Gilberto Haaz Diez
De Miguel Hernández: “Para la libertad, sangro, lucho, pervivo”. Camelot
Ernesto Zedillo y Procter and Gamble, expresidente de México, que tuvo la virtud de despreciar la pensión que se otorgaba a los expresidentes, en cuanto terminó su sexenio, odiado por los priistas, cosa recíproca porque a él se le atoraban todos los tricolores, salió del país y se contrató con las compañías extranjeras. Soltó todo su rencor contra Salinas, que fue su protector, pero esa es historia añeja. Llegó a México, canoso, ni flaco ni cansado y sí con ilusiones. En un foro de Banorte, dijo: “Para restablecer el Estado de Derecho en México, más que buena voluntad se requiere la inversión que representen varios puntos del Producto Interno Bruto (PIB) para la construcción de instituciones”. Fue por más: “Sería cuidadoso en simplificar esta tarea. No es un problema de voluntad. No dudo en que mi presidente y los que nos representan en el Congreso quieran tener un Estado de Derecho, pero se tiene que hacer mucho para tener eso”.
Iguala y las desapariciones de los 43 normalistas nos tienen en la picota. Human Rights Watch, que no es otra más que los Derechos Humanos del mundo, dijo que vergüenza debía darnos con esos casos. El Estado ha sido rebasado por la delincuencia. Ni lo dudemos. Ya son más los malos que los buenos, y esos malos tienen viviendo con miedo a todo el país. Zedillo remató: “Estamos mal, muy mal en materia de Estado de Derecho, pero se puede lograr si estamos dispuestos a invertir lo que se tiene que invertir (…) Eso cuesta. Vamos a tener que invertir varios puntos del PIB. Es un tema que se lleva tiempo”, reconoció. Un Estado de Derecho es aquel que se rige por un sistema de leyes e instituciones ordenado en torno de una constitución, la cual es el fundamento jurídico de las autoridades y funcionarios, que se someten a las normas de ésta
LA DELINCUENCIA
Ayer mismo, con un amigo en la calle, veníamos platicando de las dictaduras. Y salió a relucir Cuba. En La Habana (yo me voy pa’ La Habana y no vuelvo más) eso no existe. Hay pobreza, pero no hay delincuencia, quizá todos lleguen con hambre a sus casas por las noches, pero caminan por sus calles con libertad, y no saben lo que es un secuestro y mucho menos un degollado o un desaparecido ni quemado. Claro, muchos dicen con sorna que no tienen nada para ser secuestrados, porque viven en la pobreza. Muchas veces en las dictaduras las cosas caminan mejor. En la paz de los sepulcros, pero de los malos.
MUERTOS POR EL ROCK
La noche del domingo a las 7:00, asistí a una función donde los Niños de la Casa Hogar La Concordia actuarían como artistas, para rememorar a aquellos grandes del rock que han muerto. Johnny Laboriel, Manolo Muñoz, Los Locos del Ritmo, y algunos vivos, como Enrique Guzmán. Los chiquillos y unas jovencitas invitadas le dieron vuelo a la hilacha. Muerto por el Rock, se llamó la obra, y bailaron y cantaron rock and roll todo el tiempo. Lo hacen cada año bajo la dirección del maestro Alfredo Sayaz. Durante 50 minutos, en noche friolenta y con chipi-chipi y la humedad en el pasto, disfrutamos este convivio que hace a los niños ser felices por un rato, que los enfrenta a una audiencia, donde cerca de 100 asistentes les aplaudieron. Luego hubo tamales, pozole, volovanes, lo que se pudiera comprar para comer o llevar. Una buena noche. Ana Elena Cubillas, y el Patronato, quienes les cuidan, agradecieron la presencia y convocaron al próximo año.
LOS FICUS DE PONIENTE 8
El Ayuntamiento levanta el viejo y deteriorado pavimento de la orizabeña calle Poniente 8. Donde vivo y moro, por los siglos de los siglos, amén. Con esta es la tercera vez, y según el dicho la tercera es la vencida. La primera fue con el alcalde Enrique García Vera. De cemento puro, pasó la charola y le entramos con nuestro cuerno. La segunda fue con el arquitecto Isaías Rodríguez Vivas, cambiaba la sede del Palacio de Colón, con el apoyo del gobernador Dante, y las escuelas CEO mutaban de sede a la calle Norte 13, al pie del Cerro del Borrego. En aquel tiempo, Isaías sembró unos árboles Ficus. Al pie de la escuela, los puso y con el tiempo eran un verdadero estorbo. Emocionado por lo mismo, me pidió el arquitecto que sembrara unos en la calle lateral, donde vivo. Los compré (16) en aquel tiempo a 70 pesos, que eran una buena lana y les di mantenimiento floral. Lo difícil era mantenerlos, el Ficus es un árbol que crece muy rápido y requiere casi de jardinero perenne. Yo tengo un jardinero con sueldo, que le sabe a la podada, pero donde no había, como en las escuelas, se dispersaban a lo tonto y crecían sin control. Llegó un arquitecto del Ayuntamiento orizabeño y negociamos su caída. Sembrarán pronto unas palmeras que no requieren tanto trabajo y mantenimiento. Y componen las banquetas.
LA MUERTE DE HUGO SANCHEZ PORTUGAL
Fue terrible. Cualquier muerte de hijo impacta no solo a los padres, impacta a muchos que los tenemos. Hugo Sánchez Portugal, hijo de una leyenda viviente, el gran goleador del Real Madrid, Hugo Sánchez Márquez, llegó de luto a sepultar a su hijo, que murió en circunstancias caseras, producto de un accidente por la fuga de gas. Es una lástima y una pena, no solo por la edad, 30 años, sino porque Hugo había encauzado su vida de trabajo en los deportes, como jefe de ellos en la Delegación Miguel Hidalgo, que los hijos de tigre pintitos serán. Nació en España porque el padre, en aquel entonces, paseaba su fama de goleador, sembraba pichichi tras pichichi y los pañuelos blancos ondeaban en las tribunas de los estadios, como aquel gran gol de antología, de chilena al Logroñés, que invertido dice señorgol. Muy seguro en El Real Madrid, la que su casa de gloria fue, fijaron y pusieron un moño negro de duelo, como lo mandó poner Alberto Silva Ramos, jefe de comunicación del gobierno de Veracruz, en la Unidad Deportiva Hugo Sánchez Márquez, que en Boca del Río espera a los deportistas de los JCC. Carlos Fuentes sufrió alguna vez la pérdida de un hijo. Así escribió: “Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos”. Que descanse en paz Hugo.
LORET DE MOLA Y MURILLO KARAM
Loret de Mola le preguntó al procurador Murillo Karam ayer que lo entrevistó en su programa de TV Primero noticias, sobre la desaparición de los 43 normalistas: “¿Marca esto a un sexenio?”.
—Yo creo que marca no solo a un sexenio, a un país, respondió.
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