Manuel Zepeda Ramos
Gurría
Unamita. Nació en 1950, en Tamaulipas. La gran facultad de Economía de José Luis Ceseña, Ifigenia Martínez y Martínez Domínguez, lo formó. Siempre trabajando en el sector económico de México, llegó a ser Secretario de Hacienda logrando para nuestro país tasas de crecimiento del 6.7% anual que se sostuvieron en la transición democrática. No obstante, fue también Secretario de Relaciones Exteriores con extraordinarios resultados.
Y si algo faltara, José Ángel Gurría fue el operador para la puesta en marcha del TLC, aquel que firmaron hace más 20 años Carlos Salinas de Gortari, George Bush y Brian Mulroney, los presidentes de México, Estados Unidos y el Primer Ministro de Canadá, respectivamente.
En estos momentos José Ángel Gurría es el Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE por sus siglas y que fue fundada en 1961. Agrupa a 34 países del Orbe, cuya función es promover políticas que mejoren el bien estar económico y social de las personas alrededor del mundo. Es pues, una organización de punta, de primer mundo, que siempre ha sido dirigida por los mejores y más importantes estudiosos de la economía que existen en el Planeta. De esos es José Ángel Gurría.
El tamaulipeco, que es priista de hueso colorado, acaba de estar en nuestro país en un sinfín de misiones propias de su alta investidura. Firmó, por ejemplo, un gran acuerdo con el gobierno de México y la OCDE para ponerlas en práctica en la construcción, desde la infraestructura, del nuevo aeropuerto de la ciudad de México.
También le concedió una entrevista a Leo Zuckerman y Javier Tello, hoy los niñitos aplicados del consorcio televisivo de la familia Azcárraga, formados en Inglaterra hasta el doctorado y que conducen el programa de Televisa en Foro TV que se llama La Hora de Opinar.
La entrevista fue exhaustivamente larga y por lo tanto muy completa.
Empezando, JAG dijo que hoy no hay en el mundo un país que haya hecho tal cantidad de reformas a su constitución en donde están de por medio el real futuro de toda una nación. Resaltó el gran trabajo político y de solidaridad de los partidos en el Congreso de la Unión en donde ambas cámaras analizaron a fondo todas las iniciativas para llegar a un consenso de modificación para su aprobación sin precedente en el Planeta. Ha sido un trabajo -digo yo-, que a todos nos anima y enorgullece porque está ahí el resultado de una nación plural que quiere ver para adelante con el objeto de estar a tono con el devenir histórico de los próximos años y que habrá de ponernos en sintonía con los adelantos de la producción, con las energías que habremos de desarrollar. Solo así podremos competir realmente con las otras naciones emergentes del Planeta.
Si estas reformas no se hubieran dado, lo que está pasando con el precio del petróleo, nos hubiera desbaratado. Fueron oportunas, para ver con mejor perspectiva el mundo por venir.
Gurría dijo en la entrevista que estuvo muy bien ese 10% de inspiración para poder aprobar las reformas que tanta falta nos hacían. Ahora vamos a necesitar 90% de transpiración para trabajar muy duro, todos, sudando muy fuerte en la puesta en práctica para los años venideros.
Deben de aprender los mexicanos, dijo, que el aprobar las reformas no quiere decir que al otro día va a bajar el precio de la gasolina o las tarifas de la luz, como sí bajaron las tarifas de telefonía celular en el caso de las largas distancias nacionales que ya se califican como llamadas locales porque eso era inminentemente posible. Las primeras deberán de contar con otras fuentes de energía más baratas que abatan los costos de la luz, como bien puede ser la utilización de gas natural. Es pues, un proceso en el que todos debemos de estar conscientes de ello. El mismo Peña Nieto, artífice indiscutible de la propuesta y su realización junto al Poder legislativo, no habrá de ver los resultados durante su mandato, ya que son reformas de mediano y largo plazo para asegurar de una vez por todas al futuro nacional.
Las reformas emprendidas, aseguró Gurría, son reformas que tendrán que ir ajustándose conforme avanza el proceso de aplicación. Son perfectibles y tendrán que tener modificaciones para su funcionamiento en el proceso. Pero tienen que probarse para observar en que están fallando.
Son reformas que tienen inter dependencias complejas unas con otras, que funcionan como un todo. Es el equivalente a una maquinaria de relojería, como aquellos intertipos viejos que hacían el trabajo de tipografía caliente para los periódicos de la primera parte del siglo pasado. Una vez que está en sintonía con todo el sistema, los resultados se convierten en geométricos. Van sumando todos, para hacer del crecimiento económico, por ejemplo, un asunto de espiral ascendente, convirtiendo los porcentajes en asuntos de real apreciación.
El estado de derecho habrá que irlo arreglando. Los empresarios del mundo que habrán de venir, dice JAG, deben de tener mecanismos legales, expeditos, para poder trabajar sin ninguna merma en la productividad por asuntos laborales. La norma de calidad ante todo, en un país que quiere ser vanguardia en la competititvidad.
El paso que hemos dado en las reformas estructurales, digo yo, no debe de menguar por la tragedia de Iguala. Habrá que superarla y no permitir que nunca más vuelva a suceder. Debemos trabajar todos porque las reformas funcionen bien, en donde la preparación educativa del futuro nacional es un asunto de enorme importancia que hay que darle la atención que merece.
Mientras tanto, el Banco mundial saluda a la tasa de crecimiento de México, por arriba de las naciones de América Latina. Y eso que hay problemas en el mundo. No andamos tan mal.
Debemos trabajar como un todo
¿Será pedirle mucho a los mexicanos?