Por Marco Aurelio González Gama
Ya en otras ocasiones me he referido cómo, en uno de los trabajos anteriores en donde presté mis servicios profesionales dentro del Gobierno de Veracruz, a la par de mis responsabilidades institucionales propias del encargo que tenía asignadas en la oficina en donde laboraba, tenía asignadas otras de carácter extraordinario que, básicamente, desempeñaba los fines de semana o en horarios fuera de oficina.
Lo anterior que voy a relatar sucedió durante el Gobierno de Dante Delgado Rannauro. Trabajaba yo como asesor en la Secretaría Técnica del gobernador, que era algo así como una oficina de staff de asesores, cuyo secretario técnico era el Lic. Adán Pérez Utrera. El Lic. Pérez Utrera había llegado a Veracruz invitado por Dante, después de desempeñar exactamente las mismas funciones en el estado de Tabasco, en donde se había desempeñado como secretario técnico de la oficina del gobernador Enrique González Pedrero. Adán, licenciado en ciencias políticas, como el que esto escribe, era uno de los dos hombres de más confianza del gobernador tabasqueño, el otro era el aún muy joven, pero muy brillante, Mauricio Merino Huerta.
Adán era un hombre muy cercano a don Enrique, a tal grado que en la casa de Gobierno (finca Grijalva), que en aquellos años se componía de tres viviendas, él (Adán) había recibido la deferencia del gobernador para que viviera con su esposa en una de esas tres residencias, en la de mayor amplitud vivía don Enrique junto a doña Julieta Campos, su esposa y, en la intermedia, habitaba su señora madre. De ese tamaño era la importancia que Adán tenía en Tabasco. Por su parte, Mauricio Merino, que era el coordinador general del Comité de Planeación para el Desarrollo del estado, también viene a colación en este relato porque en su oficina, que tenía un papel fundamental en la estructura de decisiones del Gobierno, trabajaron y se formaron muchos economistas veracruzanos egresados de la UV, así como que uno que otro estadístico, pero de eso hablaremos en otra ocasión.
Volviendo a Veracruz, el Lic. Pérez Utrera, además de ser el secretario técnico de Dante, también había sido designado para desempeñar igual cargo dentro del consejo político del Comité Directivo Estatal del PRI, en cuya cabeza estaba Armando Méndez de la Luz, que venía de ser secretario de Desarrollo Económico en la administración de Fernando Gutiérrez Barrios y después todavía lo acompañó un tiempo en protección civil en la Secretaría de Gobernación. Esta historia que voy a contar se desarrolla precisamente por encargo del propio Adán para que lo acompañara en esa aventura de trabajar para el tricolor pero sin estar precisamente dentro de su estructura de dirección partidista.
No voy a referirme a fechas en particular porque no tengo registrado el dato preciso, pero todo esto ocurrió en el año de 1991, en ese entonces el presidente del PRI nacional era Luis Donaldo Colosio Murrieta, que lo fue de 1988 a 1992, luego fue designado secretario de Desarrollo Social por Carlos Salinas de Gortari, lo que vino después ya todo mundo lo sabe.
Esta historia comienza un sábado de aquel año de 1991, ha de ver sido en el verano, era un día muy caluroso. Sonó el timbre del departamento que ocupaba en ese entonces en pleno centro de Xalapa, no tenía mucho de que me había casado, asomé por una ventana al estacionamiento y ahí estaba afuera el chofer del Lic. Pérez Utrera, han de ver sido como cerca de las cuatro de la tarde; le pregunté que qué se le ofrecía y me dijo que el jefe me quería ver en su oficina, que tenía un trabajo para mí, que me iba a esperar porque tenía la orden de llevarme con él a Palacio de Gobierno, que era el lugar en donde se ubicada la Secretaría Técnica. Le dije que me esperara, que me iba a arreglar, era sábado y por la tarde, estaba reposando previo a la comida, no hacía mucho que acababa de regresar precisamente de la oficina, en aquellos años se trabajaba hasta los sábados más como una guardia por si algo se ofrecía que por otra cosa.
La cosa es que me arreglé y me fui con el ayudante de Adán a la oficina, aún no llegaba, según sabía estaba en acuerdo con el gobernador y, seguramente, estaban acordando algún trabajo en especial que, sospechaba, era para lo que me quería el Lic. Pérez Utrera. Pues voy a esperar, pensé para mis adentros y me fui a mi escritorio que ocupaba en un área compartida con los demás asesores. Al poco rato se apersonó el Lic. Adán en compañía del contador Aniceto Castillo Vázquez, que era un personaje muy cercano al gobernador Dante Delgado, y que en ese tiempo ocupaba, según me acuerdo, la coordinación estatal de las Juntas de Mejoras.
Esta historia mañana continuará…