Pepe Valencia
Son Varios los aspirantes a la presidencia de la república. Los más reconocidos, Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray, Aurelio Nuño y José Antonio Meade, por el PRI; Andrés Manuel López Obrador (Morena), Margarita Zavala y Ricardo Anaya (PAN), los gobernadores Rafael Moreno Valle (PAN), de Puebla; Jaime Rodríguez, el Bronco (independiente), de Nuevo León; Miguel Ángel Mancera, de la Ciudad de México, y otros con menos probabilidades.
En la década de los 70, se hablaba con insistencia por estos rumbos de que el entonces gobernador Rafael Hernández Ochoa podría ser invitado al gabinete presidencial y después… acaso aspiraría a radicar por seis años en Los Pinos. Resultaron sueños guajiros.
Más tarde, la paisanada comentaba que Agustín Acosta Lagunes sería un excelente director de Pemex o incluso secretario de Hacienda, con tamaños suficientes para suceder a José López Portillo. Quedó en simple deseo de ilusos aldeanos.
Con ciertas reservas circuló en la segunda mitad de los años 80, la versión de que Fernando Gutiérrez Barrios arribaría al gabinete de Carlos Salinas de Gortari... y atinaron esta vez los tímidos agoreros. Fue nombrado secretario de Gobernación y hubo quienes presumieron que sería el próximo presidente de México.
Falló el vaticinio. En enero del 93, Salinas de Gortari le pidió la renuncia. También al Procurador General de la República, Ignacio Morales Lechuga, otro encumbrado veracruzano como Gutiérrez Barrios.
En 1998 asume Miguel Alemán Velasco la gubernatura de Veracruz y cumple un anhelo largamente acariciado. Pero escucha el canto de las sirenas y va más lejos que sus antecesores inmediatos, en parte azuzado por los susurros que le suelta Fidel Herrera Beltrán al oído: insinúa la posibilidad de postularse para presidente de la república.
Ya se imaginarán el revuelo que esto generó. El propio Alemán Velasco frenó a tiempo la eventual cargada. Declaró en emotivo mensaje, que provocó lágrimas de emoción o tristeza en la mismísima doña Christiane Magnani, que no sería candidato presidencial. ¿Por qué? Sólo él y unos cuantos lo saben.
Lo de Fidel Herrera quedó en mera intentona. La especie por él promovida subrepticiamente de que se lanzaría en pos de la presidencia no fue tomada muy en serio por sus propios correligionarios.
A raíz del inédito triunfo electoral de Miguel Ángel Yunes, el 5 de junio pasado, reputados analistas lo enlistan como potencial aspirante presidencial.
Y no es nada más porque sí. Veracruz es el tercer estado con mayor número de votantes y uno de los más importantes de la república, por encima de Nuevo León y Puebla, cuyos mandatarios se promueven abiertamente para la presidencia.
Desde ya es un personaje relevante de la política nacional, que en justa lid le arrebató al PRI la gubernatura del estado, aunque recibirá arcas vacías, abultadas deudas y un sinfín de problemas de corrupción, impunidad e inseguridad.
Si desempeña un buen gobierno, como todo indica que lo hará y capitaliza mediática y políticamente sus obras y acciones, júrenlo ustedes que Miguel Ángel Yunes es y será un formidable prospecto presidencial y su figura crecerá vertiginosamente en los próximos meses.
Lo veo como un poderoso presidenciable para el 2018 o, por lo menos, como secretario de Gobernación o en otro cargo del gabinete federal si gana Acción Nacional.