Por Sergio González Levet
Los que son realmente observadores pudieron ver cómo asomaba una gotita de sangre de la boca de la dirigente nacional –interina– del PRI, Carolina Monroy del Mazo, cuando se refirió a que los movimientos que ha estado haciendo últimamente el Gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, “son legales, pero no éticos”.
Y esto de la sangre viene a cuento porque la señora seguramente se mordió la lengua cuando se quejaba de la paja en el ojo del mandatario veracruzano y no veía la viga en el propio.
¿Doña Caro, ejemplo de la ética política? ¿Doña Caro dando lecciones de congruencia? ¿Doña Caro reconviniendo a otros cuando ella tiene cola que le pisen?
Y lo digo porque hay que recordar que ella llegó a ser Secretaria General del CEN del PRI no precisamente por sus buenas credenciales como militante priista. No, ella llegó simple y llanamente porque es prima del Presidente de la República, que está emparentado cercanamente con la familia Del Mazo de Atlacomulco, de donde proviene la hoy lideresa de todos los priistas de México, de acuerdo con lo que dice el papel que contiene el nombramiento que le dieron como Presidenta –interina– del Comité Ejecutivo Nacional.
La designación-¿por prelación?– de la mexiquense es legal… pero seguramente no es ético.
¿Verdad que es así, señora y señores?
Se nota a leguas que la cúpula priista nacional, en su afán de limpiar la mala imagen que tiene ante el pueblo elector, está tomando medidas desesperadas, como ejercer una especie de canibalismo contra gobernadores a los que quiere hacer aparecer como los únicos culpables de los pésimos resultados de las elecciones de junio pasado, cuando que la culpa debe ser compartida (y aceptada), porque mucho pesó en el ánimo de quienes votaron por otros partidos la poca simpatía presidencial que permea entre las masas mexicanas.
La primera condición para cambiar y mejorar es aceptar las propias culpas y los errores que cometimos.
Yo no vi que Carolina Monroy del Mazo tuviera una participación importante en el proceso de las elecciones en 12 estados del país. En Veracruz pocos saben lo que hizo, o si hizo algo, en apoyo de los candidatos a Gobernador y a diputados locales.
Si la Presidenta –interina y prima– prefiere esconder la cabeza como dicen que hacen los avestruces, allá ella. Y si quiere deshacerse de su propia responsabilidad (ella era la segunda al mando del priismo en la elección de junio y gozaba de la cercanía con el “primer priista del país”), podrá encontrar o inventar muchos culpables, pero el problema para el otrora partido aplanadora ahí seguirá, y se proyectará en Veracruz el año próximo con las alcaldías, y en todo el país en las elecciones generales de 2018.
Ya cortaron la cabeza de Manlio Fabio Beltrones, ahora siguen con la guillotina encima de otros priistas distinguidos. ¿Hasta dónde llegará la repartición ajena de las culpas propias?
¿“Ética”, Carolina? Primero habría que limpiar la propia casa, aplicar los principios en la propia persona… y entonces sí, éticamente, acusar con el dedo flamígero y echar las culpas que se quieran.
¿O no?
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