Agustín Contreras Stein
INCERTIDUMBRE
AUN CUANDO faltan cuatro meses, aproximadamente, para que concluya el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa, en la administración pública estatal no hay quien encuentre, todavía, el hilo de la madeja.
El más reciente de los dimes y diretes, que han sido, por así decirlo, el pan de todos los días, resulta ser el asunto de la nueva sustitución de placas vehiculares, que tratándose de ingresos económicos, es, sin duda, una buena cantidad de dinero que serviría, eso se piensa, para resolver algunos de los graves problemas económicos que tiene la presente administración.
Pero no, al igual que otras pretensiones gubernamentales, esta propuesta también se ha venido echando por tierra, con la finalidad de que los veracruzanos no tengan que desembolsar más recursos, pues es bien sabido que se esta pasando por una seria crisis económica que no permite pagar más impuestos, como éste, el relacionado con nueva placas.
Lo que sí se tiene que hacer, es regularizar a las unidades vehiculares que circulan por todo el estado, con placas que vienen desde otros sexenios atrás, es decir, que todavía se ven en las principales calles de las ciudades y carreteras del estado, a vehículos portando placas de hace más de diez años.
Todos ellos, se intuye que no han pagado impuestos y que se han seguido con las mismas placas, sin que haya autoridad alguna que les llame a cuentas, pues no son detenidos y hasta se corre el riesgo de que no se encuentren registrados y circulen ilegalmente.
Pero este es un asunto más que se suma a todos los problemas que se han generado en los recientes meses y que han puesto de cabeza a todo mundo, incluyendo a los propios auditores, que no han logrado aclarar ciertas situaciones de malos manejos de recursos, porque de lo contrario, ya se hubieran dado señales de alguna intervención en la administración pública estatal.
La incertidumbre todavía es el más negro panorama que se tiene que enfrentar, desde hoy a hasta el día 1 de diciembre, cuando se dé la verdadera transición del poder constitucional y un nuevo Gobierno tome las riendas de la entidad veracruzana.
Se espera, por hoy, que las cuentas cuadren, finalmente, con todo lo que se ha dicho respecto de la actual administración pública estatal y que para cuando se inicie el nuevo Gobierno, haya, cuando menos, una verdadera información sobre la situación financiera del Estado, pues a la fecha se habla de una verdadera debacle que nadie ha logrado detener, ni siquiera, por así decirlo, las propias autoridades federales que tiene en sus manos, supuestamente, las pruebas contundentes de un posible desfalco al patrimonio de todos los veracruzanos.
¿Cuál será el panorama para el día 1 de diciembre, es decir, en cuatro meses más?
¿Que estará pasando, verdaderamente, con los resultados de las investigaciones que se hacen, tanto a nivel estatal como federal, sobre el manejo de los recursos económicos?.
Todo esto es incertidumbre, desconocimiento del futuro de un estado, que ha gozado de enorme prestigio en su Gobierno y en sus gobernantes. Un estado, que se ha reconocido a nivel nacional, como de los pocos que cuentan con suficientes recursos para poder resolver sus más urgentes necesidades. En fin, un estado que lo tiene todo, como se manejara recientemente.
Faltan cuatro meses, sí, pero faltan todavía muchos sucesos que habrán de aparecer en este tiempo, sobre todo, aquellos que no permitirán una suave transición del poder constitucional, porque ahora, más que nunca, el desorden político, aunado al desorden económico, serán propiamente, los verdaderos protagonistas de este cambio de poderes en Veracruz.
Así se ve desde ahora, cuanto faltan, escasamente, cuatro meses de Gobierno.
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