Agustín Basave
Columnista invitado
La arena más tangible de la lucha política es la prensa. Aquí se plasman las estrategias de posicionamiento de los actores, mientras que los columnistas moldean la opinión publicada. Eso sí, hay de columnas a columnas. En unas se hacen análisis rigurosos a partir de convicciones y se llega a públicos masivos, y otras conforman un sistema de mensajería de élites. A estas últimas me voy a referir.
El gobierno es su principal usuario. Tiene el poder, el dinero y la información para operar ofensivas periodísticas concertadas. Desgraciadamente, se ha abusado de la queja y se ha generado el anticuerpo del compló. Cierto, a veces se recurre a la victimización, pero por favor, que nadie insulte la inteligencia de los lectores escandalizándose cada vez que se señalan estratagemas para endilgar una imagen negativa al adversario, como si fuera impensable que existieran. ¿Por qué se abstendrían de hacerlo quienes detentan el poder, por su solidez ética? ¿Y por qué rechazarían auspiciar el espectáculo columnistas afines o de plano inescrupulosos? Esas campañas de desprestigio son asaz comunes, y no sólo en México.
Pues bien, tengo la impresión de que el gobierno federal no quiere que yo sea presidente del PRD y está iniciando una campañita para impedirlo. No lo afirmo categóricamente para no facilitar el trabajo de los pudibundos detectores de paranoia, aunque ya sabemos que también a un paranoico lo pueden perseguir. Mejor le explico a usted por qué. El 11 de mayo del 2012 lanzaron la patraña de que fui el “orquestador” de los “porros” de la Ibero contra Peña Nieto (con esas palabras me acusó en Twitter un vicecoordinador de la campaña del entonces candidato presidencial del PRI) y a la fecha me siguen culpando (me lo han corroborado varios amigos priistas) de lo que llamaron el “viernes negro”. Francamente, me encantaría colgarme la medalla del #YoSoy132, pero no puedo: la verdad es que los estudiantes actuaron por voluntad propia y nada tuve que ver con esa protesta. De lo que sí asumo la responsabilidad es de haber publicado en este espacio, desde hace cuatro años, muchos artículos muy críticos contra el peñanietismo. De modo que tienen razón en creer que yo sería un dirigente firmemente opositor.
¿Cuáles serían, en su vertiente mediática, los prolegómenos del probable intento de injerencia gubernamental en el proceso perredista? Mire usted: un escritor gobiernista, que redime su mediocridad literaria con un seudónimo periodístico, se hace en su columna un autorretrato y lo proyecta contra mí en afán de degradarme como académico. Un columnista famoso por sus juegos en la primera división del periodismo corrupto pero apantallador insiste en lanzarme su veneno. Y un periodista menos burdo, más refinado, cuyas opiniones coinciden con asombrosa frecuencia con las de los priístas, me dedica varios textos descalificadores. Y conste que aludo únicamente a los más conocidos, porque sobran ataques en columnas anónimas y en artículos menores. ¿Qué dicen? Más o menos que soy un desconocido que anhela ser manipulado para convertir al PRD en sucursal de otros partidos (por aquello de las alianzas que, oh casualidad, tanto teme el gobierno). Ah, y ahora se da el nado sincronizado al son de mi ex priísmo. Aunque renuncié al PRI hace más de trece años —y he sido simpatizante perredista declarado—, sistemáticamente editorializan: el expriista veleta. Me pregunto cuál es el término de prescripción del delito. La conversión de Cárdenas y López Obrador es más antigua, pero hay gobernadores, senadores y futuros jefes delegacionales postulados el PRD y Morena que dejaron el priismo después en la misma época que yo y a quienes ya no etiquetan.
Le pido un favor. Lea lo que he escrito sobre este régimen, coteje con información fidedigna lo que se dice de mí en esos mentideros —que comienza a pasar de la diatriba a la calumnia— y lea también a los buenos periodistas, porque la crítica auténtica se distingue fácilmente de la consigna impuesta o autoasignada. Así sabrá si me equivoco en mi apreciación. Júzguelo usted, pues.
@abasave