. Mi dolor más el de Harry no se comparan con el sufrimiento de un gallo moribundo o las banderillas punzadas en el lomo de un toro.

Esos animales que tienen que pelear contra otros de su misma especie, ya no por hambre, sino por dinero. ¡Claro! El dinero de sus malos amos.

O aquellos toros que para que salgan al ruedo encabritados los patean y hasta les llegan a poner chile en el ano para que salgan enjundiosos. Por fortuna, 15 de los diputados votaron contra ésas atrocidades.

Hay algo que no entiendo, algunos diputados que votaron a favor tienen animales en su casa. ¿Y entonces? ¿No los aman? ¡Claro! Como no son gallos ni toros los que tienen… ¡no hay problema!

Ah pero hay más… dinero, mucho dinero pues la tauromaquia se dice que deja más de 250 mil pesos por corrida. El año pasado, El Economista hizo un análisis de lo que se recaudaría en la Plaza de Toros México con su aniversario y la cantidad fue nada más y nada menos que 17 millones de pesos.

Aparte de dinero que es muchísimo, muchos políticos tienen la creencia que ir a ver corridas de toros los hará “mejores políticos”. Si no se inmutan ante el dolor del animal ¿se inmutarán con uno humano?

Ahora que si nos vamos a las peleas de gallos, según una investigación del Periódico El Universal, un gallero llega a ganar 50 mil pesos por pelea.

Ése es el verdadero interés del retroceso de los diputados, el dinero, no les importa el dolor de los animales, siempre y cuándo satisfagan los intereses de aquellos grandes empresarios que lucran con el dolor animal.

Ya para terminar esta adolorida columna un cuento:

Caía la noche y en el vecindario se arremolinaron los perros y gatos. Presentes también estaban ratones, conejos y pájaros.

De repente un perro echó la reta: Mi Esquitín es el mero mero. El gato sigiloso lo olió y le dijo: tu Esquitín tiene miedo… mi Picazo lo hará trizas.

Tooodos al ruedo, pónganle las navajas en las dos patas dijo el perro, también en las dos manos, dijo el gato. ¡Quiero que terminen rápido! ¡Quiero oler sangre! ¡Ver al sobreviviente! ¡Seguramente el ganador será mejor diputado!

Esquitín se lanzó al cuello a Picazzo, pero Picazo le perforó el estómago a Esquitín. Éste sacó un derechazo y le partió el corazón.

De repente, los animales decepcionados dijeron: ¿Eso es todo? ¡Levántense! ¡Sigan luchando, tal y como nosotros lo hacemos todos los días con nuestras vidas!

Cualquier semejanza con cualquier diputado en una bestialidad mía, aunque si no le gustó el cuento, puede sustituirlo por su diputado favorito. Seguramente le traerá más placer que ir a ver el dolor de los animales en el ruedo.

 

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