Agustín Contreras Stein
EL GOBIERNO federal enfrenta, en estos momentos, un gran dilema: actuar en contra de los maestros de la CNTE, para terminar con la serie de bloqueos y tomas de carreteras y centros comerciales, o bien esperar que este movimiento, a todas luces politizado, avance por todo el país, hasta poner en riesgo la estabilidad de la nación.
La sociedad, en cierto modo, esta cansada de tanta guerra interna que ha generado violencia, inseguridad y el desquiciamiento total de algunas zonas del país, donde se ha recrudecido de manera alarmante la inconformidad del ala disidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Como en todo movimiento social, han entrado en él diversos intereses políticos que han puesto al Gobierno de la República prácticamente en jaque. No hay, al parecer, una solución justa a las peticiones de la CNTE, porque su pliego petitorio resulta ser improcedente, es decir, echar abajo las reformas constitucionales de la presente administración federal, principalmente en la referente al sistema educativo nacional.
Ante la imposibilidad de llegar a los acuerdos, las dos partes han intentado intimidarse. Por un lado, los propios manifestantes, empeñados en lograr su propia meta de echar por tierra la reforma educativa, y por el otro, el propio Gobierno de la República, que no acepta amenazas ni tampoco afectaciones al pueblo en general, tal y como ha estado sucediendo en algunas partes de los Estados de Oaxaca y Chiapas.
Actualmente, la situación general de este problema se ha recrudecido a partir de las declaraciones del Secretario de Gobernación, en el sentido de tomar acciones en contra de la CNTE para devolver la estabilidad general de las zonas afectadas. Para el Secretario Miguel Ángel Osorio Chong, el tiempo se ha agotado ante la imposibilidad, como ya lo hemos comentado, de que se pueda llegar a un acuerdo que permita la revisión a fondo de la reforma educativa.
Sin embargo, no parece que se puedan dar estas condiciones, más cuando se sabe que en este movimiento magisterial están interviniendo las fuerzas ocultas de un poder económico que ha respaldado desde hace tiempo a esta disidencia, pues no se puede concebir que tanta gente se encuentre operando en las protestas sin tener, siquiera, lo básico para poder alimentarse junto con toda su familia.
Partidos políticos, plenamente identificados, han estado detrás de este movimiento, donde el objetivo primordial es provocar la desestabilidad política y del marco legal que rige en el país, para poder saciar los intereses de unos cuantos y en los cuales va de por medio el propio interés político y económico de quien dirige a estos grupos disidentes del magisterio nacional.
La prueba está en que no todos los maestros están en desacuerdo, pues la mayoría de ellos se encuentran cumpliendo, día a día y al pie de la letra, con su deber de enseñar a las nuevas generaciones de mexicanos. Por eso duele de verdad que unos cuantos maestros, hayan atentado en contra de la educación y del derecho que tienen los propios niños y jóvenes a recibirla, pues como se tiene entendido, muchas zonas escolares han suspendido sus labores escolares por la falta de maestros responsables y por la misma obstaculización de la aplicación de clases en perjuicio de los programas educativos y de quienes tienen el derecho a recibirlos.
¿Cuál de las dos vertientes se tomará por parte del gobierno federal, ahora que se ha agotado el tiempo, como señala el mismo Secretario de Gobernación?
La inteligencia ya se ha aplicado para resolver los graves problemas del movimiento magisterial. La paciencia también se ha puesto de por medio para esperar una posibilidad de llegar a los acuerdos necesarios, pero falta llegar a los límites de la prudencia, para actuar conforme a derecho y sin perjudicar a nadie.
La sociedad, por un lado, acepta el reto del Gobierno federal para la aplicación del derecho, pero sin que este procedimiento tenga que arrojar mayores consecuencias.
El tiempo se ha agotado, pero todavía quedan de por medio la aplicación de otros instrumentos legales, pero antes que éstos, la prudencia de ambas partes.
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