Agustín Contreras Stein.
SI HECTOR Yunes Landa, con una diferencia de por lo menos 100 mil votos en contra, ha preferido aceptar su derrota, para no crear más daño político a Veracruz, y a los veracruzanos, entonces por qué el moreno Cuitláhuac García, con 200 votos en contra, sigue insistiendo en que se abran los paquetes electorales para hacer un recuento de voto por voto.
Tal vez, en su afán de convertirse en Gobernador, esté pensando que hay votos que no fueron tomados en cuenta y que podría existir la posibilidad de que remonte los resultados hasta ahora obtenidos.
Para tal fin, tendría, primero, que pasar por encima de Héctor Yunes Landa, que en una revisión de esta naturaleza no se quedaría callado o quieto, por lo menos si hay una enorme diferencia de votos que lograran superar los obtenidos por Miguel Ángel Yunes Linares.
Cuitláhuac está mal, por no decir otra cosa.
Pero entre su desesperación ayuda a crear un nuevo panorama político de controversia inútil ante los resultados que se han dado a conocer y con ello abonar, de nueva cuenta, a la posibilidad de complicar el marco político de la entidad, ahora que ya se están aplacando las cosas.
A Cuitláhuac le han metido la idea de que ganó las elecciones y que mediante un acuerdo nacional se le metió a Miguel Ángel Yunes Linares, para evitar que Morena obtuviera la gubernatura y con ello, el poder que necesita para la sucesión presidencial, donde Andrés Manuel López Obrador ya se está preparando para participar en esta contienda.
Es cierto que se dice en todas partes que el Gobierno Federal no dejará, por ninguna circunstancia, que el famoso Peje se coloque en posición envidiable para las próximas elecciones. Que dentro del mismo Partido de Acción Nacional existe la misma tendencia, es decir, cerrarle el paso definitivamente a un hombre que no haría nada bien al país en el supuesto caso de que llegara a la Presidencia de la República.
Se dice también que es preferible un acuerdo nacional entre el PRI y el PAN, para no dejarlo pasar a que comience, por ahora, a tener el poder que requiere para su propio proyecto personal.
Así se lo han dicho a Cuitláhuac. Así lo ve también el mismo López Obrador, que ha iniciado la estrategia de impugnar y de buscar la revisión de las casillas para hacer el recuento del voto por voto, lo que ya ha conseguido en la ciudad de México, pero que necesita ampliar hacia otros Estados de la República, donde y de acuerdo con sus propias cuentas, pudieron haber ganado las elecciones, entre esos Estados, sin duda, Veracruz.
Están creyendo que los porcentajes dados a conocer en las elecciones de la entidad veracruzana están relacionados con este proyecto, donde además del PRI, también participa el propio PAN.
Es pues, de nueva cuenta, una especie de complot, fórmula política que se le aplica a Andrés Manuel López Obrador, cada vez que participa, según sus propios cálculos políticos.
Lo mismo, pues, los morenos están pensando que está sucediendo en la entidad veracruzana, porque resulta extraño, dicen ellos, que sean, casi exactamente, cuatro puntos de diferencia entre los tres candidatos más fuertes de la contienda electoral de Veracruz, lo que se estableció desde el principio para cada candidato, quedando, como se sabe, Miguel Ángel Yunes Linares a la cabeza con 34 puntos; Héctor Yunes, con 30; y casualmente, Morena, con 26 puntos que en relación al primer lugar ya son ocho puntos que serían difíciles de remontar.
Por eso Morena está inconforme.
Cuitláhuac, también, porque así se lo ha dictado su Jefe político, es decir, Andrés Manuel López Obrador.
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