SR. PRESIDENTE LIC. ENRIQUE PEÑA NIETO
¡DEFIENDA EL ESTADO LAICO!
ARTURO JARAMILLO PALOMINO
Confieso, que el anterior artículo, dirigido ya en carta al Sr. Peña Nieto, fue entregado en la casa residencial de Los Pinos, también copias fueron entregadas a diputados y senadores, dizque liberales, y dos amigos personales de la Suprema Corte de Justicia. Se cumplió. Ahora, a esperar, para que en base en la constitución, el Sr. Presidente, en unión del Congreso de la Unión, dé de una vez un manotazo a esos grupos retardatarios que unidos con algunas asociaciones religiosas, todos reunidos y enviados por la jerarquía de la iglesia católica, continúen en la búsqueda de lograr su golpe de Estado a través de un poder, dizque, muy poderoso pero que no termina por darse cuenta de que esos ideales quieren regresar a la época medieval y regresar al papel político que desarrollaban y que precisamente el presidente Benito Juárez, con sus leyes de reforma, logra separar, prohibiéndole participar en la dirección política-social del gobierno.
Ahora, esta segunda parte de mis Razones solo es para insistirles a estos personajes de la jerarquía política de la iglesia católica, y al mismo Papa Francisco, que nuestro país, pagó con sangre y muertos precisamente los fanatismos de estos grupos.
El Papa Francisco, hombre liberal, que pretende actualizar a la iglesia católica a los cambios, en una sociedad multicultural y pluri-política, declaró hace unos días “santo” (?) a un pequeño joven de 14 años que murió, precisamente, en actos de violencia iniciados por jerarquía católica. Sin méritos, a este pequeño lo hacen “santo”, acto con el cual se debe pensar en una ofensa hacia la política del Gobierno federal en relación a la propuesta de legalizar el matrimonio igualitario, base fundamental del Estado Laico, que, fundado en sus leyes, en la libertad de los derechos, sin distinción de género, de decidir en caso de la mujer, simplemente por voluntad propia, abortar o la aceptación de la diversidad sexual, igual que en el hombre en sus deseos personales, sin que les sean impuestos y obligados por quien sea, fuera religión, fuera gobierno…
¿Qué, acaso hay que recordar que vivimos en un Estado Laico?
¿Qué, acaso hay que estar recordando, luego entonces que no es difícil entender que a cualquier personaje o grupo le asiste la razón y legítimo derecho de tener su propia opinión, y que no se debe obligarlo a cambiar su decisión?
¿Qué, es muy difícil entender, para así, con la práctica de tolerancia, prudencia, respeto, para que todos seamos considerados con los mismos derechos?
¿Qué, acaso es muy difícil entender que de esta forma de convivir tendremos la libertad de creencias con beneficios de ser iguales?
Si nos detenemos a pensar, la actuación en últimas fechas de la Iglesia Católica, otros grupos religiosos y grupos de ultraderecha, es de confrontación clara y mal intencionada, sin medir consecuencias. Vuelve, como en el pasado, a atacar al Estado Laico, verdaderamente es preocupante y de alto riesgo, porque si el Gobierno federal, inclusive, estatales no ven, no oyen y hacen como si no pasa nada a sabiendas de que les corresponde obligadamente defender el Estado Laico... No es de hacerse guajes o no hacerse.
Permitir el Fundamentalismo de la Jerarquía Eclesiástica de la Iglesia Católica sería catastrófico.
Los cambios que registra la sociedad en general, hoy con más pluralidad, inclusive religiosa, política, hábitos, a la cuál podemos agregar, Pluralidad Cultural, hace imposible, que se piense igual en todos, o que alguno quisiera imponer su criterio.
En eso se basa el Estado Laico, separar funciones de la Iglesia de las funciones del Estado, permitir la Libertad absoluta de pensamiento, de expresión, de decisión.
De ello se desprende la confrontación visceral y torpe de la Iglesia Católica guiada por sacerdotes más que de fe, políticos convenencieros que pretenden penalizar el aborto o el derecho al matrimonio igualitario.
Para ellos nada justifica estas libertades individuales, quieren imponer su forma de ser y actuar, como en el pasado en esta época de transformación de la sociedad.
Sus expresiones, sus marchas, realizadas con toda libertad, confirman lo antes descrito en el Estado Laico.
¿Por qué se oponen, satanizan, causan fobias condenando a la mujer que aborte, o a la diversidad del sexo?
Hay sacerdotes casados, con hijos, hay sacerdotes alcohólicos, hay sacerdotes pederastas, violentos, agresivos, violadores, etc.
En el aborto, se apegan a su dogma, no aceptan lo que la ciencia médica ha demostrado, que en el embarazo, en las primeras 12 semanas, el Cigoto no es un ser definido, ES NADA, tampoco tiene Alma o Espíritu, que por ello si la mujer decide abortar simplemente por decisión personal, tiene la libertad de aplicar su decisión y punto.
En la diversidad sexual, que conviven en la comunidad Lésbica, Gay, Bisexual, Transexual o Intersexual (LGBTI) también existe esa libertad y simplemente debe aceptarse (!).
No es posible que una mayoría, o minoría, quiera imponer su criterio, su creencia al que no comporte esa actitud.
La Iglesia católica ha violado plenamente, sin escrúpulo alguno al Estado Laico, a sus principios consagrados en la Constitución. Desgraciadamente el Gobierno bajo Carlos Salinas de Gortari reformó algunos artículos Constitucionales y hoy son las consecuencias de dicha reforma anti-juarista que viene implantando o pretendiéndola, los gobiernos, sean del PRI, PAN O PRD.
Querer imponer en México un gobierno de ultraderecha y clerical, tal como sucede en Brasil, o en Argentina por decir algo, es permitir otra guerra cristera y dar un paso de retroceso a nuestra historia a partir de Juárez, tan solo por la ambición estúpida de la jerarquía eclesiástica de la Iglesia católica con o sin consentimiento del Papa Francisco, y con la complicidad de Gobiernos Neoliberales y de Ultra-Derecha, como los que hemos padecido en las últimas décadas, que con sus reformas no han más que motivado modificaciones constitucionales, anti-juaristas y pretendiendo entregar como otros aspectos de nuestra soberanía, a gobiernos extranacionales como en este caso al Gobierno del Vaticano.