Columnista invitado
Nunca he dejado de reflexionar –más en estas fechas-, sobre cuál ha sido la mejor época para vivir. Yo crecí bajo la capa de aquella vieja conseja, casi una leyenda popular diría yo, de “que todo tiempo pasado fue mejor”, y la verdad es que durante mucho tiempo esa forma de pensar fue una constante en mi forma de pensar. No estoy seguro hasta cuándo ese prisma con el que veía la realidad orientó mi andar por la vida, pero es muy probable que no haya pasado de la adolescencia.
No sé si tenga algo qué ver esto que voy a contar con aquella conseja, pero alguna vez hasta llegué a pensar que hubiera sido muy bueno nacer, no sé, unos veinte años antes para que hubiera conocido a mi abuelo materno, que era todo un personaje. Se llamaba Trinidad, tocaba el banjo, era encantador, un bohemio al que gustaba vivir la vida al día a día, que se sabía muchas historias de la vida y era un gran cuentista, según mis hermanos mayores, un ser de película.
Mi percepción de las cosas ha cambiado con el tiempo. Al final soy un convencido de que no, creo que no cambio la vida de esta época tan alucinante y de tantos cambios que me ha tocado vivir por ninguna otra, a pesar de lo dicho anteriormente. Fui el último de mis hermanos y ya no puedo hacer nada para revertir el tiempo, casi todos ellos disfrutaron de mi abuelo –y los envidió- a excepción de los dos últimos de la fila que fuimos mi hermano Octavio, ya fallecido, y un servidor. Tendré que seguir imaginándome como hasta ahora cada vez que veo su fotografía en blanco y negro, de cómo era en persona mi añorado abuelo Trini, aún sin conocerlo lo he amado y respetado.
Yo nací en la década de los 60, es decir, cuando empezaba la carrera por la conquista del espacio entre los Estados Unidos y Rusia, que en aquel entonces se llamaba Unión Soviética. Exactamente el 25 de mayo de 1961, John F. Kennedy anticipó, en lo que yo llamo el ejemplo más notable de prospectiva científica –lo pongo de ejemplo en mis clases de Geopolítica-, que antes de que terminara la década, el hombre estaría pisando nuestro satélite natural: “Creo que esta nación debe comprometerse consigo misma a lograr la meta -antes de que termine esta década- de llevar un hombre a la Luna y retornarlo en forma segura a la Tierra”, dijo Kennedy en ese momento, ante el asombro de la prensa y de los estadounidenses en general.
Y como todos sabemos así sucedió, el 20 de julio de 1969 Neil Armstrong puso por primera vez los pies de un ser humano en la Luna, a partir de ahí viajar por el espacio se convirtió en algo casi rutinario. De hecho, desde 1957 la “carrera espacial” ya había iniciado cuando la URSS logró la hazaña de poner en la órbita de la Tierra al primer satélite artificial, el “Sputnik”. Fueron los primeros pequeños pasos para el hombre, pero en los hechos lo que estaba aconteciendo era un gran salto para la humanidad entera. Ya sé que hay mucha gente –muy respetable por cierto-, que piensa que nada de eso ha ocurrido, que todo se ha escenificado en gigantescos estudios de televisión y que todo ha sido un monumental engaño. Qué le vamos a hacer, a la fecha hay quienes siguen pensando que Pedro Infante en realidad no ha muerto.
Al cabo de los años –casi 50 después-, el hombre está explorando prácticamente el “infinito y más allá” del espacio sideral. La sondas Voyager 1 y 2 son los objetos aeroespaciales construidos por el hombre más lejanos de la tierra, de hecho cada día que pasa se alejan más y más (la 1 viaja a ¡más de 62,000 Km/h) y hoy tenemos imágenes espectaculares que nos envían del espacio y de algunos planetas y sus lunas que jamás antes nos imaginamos; y qué decir del “Hubble”, el telescopio espacial, que igual ha fotografiado todo el universo, y ya no hablemos de la Estación Espacial Internacional y mucho menos del Sistema de Transbordadores Espaciales con sus naves reutilizables Endeavour, Columbia y Enterprise (más el Challenger que explotó en su despegue) ya en desuso.
Pero lo que verdaderamente ha cambiado a la humanidad y a nuestra manera de ver y concebir el mundo es la era de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (las TIC, la era de la Información ya la dejamos atrás). Hace como 24 años me topé por primera vez con una “Mac”, era la Macintosh 128K, con una pantalla como de 12” y fue una visión impactante. Hoy vivimos la época en la que cualquiera puede cargar en un buen Smartphone al mundo en sus manos.
Vivimos la era de las “App” (aplicaciones), que son dispositivos de Software que amplían las posibilidades de nuestros ordenadores electrónicos, desde una Tablet, un celular, una PC portátil, etc., no hay límites de nada, para todo hay aplicaciones y las redes sociales han venido a complementar este nuevo estilo, esta nueva forma de vida de la era de las comunicaciones al instante en donde lo común es que “nos acercamos los más lejanos, y nos alejamos los más cercanos”. Hoy todo el mundo desde su celular puede reportear al mundo entero un hecho histórico que está sucediendo frente a sus ojos al instante (mass media), o sea, y para decirlo en otras palabras, el universo ya no tiene secretos ni fronteras. Soy un seguidor en Twitter del astronauta de la EEI, el estadounidense Scott Kelly, hace poco le envié un twit, lo que hago recurrentemente y he logrado que, al menos uno, me lo conteste.
Esta es una época increíble, la humanidad ha avanzado en los últimos 30 años como jamás nunca antes lo había hecho y en mucho más tiempo. Yo no quiero pensar qué hubieran hecho los griegos antiguos –a quienes debemos la cultura occidental-, si hace 3,000 años en lugar de contar con el Oráculo (de Delfos) hubieran contado con una Mac, con Google y con Wikipedia… Por supuesto que estoy bromeando, era imposible que ellos tuvieran esas herramientas, pero nosotros sí, así es que aprovechémoslas.
Esta es la mejor época para vivir, no me canso de repetírselo a mis hijos, todos los días el mañana trae algo nuevo por descubrir o aprender.
Feliz 2016.