Por Edgar Hernández*
Tras la virtual ruptura con los medios de comunicación periodísticos estatales de parte del efímero régimen vigente, se observa un singular renacimiento de la prensa veracruzana.
En la prensa oficial, la del día a día, se registra cautela sin entreguismo. En la estigmatizada por el actual régimen, como AZ y la cadena de los Macías por citar dos al azar, valor y denuncia, en la yunista –la que siempre se la jugó con Miguel Angel Yunes Linares como Notiver y la cadena de Edel Alvarez Peña, apertura a todas las corrientes de opinión.
En la TV de gobierno, confusión y palos de ciego –ni apoyan ni informan-, y en la radio, articulistas, columnistas y moneros, recias críticas con mordaces señalamiento que destacan –también en el día a día- la impericia gubernamental y el fin de la “luna de miel” con el señor Miguel Angel Yunes Linares.
Las redes están peor de críticas a pesar del billetazo que invierte el gobierno del estado.
Vaya hasta los “Ginos” retomaron ese olvidado ejercicio de la libertad de prensa luego de pretender buscar la conciliación para no perder sus intereses económicos y al no lograrlo y ser bateados por un gobierno que no quiere nada con ellos, se convirtieron en un alacrán en el pecho.
Casi todos replantearon sus posturas:
Fueron los casos de columnistas y opinadores “críticos” que se acercaron a la foto en la Plaza Lerdo en las repetidas ocasiones que Miguel Angel estuvo para sus baños de pueblo sin obtener respuesta; los que le pidieron empleo o espacios en la “Comisión Estatal para la Atención y Protección de Periodistas”, entuerto que ni atiende y mucho menos protege; los que se pusieron de rodillas públicamente en las redes sociales por la vía del elogio, destacando cualidades que no le vieron cuando los regímenes de Fidel Herrera y Javier Duarte.
Los que estuvieron largas horas haciendo antesala y nunca fueron recibidos; los que gritaron a sus propios colegas: “¡Al ladrón, al ladrón…!”. A todos ellos se les acabó la esperanza del dinero, es más, la de un mísero saludo.
El joven Coordinador General de Comunicación Social del gobierno del estado, Elías Assad Danini –muy veracruzano su nombre y apellidos- seguramente empezará como terminará, sin tener dialogo, ni conocer siquiera a periodistas y líderes de opinión, menos de estrategias de comunicación y trato con los medios.
En la oficina de prensa del gobierno se podría cometer el crimen perfecto, nadie se enteraría de lo sucedido.
Apenas hace 30 años este escribano conoce a la prensa veracruzana,
Cuando me invitó el señor Fernando Gutiérrez Barrios a venir a Xalapa para trabajar a su lado me dijo que era muy fácil ser jefe de prensa con una talega de dinero al lado. “El buen jefe de prensa es el que echa mano de toda la imaginación y conocimientos posibles para construir la imagen de un gobernante digno que representa los intereses del pueblo”.
La historia habría de juzgar a Gutiérrez Barrios, quien gracias al trabajo de equipo, que no del jefe de prensa, transitaría en la historia como uno de los mejores gobernadores de Veracruz en un periodo de dos años, hasta ser proclamado por la república como el “Hombre Leyenda”.
La prensa veracruzana por aquellos años era muy parecida a la actual. Acaso la modernidad abrió la puerta a más medios impresos, a las redes y a los electrónicos, radio y TV, que vieron en el periodismo el negocio del siglo.
Por aquel entonces el trato con los medios –el mismo que se observaría con Dante, Chirinos, Alemán, Fidel y Duarte- era igual. Acaso más crispado con los dos últimos que todo lo resolvían con cañonazos de a millón.
En Veracruz, el trato con los medios que no inventó don Fernando, ni Alemán Valdés o Ruiz Cortines siempre fue el mismo: de acuerdos y diálogo; de valores entendidos y estímulos y recompensas.
Y es que la realidad, deforme o no, señala que no se puede inventar nada nuevo en Veracruz ya que históricamente quienes nos dedicamos a este quehacer hemos carecido de una ley que nos proteja con un salario mínimo profesional.
Los más, acuden a la vergonzosa dádiva por hambre al no existir seguro de vida o médico y difícilmente un empresario de algún medio puede garantizar el patrimonio del periodista, gestionar o entregarle una casa digna o una pensión a la familia para cuando uno fallezca.
Es más, ni siquiera hay salario en algunos medios. Solo una credencial, y a veces ni eso… y ¡Que Dios te bendiga!
Eso siempre lo supo papá gobierno.
Hace 30 años, como hace cien, existe el embute o chayote. La dádiva o la ayuda del gobierno con una plaza para el periodista, su esposa o hijo. Y si eres chipocludo, tus relación te alcanzarán hasta para recomendar a la novia o al político en ciernes.
Pero no más.
De hecho cuando la Fidelidad y el Duartismo –como con Gutiérrez Barrios- había una lista de columnistas y reporteros a quienes se dispensaban unos billetitos de más, que ni eran tantos.
Y el modo de entrega.
A unos el propio mandatario los atendía. Otros eran chayoteados por el jefe de prensa o el secretario de Gobierno. Y algunos, los más, por una displicente secretaria que les pedía firma, identificación, RFC y hasta el acta de defunción, todo un lío.
Don Fernando siempre fue muy cuidadoso. “Debe usted entregarles el apoyo de manera personal, con humildad, sin atentar a su dignidad, ni ofender; muchos menos quedarse con ese recurso. No sabe usted si ese dinero es para la renta, la colegiatura de los hijos o para la alimentación diaria”.
A la prensa hay que respetarla porque “es el espejo del poder”. Es una fuerza real que modifica voluntades”, decía el hombre. “Es el centinela de la conducta de todo bueno o malo gobernante”.
Todos los días el mandatario llamado “Caballero de la Política” dedicaba una parte del día a platicar de manera personal o por teléfono con los directores, columnistas y responsables de la edición. En ocasiones, incluso, les mandaba unos taquitos a los de talleres, a los de rotativas.
“No quiero una prensa silenciosa”, decía. Tampoco aceptaba una prensa unánime ya que “todo político requiere de una dosis de impopularidad para que se le crea”.
Hoy, en el reinvento –reingeniería le dicen los que están en el poder- de la relación prensa-estado se acabaron los chayotes; se acabó el diálogo con la verdadera prensa; no hay convenios dada la bancarrota y se cree más en la corrupta prensa nacional, Televisa incluida, que en la aldeana.
Y tal vez se tenga razón.
Algo tendrían que pagar los comunicadores veracruzanos por doce años de insultos y denostaciones a Miguel Angel Yunes Linares; doce años de descalificaciones; doce años en donde le hicieron morder el suelo, y doce años en los que seguramente en alguna ocasión el hoy gobernador juraría que se la iban a pagar todos juntos… “¡bola de cabrones!” (el entrecomillado es del autor).
Hay, sin embargo, un detalle que se olvida.
La prensa veracruzana es inextinguible. El renacimiento que estamos viviendo es parte del cambio en donde Veracruz saldrá ganando… aunque otros pierdan.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo