24 de Noviembre de 2024
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Acertijos: Tlacotalpan

Gilberto Haaz Diez

TLACOTALPAN

*Cuanto mayor sea la mentira más la creerán. Camelot.

 2 de febrero. Tomo la autopista Orizaba-Veracruz. En la caseta de Paso del Toro me desviaré hacia Alvarado. La temperatura oscilará entre 25 y 18 grados. Orizaba amanece frío. Voy a las fiestas de la Candelaria, El legendario 2 de febrero. La historia bíblica cuenta que se conmemora la presentación del Niño Jesús en el Templo. Y en Tlacotalpan, Pueblo Mágico, oh tierra bendita de Dios, Patrimonio Cultural de la Humanidad, cada año se congregan miles y miles de turistas. “En Tlacotalpan todo se cura, todo se olvida, se cura el alma que es incurable, cuando está herida”. Este fragmento es de la autoría de Julio Sesto, español, creador de aquella poesía cumbre, Las abandonadas: ¡Como me dan pena las abandonadas, que amaron creyendo ser también amadas, iban por la vida llorando un cariño, recordando un hombre y arrastrando un niño! Julio era español. Nació en Rosal, Pontevedra, España, en 1871 y murió en ciudad de México en 1960. Escritor, radicado en el país desde 1899. Vivió en Veracruz, en Tlacotalpan, y ayer el pueblo celebró las Fiestas de la Candelaria. En esa zona donde el escritor Roberto Blanco Moheno magnificó la mejor novela costumbrista y pueblerina que se ha escrito: Un son que canta en el río: ¡Bogando, con una Chingada! Llegábamos a la Trocha. El Julián, el Arturo, y el José María flojeaban con los remos, mientras el Enrique apenas si apretaba el canalete. Yo iba, acurrucado a proa, escogiendo los mejores pescados para la casa de gachupín. Y el tío Tamarindo, sentado en la popa, acababa de soltar la voz a través de la boca chimuela, amargada por años y años de chupar la fuma de tabaco traída de San Andrés: ¡Bogando, bogando, con una chingada!

 EN SALINAS

 10:30, cruzamos Salinas, pueblo pegado a El Mosquitero, una aldea pueblerina donde los chamacos cambujos, tostados por el sol, con la panza descubierta y llena de lombrices piden que les compren los famosos platanitos fritos, caseros, hechos a mano, fritos con aceite casi de camión, la salsa aparte. En el cruce de un puente inconcluso, el que desvía hacia el verdadero viejo Paso del Toro, en las vías, lo bordeamos, tiene 17 mil años que están por terminarlo, entre el Gobierno del estado y el federal, se echan la pelota, parece Franja de Gaza, no pertenece a nadie. En los puestos, guanábanas, piñas, papayas, tamarindo, plátano, yaca, algo que dicen es ‘como el Viagra veracruzano’, o alguna jalada. Las frutas de la tierra veracruzana, a la vista. Cerca de aquí existe una empacadora de frutas, de Herdez, venida a menos, la han cerrado por incosteable, en Los Robles. Como la leche que compraba Nestlé en toda la zona. Salinas es un pueblo que no obedece al nombre de Carlos, no se vayan con la finta. Es muy viejo, creo que lo bautizó Pedro de Alvarado cuando anduvo y andó por estas tierras, en 1519, tierras que olían a Conquista. La carretera ahí va, mucho mejor que la de Capufe. En Salinas se venden los mejores tamales de elote. Ya rondamos por La Laguna, vemos la desviación de Tlalixcoyan. Ya huele a tamales de elote, aparece la geografía pueblerina, La Mixtequilla, El Corralito, el contraste entre la modernidad y lo clásico, un Oxxo pegado a la carretera.  Uno de los 13 mil que hay en el país, el conglomerado más grande de venta de frituras de chatarras. Una patrulla de la Federal de Caminos a las vivas, multan a un pobre chatarrero. Los campos sembrados de piña, a ambos lados de la carretera. Aquí llega uno a Loma Bonita, Oaxaca, la ciudad de las tres mentiras: ni está situada en una Loma, ni es Bonita, ni es Oaxaca, piensan y viven como veracruzanos. Como Santillana del mar, en la Cantabria española: ni es Santa, ni es llana y no tiene mar. Los sombreros de palma a 25 pesos. Los de tres pedradas, los que usan los rancheros y lecheros de esta zona. Los del campo, pues. El presidente Echeverría, en su paroxismo de locura, creó un aeropuerto internacional en Loma Bonita, no pensaba mal el hombre, era para que desde allí se exportara la piña al mundo, lo que pasa es que en aquel tiempo los narcos se vieron más listos y la utilizaron para el trasiego de la droga. Hasta que un día llegó el Ejército y la selló.

EL TIEMPO

La temperatura está a 26 grados. Comienza a sentirse un Norte. Es fresco, despeina. Mueve la conciencia. Entro a Alvarado, saludo a Toño Tarek Abdalá, anda en precampaña, de pasadita nos tomamos la foto, hijo pródigo de Tres Valles busca ser candidato a la diputación federal, por el PRI, Distrito de Cosamaloapan. Sale de una casa, dialoga con los alvaradeños, de puerta en puerta, saludando a todos, atendiéndoles, viéndoles a la cara. Me trepo a continuar el viaje. Cruzo el Puente de Alvarado y el de Tlacotalpan, ambos dos (Fox dixit) de cuota, este tiene un hándicap, al Gobierno estatal y municipal le otorgan una parte, casi unos 8 o 10 millones anuales, los marros de Capufe. Es barato, 20 pesos, pero no deben cobrarse, los puentes son para unir a la gente, según Churchill. Llegamos. Dejamos la tierra de Camarero, el constructor de la Marigalante, del capitán Vital Alsar. En Tlacotalpan un helicóptero había caído al río Papaloapan, que de las mariposas es. Sobrevolaba en él, Félix Malpica, tuvo una herida, se cortó y el doctor Manuel Lila de Arce le hizo un tru tru, recordando sus tiempos de estudiante, cuando aprendían a coser heridas. Hay algarabía en el pueblo, mucha gente aunque las marchantas dicen que menos que el año pasado. Llegan de todo el país, el parque es una romería. Conjuntos tocan música grupera. Los puesteros a las vivas. Entro a la casa de Rafaela Murillo, voy por unas blusas bordadas a mano, encargo de casa. Tlacotalpan es Pueblo Mágico. Bello. Único. Y tiene un río.

Había una comida de picudos y poderosos, llamada de la Unidad. En casa de La Flecha Murillo, el primer jefe en Finanzas del ahora gobernador Duarte. Fui requerido, pero me rajé, reunión de más de mil personas le huyo, como Ernesto Cordero al Senado, siempre es mejor la final del Súper Bowl. En el camino me entero que en Orizaba llega el sucesor de Marcelino, un nuevo Obispo llamado Francisco, como el Papa, pero de apellido Cervantes Merino. Otra historia para otro día.

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