Por Edgar Hernández*
Previsible y necesaria una sana distancia.
Ambos luchan por lo mismo, pertenecen al mismo partido político y si bien hay un pacto de por medio que de manera previsible respetarán, es inevitable que al librar una lucha por la misma posición, al momento de las definiciones cada quien tomará rumbo distinto.
El tema, sin embargo, es que no se logre el objetivo avieso de los fidelistas apartados o los yunistas rojos, de que Héctor y Pepe antes de tiempo jalen por su lado para dar pábulo a una derrota del PRI.
Héctor necesita a Pepe y Pepe necesita a Héctor.
Así que en este dilema y ante la impericia del primer priista veracruzano, Javier Duarte, de tender un puente de concordia con Pepe, urge la presencia de un factor de unidad interno o, en su caso, externo, que traiga la unidad al PRI.
Si es interno, hay que buscar entre Amadeo o Flavino y acaso como factor imparcial Gerardo Buganza. Si es externo, el árbitro deberá ser el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong.
De lo contrario, Héctor Yunes Landa seguirá con su juego y Pepe irá con el suyo por la libre.
Hoy la estrategia de Héctor es clara. Libra una lucha consigo mismo por no sacar sus cartas, no pelear con los malosos, no amenazar, ni regresar a las advertencias de cárcel para los saqueadores, tal como lo hizo hasta antes de la conciliación de marzo con Javier Duarte.
Bien entiende que hay reglas de juego que no puede violar… al menos hasta que no tenga el poder.
Por ello, Héctor, un experimentado político, se ha ganado la animadversión de una parte de la clase política por su actitud agachona, que en lo aparente pareciera se le dobló a Duarte a quien le acepta prebendas y diálogo, aunque en el fondo sabe que todo es política, que no pertenece al grupo de la Fidelidad y ni quiere, pero además tiene un ojo al gato que en cualquier momento le clavarían la daga si no se pone buzo.
Lo mejor o lo que tiene planeado para su gobierno, en caso de ganar, sea por la de dos o por la de cinco años, habrá de suceder una vez que se de la nominación en su favor donde habrá de retomar más que su discurso, su convicción y legitimación si quiere ser gobernador, de ir hasta el fondo en la lucha contra la corrupción.
Ése es su interés y la demanda de los veracruzanos.
Para el caso del senador José Francisco Yunes Zorrilla, la meta y el tema si bien son iguales a los de Héctor, sigue caminos diferentes.
Con 20 años de trabajo partidista y amplio respaldo ciudadano, el peroteño le apuesta a la indeclinable decisión del centro sin que pase por el tamiz o la opinión del primer priista veracruzano. Le apuesta, al igual que Héctor, a las encuestas.
Y si bien el choleño ya sacó la suya, que fue aprobada en la misma proporción que censurada por una parte del priismo ya que se afirma que es un traje a la medida, Pepe tiene la propia de Roy Campos quien con más mesura comprueba que Pepe va arriba, pero sólo a cuatro puntos de Héctor.
Pepe Yunes, de meses atrás percibió el veto de Duarte.
Ha soportado las groserías de los fidelistas disfrazados de duartistas, sus boicots, cero apoyo, censura de cierta prensa y minimización a sus llamados de ordenar la administración pública deslizados por el propio Secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Pepe, sin embargo, como él mismo ha dicho, ¨no soy un pendejo¨, al tiempo que advierte la ruptura si persiste esa situación de veto y que no esté el piso parejo cuando se tome la decisión de quién será el candidato.
Héctor, por su parte se cura en salud adelantando que iría con todo con Pepe y trabajaría en su gabinete en el caso de que su par llegue. Lo dice acaso porque espera que Pepe diga lo mismo, pero Pepe sigo enconado.
Anda molesto. En corto censura. En no tan corto y de cara a los Ginos manda mensajes recios al gobernador y en lo implícito a Héctor, que adelantan la ruptura con el PRI y consecuentemente con Héctor.
Al momento y a semanas que se inicie el proceso de la sucesión del 2016, para el mes de octubre, el PRI está fracturado, la división está prohijada por el propio primer priista y no se le ve cambio de línea.
El rechazo a Pepe podría traducirse en una migración con todo su capital político a una eventual candidatura ciudadana tipo Bronco, como ya se adelantó… pero qué podría pasar si se alía con Miguel Angel Yunes Linares, con quien ha tenido diálogo.
El enemigo público número uno, no de los veracruzanos, sino de Fidel y Javier, se ha mantenido sospechosamente silencioso y no precisamente porque esté en la inmovilidad o ése sea su estilo.
Él es un hombre hiperactivo, un animal político. Sabe cómo medir circunstancias y fuerzas de poder y fundamentalmente sabe que su victoria está a sólo un puñado de votos (entre 27 mil y 80 mil sufragios separan al PAN de la victoria) y si bien los azules están divididos, en una lucha por el arrebato del poder habrán de unirse.
Pepe con Miguel derrotarán al PRI.
Al unirse el apellido Yunes, irían de la mano con la bandera de cárcel para el gobierno saliente que sin duda habrá de concitar el respaldo popular y que Dios agarre confesados a quienes están ciertos que este arroz ya se coció.
A todo ello la pregunta obligada es qué gana Pepe… tal vez la satisfacción de haber contribuido al funeral de la Fidelidad con pena punible a sus artífices.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo