Salvador Muñoz
¡Llevo en mi pecho los colores del América! Uno de los versos quizás más significativos en la canción que inmortalizara a dos Carlos: Blanco y Reinoso.
Carlos Blanco es el compositor y aunque la cantó, no tuvo tanto éxito como sí Carlos Reinoso, el emblemático jugador del América y hoy director técnico de los escualos.
Llevar los colores de un equipo es una forma de orgullo. A mí no me da pena expresar mi americanismo como a Toño Reyes González (hijo de Reyes Isidoro) su pasión por el azul celeste o el regidor Silem García Peña, su amor por el auriazul Puma.
Eso sí, me pueden juzgar, pero no me va el Tri y si hay que elegir entre un partido de México o del América, mil veces prefiero ver a los amarillos que a los verdes.
II
El “Romance Sonámbulo” de García Lorca parece haber impregnado a un partido y sus candidatos que se avergüenzan de sus colores y siglas.
Camisas verdes, letras, verdes, fondos verdes… sí, el grito de los priistas suena al verso “Verde que te quiero verde”.
Por eso algunos manejan su nombre con letras chiquitas y logo chiquito.
Hoy, el Tricolor, o PRIcolor, sabe su posición dentro del escenario electoral. Hay un alto porcentaje de la población que está resentida con estas siglas, con su presidente y todo lo que representa a este partido.
Los candidatos están conscientes de ello y apuestan, muchos de ellos, a la simpatía, popularidad, recursos económicos envueltos en promesas y algunos, muy pocos, a su trabajo de gestoría… por eso, hoy se pintan de verde.
III
Claro que en el PAN no cantan tan mal las rancheras… si bien mantienen el azul en sus promocionales, allá, en una esquina, discreto, aparece el logo del partido, dando prioridad a un eslogan que aporta una idea y remata con el “¿a poco no?”
Algunos candidatos, sí utilizan el logo del PAN a buen tamaño, pero por lo regular es donde tienen fuerte presencia, como el caso de Tantoyuca o Córdoba.
Por supuesto, entre “¡Arriba Montana!” y moches, así como las casas blancas de Peña Nieto y su Gaviota, por decir algunos casos, es comprensible que los candidatos de ambos partidos lo que menos quieren es recordar a la gente sus traspiés para evitar que “se las recuerden”.
IV
Pero en el caso particular del PRI, que apuesta al voto duro, al abstencionismo, a la atomización del voto gracias a por lo menos diez partidos en contienda electoral, es llegar al día de las elecciones sin nada que motive a la gente a salir a votar en contra de un partido que se avergüenza de sus colores, de sus siglas, y lo más que pide es que si aparece, sea el siete de junio, en las boletas electorales… mientras, con el perdón de García Lorca: ¡verde que te quiero verde!