Agustín Contreras Stein
HA LLEGADO el momento justo en que el PRI, tanto a nivel nacional como estatal, debe emprender un programa de renovación militante.
Tiene, de verdad, que sacudir el árbol.
No queda, al parecer, de otra, pues son muchos los que se han servido del Revolucionario Institucional sin que hayan devuelto un poco, siquiera, de lo que ahora tienen.
Muchos políticos de diversos calibres se han enriquecido a costa del tricolor, ya sea en puestos de carácter electoral, o bien en los que han funcionado desde el punto de vista administrativo.
Pero, eso sí, nadie se ha preocupado por lo que puede suceder en el futuro con esta organización política, que a decir de muchos analistas, es un partido con las más avanzadas ideas para alcanzar el verdadero destino de este país, como del Estado mismo.
Pero qué ha pasado.
Resulta que todos aquellos que se han cobijado en él han encontrado la forma de enriquecerse, sin cumplir, siquiera, con el mínimo requerido de los objetivos que tiene entre su propia plataforma política.
Cada quien ha mirado por sí mismo y esto es lo que ahora el pueblo se está cobrando.
El PRI es un partido avanzado, desde el punto de vista ideológico. La propia oposición lo sabe y hasta, en cierta medida, envidia, pero los que han militado en él se han preocupado por sí mismos, pero nunca han puesto en práctica los principios políticos que lo animan.
Pero tenía que llegar el día, la hora, en que el pueblo mismo exigiera, a través del voto, su propia renovación.
A nivel nacional, ya se hacen los estudios y se reflexiona constantemente sobre los resultados que hasta ahora se han arrojado con la elección del pasado 5 de junio. Todos los que han participado y participan todavía en este ejercicio reflexivo han llegado a la conclusión, como lo dice también la mayoría de la militancia priista, que es necesario hacer la limpieza de la casa, de sacudirse de los malos políticos que lo han tomado como rehén para sus propios intereses políticos y económicos. Hay mucha mugre que debe ser retirada cuando antes, pues vienen en camino los compromisos políticos, quizá, los más importantes de su vida política, pues nunca, también, se ha dicho, ha pasado por estos malos momentos.
Por eso cobra suma importancia que ayer los dos más notables protagonistas de los nuevos tiempos del PRI estatal, como es el caso de Héctor y Pepe Yunes, hayan comparecido públicamente para mostrar al priismo veracruzano que no hay división y que están en pie de lucha para reponerse de la trágica respuesta que tuvo el tricolor en la pasada jornada electoral.
Se han aclarado las cosas, a tal grado de que han declarado ambos políticos la gran altura con la que participan en este proceso del desarrollo de la entidad veracruzana, pues no dejaran un solo momento para demostrar que tienen unidad, respeto y fidelidad por los compromisos adquiridos, entre ellos el propio acuerdo político que no firmaron, pero que sus voces lo ratificaron constantemente ante el pueblo mismo.
Así, queda de manifiesto que Pepe Yunes será el candidato del PRI para la siguiente sucesión gubernamental, donde intentará ganar las elecciones para devolverle al PRI tanto el lugar que merece tener como el propio poder político que lo ha sostenido por más de ocho décadas en el Estado de Veracruz.
Mientras tanto, el proceso interno del propio tricolor ha comenzado a caminar seriamente, en el sentido de poder deshacerse de todos aquellos militantes que se han aprovechado injustamente para a costillas de este partido hacerse inmensamente ricos.
Y HAN SIDO LOS mismos Senadores de la República, representantes del Estado de Veracruz, en el Senado, quienes militan en el PRI, los que señalaron permanentemente, antes de que su partido tomara la decisión de cuál de los dos iría como candidato a la gubernatura, que cualquiera de los dos que llegara, primero a la candidatura y posteriormente a la gubernatura del Estado, lucharía para que se castigara ejemplarmente a quienes hicieron mal uso o manejo de los recursos públicos de los veracruzanos.
Fue un acuerdo de ambos legisladores, el cual, sin ser invitado, tomara como suyo también el actual Gobernador electo del Estado de Veracruz.
Se quería con ello levantar el ánimo entre los electores, demostrando que tenían la firme intención de hacer caso a la autoridad del pueblo, que para ese entonces ya clamaba justicia y el deseo de que alguien se atreviera a enfrentar esta situación, la cual, sin duda alguna, era delicada políticamente, pero que también resultaba llamativa para un pueblo con ganas de vengarse por muchos de los atropellos recibidos.
El candidato priista no ganó, por lo que no podrá cumplir con estas expectativas del pueblo veracruzano.
Pero sí ganó el tercero de los candidatos, que no siendo priista también se inclinó por esta decisión gubernamental, en su momento, haciendo los mismos ofrecimientos en campaña de castigar a los malos.
Y hoy, sin duda alguna, tiene el reto.
De no cumplir, sus proyectos políticos para el futuro en la entidad, se vendrán por tierra, como se vino ahora, el propio PRI, que nunca creyó que el pueblo se le fuera encima y se pusiera a mano en las elecciones pasadas.
Y hay que recordar que Morena espera que Miguel Ángel Yunes Linares no cumpla, para remontar en votos en la próxima elección.
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