25 de Noviembre de 2024
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas

TIERRA DE BABEL/ Vida desechable

 

 

Jorge Arturo Rodríguez

 

 

Cada día que pasa la ciencia y la tecnología avanzan, y nuevos estudios (sesudos) echan por la borda lo vigente: lo que ayer era cierto, hoy se pone en duda e incluso ya no es; este instante mañana ya valió madre. Somos volátiles (¿la insoportable levedad del ser?), fustigados por la utilidad transitoria, vida desechable. Poco importa la noche, el alba, las flores, el sol, las nubes, la tormenta, el crepúsculo, la luna, la prolongación del arcoíris, acaso sólo pa’ subvivir, atormentados, hasta las cachas de cansado (“Cansado de todo, cansado de mí”, escribió Baudelaire). ¿Dónde el Don de los Dioses, el acto creativo, lúdico, crítico, pulsaciones de ser, estar y vivir vivos, aunque suene a pleonasmo o perogrullada –¿es lo mismo?

Hace un par de años el profesor Robin Ferner, del Hospital de Birmingham, Reino Unido, señaló que “la risa puede no ser la mejor medicina después de todo; puede ser perjudicial para algunos pacientes, producir desmayos e incluso hacer que el corazón deje de latir –al menos hay documentado un muerto por una risa prolongada que provoca alteración del ritmo cardíaco”. Me lleva la madre que me parió. (Disculpen, castos oídos, pero es el mes de la Patria “chica de los Estado Unidos de Norteamérica”).

Sin embargo, Ferner “reconoce los efectos benéficos de la risa, la cual reduce la ira, la ansiedad, la depresión y el estrés. De igual manera, está demostrado que la risa reduce el riesgo de infarto de miocardio e infarto recurrente; mejora la función pulmonar en la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC); consume unas 40 kilocalorías cada 15 minutos y aumenta la tolerancia al dolor”.

Ferner agrega: “…la risa aumenta la tasa de éxito de las técnicas de fecundación in vitro, como lo demostró un estudio en el que el 36% de las candidatas a ser madres que fueron entretenidas por un payaso después de la fecundación in vitro y transferencia de embriones quedaron embarazadas en comparación con 20% en el grupo control que no tuvo espectáculo de payasos. Por este motivo, aunque sea “en pequeñas dosis”, Ferner no recomienda dejar de reír, ya que, aunque probablemente esto no conduzca a una vida más larga, al menos es posible que la vuelva más “agradable”. Asimismo, se recomienda hacerlo de forma espontánea, de manera en la que los músculos se relajen. De lo contrario, si la risa es patológica puede perjudicar seriamente la salud”. (sinembargo.mx/06-12-13). Tan tan, ¿o no, Tintan? Es decir, todo con medida, con o sin payaso.

¿Hay que reírnos de este pinche tiempo? ¿De estos gobiernos? ¿De nuestra mala suerte? ¿De la pendejadas que escribo? Ojo, el que se enoja pierde. Así que, ahí se echan por mí unos tequilas y unas carcajadas a la salud de la madre. ¿Cuál? ¿Acaso no vivimos un mundo desechable dónde vale una chingada todo y más en este mes patrio?

 

De cinismo y anexas

 

Alejandro Jodorowsky escribió: “Es necesario ejercitarse en reír, aunque sea sin motivo y haya que fingir la risa al principio. Una vez que seas capaz de reír a voluntad, comienza a anteponer a cada carcajada una frase que exprese un problema, una tristeza personal o colectiva. Por ejemplo: “Soy mortal y me voy a morir. ¡Ja, ja, ja! Siento que no tengo ningún valor. ¡Ja, ja, ja! Mis padres no me quieren. ¡Ja, ja, ja!

“Llega hasta donde puedas llegar, las afirmaciones más terribles suscitan cada vez una risa más franca, cada vez más sincera e irresistible”.

 

O sea, qué pendejos somos. ¡Ja, ja, ja! ¿Somos Quimosabi?