Jorge Arturo Rodríguez
Ustedes disculpen, pero el normalista asesinado en 2014, Julio César Mondragón, no fue desollado, así lo informó hace unos días la Comisión Nacional de Derechos Humanos, “la muerte se produjo como consecuencia de traumatismo craneoencefálico por instrumento contundente”, y el presunto desollamiento del rostro no fue por alguna arma blanca antes de su muerte, sino por la fauna del lugar, como perros y roedores. Así de simple. ¿Ya entendimos? En México pasa todo y no pasa nada. La realidad supera la ficción y lo que usted malinterprete. La cuestión es que lo asesinaron, lo hayan desollado, incluso degollado o no. Porque es fácil venir a decirnos, muchos años después, que cuando lo mataron ya estaba muerto. Qué cabrones somos. O dirán que cuando se iba a suicidar le salió el tiro por la culata. Sólo sucede en México.
La situación está de la chingada, lo neguemos o no, nos hagamos de la vista gorda o simplemente nos hagamos penjamos. Hay que reconocerlo y decirlo; hay que exigir a nuestras autoridades sensibilidad, conciencia, humanidad, empeño para cambiar la realidad en crisis de México. Los ejemplos de violencia e inseguridad hay muchos, están a la vista, en cada esquina. Hace unos días un familiar de mi amigo Gustavo Cadena Mathey sufrió una situación tremenda que padecieron todos los integrantes de la familia, parientes, amigos y conocidos. Mi solidaridad desde este espacio. ¿Quién sigue?
Los analistas coinciden en que la seguridad pasa por un momento de crisis, “la actual administración del Presidente Enrique Peña Nieto se ha visto asediada por las cifras de homicidios. En 28 meses se han registrado 76 mil asesinatos en el país. (…). La organización civil Semáforo Delictivo ha sostenido que de cada 10 ejecuciones, seis son responsabilidad del narcotráfico”.
El profesor de la Universidad Iberoamericana, Erubiel Tirado Cervantes, expresó que “las estrategias de seguridad del Gobierno de Peña Nieto han sido cortoplacistas. De ahí que tengamos ahora este resurgimiento de violencia que se puede ver en reacomodos de grupos criminales y de influencia. Pero sea cual sea las políticas de fondo, podemos ver que las políticas de seguridad de Peña Nieto han sido diversas y poco efectivas. Calderón [Felipe Calderón Hinojosa] nos dijo que eran 36 cabezas [del narco] que había eliminar. Y Peña Nieto la lista la elevó a más de 100 personas. Pero eso no necesariamente nos lleva a la desarticulación de los cárteles de la droga, dentro y fuera del gobierno. Es simplemente cumplir una meta de captura de capos no necesariamente lleva a la solución del problema de fondo” (sinembargo.mx).
¿Qué hace falta? La inseguridad nos invade. Según el Inegi, el 70% de los mexicanos sienten inseguridad en las ciudades. Más detalles: el 78% de la población manifestó sentirse inseguro en los cajeros automáticos; 61% cambió sus hábitos por inseguridad; 34% cree que en un año la inseguridad seguirá igual.
Ahí vamos, más bien, ¿cómo chingaos vamos? La verdad, yo me siento inseguro hasta en el baño –¿por aquello del Tigre de Santa Julia?
Dicen que la curiosidad mató al gato; parafraseo: la curiosidad mató al ratón. Es más, agregó: la inseguridad nos está desapareciendo.
De cinismo y anexas
Lo característico de la vida actual no son la inseguridad y la crueldad, sino el desasosiego y la pobreza, ¿será George Orwell? Y qué tal que ahora va todo junto con pegado… Estamos jodidos. ¡Qué México tan querido!