Gilberto Haaz Diez
*Si algunas personas se alejan de ti, no te pongas triste, es la respuesta de Dios a tantas veces que le pediste: Líbranos de todo mal, amén. Camelot.
RUMBO A JAPÓN
Para cuando mis 72 lectores lean esto, hoy martes debo andar trepado en un Aeroméxico y en un Delta, rumbo a Japón, que tiene una cultura milenaria y muchos japoneses. Con una escala en el aeropuerto de Los Ángeles, que mexicano fue y hoy es parte de territorio apañado americano. El sábado pasado, apenas hace dos días, en el comedero Mardel del gran Siles, la sucursal de El Gaucho, nos convocamos a comer con valor mi hermano Enrique, mi hijo Juan Carlos, Rico (José Luis) —el amigo que no es rico— y quien esto escribe con el doctor Enrique Ampudia Mello. Con él puede uno quedarse platicando (cuide los gerundios, me decía mi maestro de primaria, cuando uno apenas sabía qué demonios eran los gerundios. Va: “En el contexto particular de la gramática, el gerundio es una conjugación del verbo que demuestra una acción; pero no está definida ni por el tiempo, el modo, el número ni la persona. El gerundio es una de las formas no personales del verbo o verboides. En general el gerundio puede adoptar dos formas, la simple —por ejemplo, comiendo— y la compuesta, construida mediante el uso del verbo auxiliar haber —habiendo comido. Los verbos de la primera conjugación [acabados en -ar] se forman con la terminación o desinencia -ando, mientras que los de la segunda y tercera conjugación [-er, -ir] lo hacen con –iendo’) infinidad de horas, repasar su vida política porque, como decía Kamalucas, un filósofo de mi pueblo, la política es una tentación comprensible.
Entre unos pescados y los bifes de filetes de Siles, y dos pegues, se nos fueron tres horas donde rememoramos su paso por la política veracruzana, su amistad con Beltrones, con Murillo Karam, Madrazo, el tiempo que sirvió a Veracruz con Patricio Chirinos; cuando auxilió al presidente Peña que aún no soñaba ni siquiera ser gobernador, y mírenlo dónde está. El gran respeto que tiene y mantiene por el gobernador Javier Duarte, que una mañana le llamó a venir a servir a Veracruz y a ayudarle a cerrar el sexenio, como se deben cerrar los sexenios: a tambor batiente.
Es una gente de trabajo. Estos Ampudia son listos. Tiene un pariente, Ricardo Ampudia, Master en Comunicación por la Pacific Western University, que ha sido director de Prensa Extranjera y Relaciones Públicas de la Presidencia de la República y fue Director de Comercialización de Fonatur. Se desempeñó como Cónsul General de México en Houston, Director General de Protocolo de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Subsecretario de Promoción Turística de la Secretaría de Turismo y hace unos días estaba en la terna para la Comunicación de la Presidencia, como estuvo Ampudia a ocupar el lugar de Beto Silva, pero Duarte pensó que mejor le serviría allí, a su lado, cerquita de dios.
LA POLÍTCA
Hablamos de mucha política. Lo que él piensa que debe hacerse y de la valiosa ayuda que tendrá el Jefe del Ejecutivo, porque Ampudia es una gente pensante, serena y para ayudar a gobernar hay que tener, primero, el pensamiento fresco y la serenidad. No volarse, ya lo dijo Manuel Vicent: “La política, como el póquer, es un juego duro, frío, inteligente, nada temperamental. En política nunca ganan los jugadores que se calientan para recuperar el poder a toda costa e insultan al adversario sacando humo por las orejas y con un sabor de ceniza en la boca. Al final, tres horas después allí se rompió una taza y cada quien para su casa. Foto obligada del momento, en el bulevar de Veracruz, fuera de ese restaurante que un día se llamó Garlics, del gran Pepe Ajo, un tiburón de cepa.
EL VIAJE
Para cuando se lean estas líneas, debo andar volando por el Pacífico. Me dijo mi hijo Juan Carlos que hay una parte donde te asomas y se ve Hawai. Mí desconocer esta zona, diría un pueblerino. Voy invitado por el gobernador Duarte, me imagino que otros más también, a La Tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Reducción del Riesgo de Desastres, donde Veracruz es campeón. A Sendai, Japón, unos días, sitio a 300 kilómetros de Tokio. Donde hablan japonés. Un vuelo de 16 horas que apanica a cualquiera. Picasso lo dijo muy bien: “No le tengo miedo a la muerte, sino al avión”. Y García Márquez tuvo miedo, lo superó y escribió una joya llamada El Miedo a Volar: “Entre los grandes especialistas del miedo al avión no hay ninguno mejor que don Luis Buñuel, que a los ochenta años sigue volando impávido, pero muerto de miedo. Para él, el verdadero terror empieza cuando todo anda perfecto en el vuelo y, de pronto, aparece el comandante en mangas de camisa y recorre el avión a pasos lentos, saludando a cada uno de los pasajeros con una sonrisa radiante. Mi madre no ha volado más de dos veces en su larga vida. Nunca ha sentido miedo, pero conoce muy bien el de sus hijos —que son doce—, de modo que mantiene siempre una vela encendida en el altar doméstico para proteger a cualquiera de nosotros que se encuentre en el aire. Su fe es tan cierta, que a uno de sus hijos —que es ingeniero de caminos— se le cayó hace poco un buldozer en una cuneta. Mi madre oyó decir que el rescate podía costar más de 100.000 pesos, y le dijo a mi hermano que no gastara ni un céntimo, pues ella iba a encender una vela para sacar el buldozer. Mi hermano la reprendió: “Sólo a ti se te ocurre que una vela puede sacar un buldozer de una cuneta”. Mi madre, impasible, le replicó:
—¡Cómo no va a sacarlo, si sostiene un avión en el aire!
Visítenos: www.gilbertohaazdiez.com