Salvador Muñoz
Javier Duarte de Ochoa es un fenómeno por cualquier lado que se le vea… los priístas lo rechazan; la sociedad lo rechaza; el presidente Peña Nieto lo rechaza… ¡vamos! hasta por la actitud que guardan sus familiares poniendo distancia de por miedo y de por medio, se podría decir que hasta ellos lo rechazan.
Conste… no se trata de victimizarlo sino de analizar el fenómeno que hoy por hoy, ocupa la atención de todos y de todo lo que en su entorno suceda.
Por ejemplo, hace ya varias columnas, platicamos de lo que estaba aconteciendo con la figura de Javier Duarte (y no nos referimos al “rebote” de su dieta)... se estaba convirtiendo en el villano por excelencia de la comunidad veracruzana, y si me apuran, hasta de la mexicana.
Primeras planas, reportajes por televisión y comentarios por radio, sumados al papel de las redes sociales, hicieron que Duarte de Ochoa pasara a desbancar a sujetos como Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto, y si me apuran otra vez, pasar por encima de Angélica Rivera así como hijas y entenados.
No es casualidad… Muy aparte de las condiciones económicas que deja, así como las de inseguridad; las muertes de miembros de la prensa; el caso de los “medicamentos” convertidos en agua destilada para enfermos de cáncer; las empresas fantasmas; la actitud ante los medios de comunicación, incluso podríamos hablar hasta de su físico y su tono de voz, se combinan para ser el centro de atención de todos.
Duarte es la bandera perfecta para la oposición en su lucha contra la corrupción; pero también es la bandera perfecta para un PRI que busca deslindarse de la imagen de la corrupción que durante más de 80 años adoptó y adaptó a su forma de hacer política… a su ADN…
Yarrington no hizo tanto ruido como Javier… César Duarte, a pesar de su apellido, ni siquiera hace cuestionar al ciudadano sobre su paradero… ¡ni Humberto Moreira! así como una pléyade de ex y gobernadores bajo sospecha…
Es cierto, si Duarte cometió un delito o violó todo el Código Penal, por supuesto que es justo que se le aplique la Ley, pero también hay que observar algo:
Pareciera que nuestras autoridades gustan de pactar con delincuentes… dije “Pareciera”. ¿Por qué? Porque por más que intento razonar la salida de Guatemala a Colombia por parte de la familia de Duarte de Ochoa, hoy encabezada por Karime Macías, y su
escala a Denver para volar a Londres, no combina con lo que dicta el Código Penal en su capítulo II, referente a “Operaciones con recursos de procedencia ilícita”, en su artículo 400 Bis: Se impondrá de cinco a quince años de prisión y de mil a cinco mil días de multa al que por sí o por interpósita persona realice cualquiera de las siguientes conductas: adquiera, enajene, administre, custodie, cambie, deposite, dé en garantía, invierta, transporte o transfiera, dentro del territorio nacional, de éste hacia el extranjero o a la inversa, recursos, derechos o bienes de cualquier naturaleza, con conocimiento de que proceden o representan el producto de una actividad ilícita, con alguno de los siguientes propósitos: ocultar o pretender ocultar, encubrir o impedir conocer el origen, localización, destino o propiedad de dichos recursos, derechos o bienes, o alentar alguna actividad ilícita”.
¿Y por qué cito esto? ¡Ah! porque el pasado 20 de febrero, en una bodega ubicada en Córdoba, encontraron varios bienes muebles según propiedad de Javier y Karime, además de diversas libretas Mont Blanc y Moleskine, escritas con “puño y letra” de la señora que, según el Gobernador Yunes Linares, “se dan pistas y detalles concretos de propiedades de Javier Duarte y cónyuge en México y en Europa, así como cuentas bancarias que serán vitales para continuar la investigación abierta en contra del mayor desfalco cometido en Veracruz”. Agregó: “Presumiblemente vinculan directamente a la señora Karime Macías de Duarte en la planeación, preparación y ejecución de acciones para desviar recursos públicos en beneficio personal y de algunos cómplices”. Y remataba: Karime Macías “no es una víctima, sino es parte del saqueo al gobierno, porque ella tenía un papel muy directo”.
Entonces, ante estos señalamientos y pruebas que se asumen, encontraron en esa famosa bodega, no es congruente ver a la señora Karime tan campante en una sala de espera del aeropuerto de Colombia, sin evitar pensar que nuestras autoridades, en un momento dado, pactaron con un delincuente que es claro se preocupó por el bienestar de su familia… aunque habría que preguntar cuáles eran las cartas que tenía Duarte para poder negociar un viaje a Londres sin escala en los juzgados.