Agustín Contreras Stein
SE DIJO Y CON mucha razón que el Partido Revolucionario Institucional comenzaría su trabajo político con rumbo a la otra sucesión gubernamental precisamente al otro día de culminada la jornada electoral del 5 de junio pasado.
El tema era, sin duda, hasta antes de las elecciones pasadas, relacionado con el futuro candidato a la gubernatura de seis años. La de dos estaba, prácticamente, ganada.
Sin embargo, las circunstancias políticas tomaron otro rumbo y el PRI, confiado en la operación política realizada, así como en su candidato que para ese entonces había despertado mucho interés político en toda la entidad, perdió de la noche a la mañana del 6 de junio la posición mas importante que había detentado desde hace más de 86 años.
No había, aparentemente, nada que hacer, pues el mismo candidato Héctor Yunes Landa aceptó la derrota, declarando que los resultados de la elección no le eran favorables, lo que se sintió como un balde de agua fría, tanto para sus seguidores como para todos los priistas que hasta ese momento no tenían, como ya hemos comentado, ninguna duda de que la gubernatura de Veracruz estaba ganada, una vez más, aunque fuera por dos años solamente, pues todos confiaban, desde luego, en el proyecto pactado con Pepe Yunes Landa de continuar un proceso de gobierno para los próximos seis años.
Pero independientemente de las acciones legales que intentara el propio tricolor a través de sus respectivas dirigencias, nacional y estatal, como las inconformidades postelectorales, lo que seguiría inmediatamente estaba ya programado, es decir, sin dejar enfriar a la militancia priista, continuar con el trabajo proselitista, ahora para la próxima sucesión gubernamental.
Pero nada, todavía nada, porque muchos dirigentes de grupos políticos que ya les cayó el 20 de que han perdido la primera posición política de la entidad están a la espera de que su partido los convoque a seguir trabajando, ahora más intensamente, en la búsqueda de mayor confianza política, para que el Partido Revolucionario Institucional pueda tener mayor cantidad de votos, suficiente para que en el próximo gobierno de dos años retorne con su equipo a ocupar el Palacio de Gobierno.
Y ante esta inactividad política en todo el Estado, el PRI parece esperar que el análisis profundo de los resultados electorales le marque el camino a seguir y ver por dónde empezará el trabajo político que es necesario, ahora más que nunca, para rescatar, si es que así lo quiere, el gobierno de Veracruz. Por ahora, eso de comenzar al otro día de las elecciones el nuevo intento de confianza para la sucesión que viene, ya pasó, porque ha transcurrido, por lo menos, un mes exactamente de aquellos acontecimientos que marcaron la derrota de un partido político acostumbrado a ganar.
De ahí que el único que anda por los caminos de Veracruz es Pepe Yunes, quien ha marcado, pues, su territorio y ha dicho a los cuatro vientos que la candidatura para la próxima gubernatura de seis años será para él, dentro de un PRI, desde luego, que no tendrá otro personaje de esta talla para competir, de nueva cuenta, por la posición política más importante de todo el panorama estatal.
El PRI aparentemente se rezaga y no quiere comenzar a ver un Estado todavía con la tinta indeleble en los pulgares de mucha gente que votó en su contra y que se cobró, de esta manera, muchas de las promesas incumplidas a lo largo de estos 12 años de gobierno.
Por eso, Pepe Yunes se enfrenta, como se enfrentó el propio Héctor Yunes Landa, a una militancia y un pueblo en general inconforme, dolido y engañado, pero rescatable.
A eso seguramente apuesta Pepe Yunes, porque sabe bien que tiene la más dura prueba de toda su carrera política: la de lograr que se revierta la terrible experiencia política que ha tenido su partido frente a un pueblo que ha sabido dictar su propio veredicto.
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