24 de Noviembre de 2024
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#Debononiego Pago lo justo/  ¡Si me muero, a ver quién les paga!

 

María Teresa Carbajal Vázquez

 

 ¡Si me muero, a ver quién les paga!

 

II Parte

 

Así las cosas en la vida de Julita, cuando se destinaba a recuperar los créditos que a su vez había otorgado a sus clientes para poder pagar mínimo los intereses moratorios de su deuda, éstos sufrieron una inundación que los dejó sin casa y negocio, perdiéndolo todo hasta el capital que les había confiado.

 

Así fue que, abatida moral y económicamente la férrea empresaria abarrotera Julita se convirtió en deudora, decidió entonces –antes de ser requerida- presentarse al Banco para exponer su caso y preguntar qué podía hacer, esperaba que le dieran alternativas para que no se acumularan mas los pagos, fue canalizada con un ejecutivo que le dijo: no hay nada qué hacer, solo pagar. Me relató con visible aflicción que no había a quien pedir ayuda, sus amigos estaban escondidos o ya habían huido para no volver a ser víctimas de la inseguridad que vive nuestro Estado de Veracruz.

 

Las ventas de la abarrotera habían bajado ante la presencia de las tiendas de conveniencia y sus propios proveedores pronto comenzaron a quebrar al no poder competir en precios. Sus últimos ahorros los consumieron los intereses moratorios y las comisiones bancarias.

 

Un día llegó a su casa, personal del juzgado a enterarla de una orden de embargo y el emplazamiento a juicio, lo único que alcanzó a entender de las trescientas fojas y copias del traslado que le fueron entregadas aquél abril de hace dos años era que tenía ocho días para pagarlo todo; al día siguiente a primera hora se presentó sola en el Banco en el área de cobranza, expuso su caso y dijo que sí quería pagar pero que en ese momento no tenía nada con qué hacer frente a su deuda.

 

¡Siempre les he pagado, no soy una aprovechada, ni estafadora, no soy mala paga, quiero que se tomen en cuenta mis antecedentes de pago puntual y que me permitan hacer una propuesta de acuerdo a mis posibilidades de pago, quiero estar en paz y vivir con tranquilidad los años que me faltan por vivir! ¡Tengo ochenta años, y vivo con la esperanza de poder pagarles! Les dijo. Pero recibió como respuesta la advertencia de que si no pagaba, el juicio seguiría adelante y terminarían rematando sus bienes.

 

De regreso a su casa y sin ver ninguna salida posible; tomó la amarga decisión de entregarse, de entregar sus bienes, antes de que se los arrebataran por la fuerza. Fue entonces cuando recibió la llamada de su amiga Lety quien llamaba para comentarle lo feliz que estaba por haber resuelto su problema de deuda con una empresa papelera, por lo que no dudó en aconsejarle que fuera al Barzón, ‘sola no vas a poder y ya lo has visto’, le dijo. Y es que solamente quienes lo han experimentado entienden la sensación de desamparo y vulnerabilidad que produce enfrentarse solo a un problema que requiere atención especializada y mucha honestidad.

 

Al día siguiente Julita estaba frente a mí narrándome, ésta su historia, “no sé qué va a pasar, lo único que quiero es un poco de tiempo, ocho días no me son suficientes para reunir tanto dinero”. Entonces entendió que entregar sus bienes no era una opción y menos para alguien como ella acostumbrada a luchar y salir triunfadora de todas las pruebas con las que la vida le había templado el carácter, y que entregar sus bienes era declararse vencida cuando en realidad estaba solo caída, mas no vencida.

 

Confió y creyó que si resistía o al menos lo intentaba, había posibilidades de ganar y pagar lo justo sin perder su patrimonio; así durante dos años –que no fueron fáciles- el Barzón luchó junto a ella para pagar lo justo, fue como en todos los casos un verdadero trabajo de equipo, nosotros la defendíamos en tribunales mientras ella bien asesorada sabía bien los tiempos con los que contábamos y buscaba opciones para poder pagar, pero sin presiones de términos legales desconocidos. Generamos el canal de diálogo y negociación con el Banco y nos “colamos” hasta el comité, órgano colegiado de decisión de aquella institución.

 

A principios de este año y después de muchas propuestas de pago presentadas y rechazadas, casi a punto de cerrar el acuerdo se presentó como en todos los finales un punto complicado de cierre por algunas diferencias entre lo que pedía el Banco y lo que podíamos pagar; pero con todas las experiencias vividas bien sabíamos que tomar un compromiso fuera de la posibilidad de pago era condenar el acuerdo al fracaso, sin embargo las presiones para que accediéramos eran fuertes llegando al punto álgido en que Julita contestó la última contrapropuesta del acreedor diciendo la cantidad reunida hasta entonces y los grandes esfuerzos en lograr esa suma.

 

Y ante la negativa del acreedor a recibir por considerarlo bajo, Julita dijo entonces al negociador asignado al caso “al Banco le quedan muchos años por vivir y tiene muchas ocasiones de seguir insistiendo por conseguir de mi la promesa de pagar una cantidad que sé nunca voy a poder reunir, pero mi caso es diferente, yo ya estoy grande, mi salud está afectada, quiero pagar pero ustedes no entienden que es todo lo que puedo pagar, solo quiero que quede claro que ¡Si me muero a ver quien les paga!”

 

Traigo su caso a este espacio, porque esa respuesta no era una burla, ni una actitud descarada para negarse al pago; es su caso un ejemplo de cómo una mujer que llegó vencida al Barzón, confundida, llena de mucho miedo -como ella misma lo dice- luchó y resistió durante dos años para no perder su patrimonio y ahora empoderada como sociedad civil organizada segura de sí misma y de su capacidad de pago, se enfrentaba respaldada por el Barzón a su acreedor en una actitud totalmente diferente a la de hace dos años cuando fue sola a entregarse al Banco.

 

La diferencia es que ahora ya había recuperado su dignidad, porque comprendió que no estaba vencida sino solamente caída, y así, esa misma tarde su caso fue sometido a reconsideración con el Banco, quien aprobó la propuesta en los términos que fueron planteados, a fines de esa misma semana estábamos Julita, sus codemandados, el Barzón con sus abogados y el Banco con sus Apoderados firmando y ratificando en el Juzgado el convenio de pago que pondría punto final al asunto, y a través del cual se cumple nuevamente la promesa del Barzón de pagar lo justo.

 

 

 

¡Hasta la próxima!

 

 

 

 

 

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