Manuel Zepeda Ramos
Fondo. Guerrero tocó fondo.
Y resulta de esto, la peor crisis del Estado que se compara con la de 1968.
Los enemigos de Peña Nieto culpan al Presidente de México, por no actuar a tiempo. Se olvidan que la autoridad federal interviene por petición de la entidad. Así es el Pacto Federal y así lo hizo en esta ocasión. Hoy, cuando ya hay culpables de cuerpo entero y se les busca con órdenes de aprehensión después de un trabajo profesional, la movilización federal para encontrar a los muchachos es la más numerosa, tecnificada y coordinada que se tenga memoria en nuestro país.
Guerrero es, en el tiempo, la gran tragedia de las equivocaciones.
Allí, todo se permitió. Desde el cacique dueño de vidas y haciendas todavía en pleno siglo XX y en su segunda mitad -“aquí no hay guerrilleros; los matamos”-, hasta la impunidad cotidiana de las autoridades de todos los niveles y todos los partidos; sin recato ni vergüenza.
El gran contrate de orgullo eterno que resulta de su enorme aportación intelectual y coraje en la historia nacional que nos enorgullece a los que tenemos memoria y que debería ser pretexto suficiente para no haber permitido tal desorden que se volvió incontrolable y sistémico, a nadie le importa.
La izquierda que ejerció el poder en casi dos décadas, mantuvo la impunidad y la corrupción. Tampoco importó. El principal responsable del desaguisado y ahora prófugo de la justicia, evidentemente vinculado al crimen organizado, militaba en el PRD y su gobernador también.
Segundos antes de huir, el munícipe juró vigilar por la integridad de su territorio, cuando la tragedia ya estaba consumada y por él autorizada. Cinismo criminal.
Me horroriza pensar en lo que ya se ha hecho lugar común y gran pretexto para robar en la impunidad, desde el poder: Es condición humana del mexicano, dicen los irresponsables.
Pero también dice el lugar común que cuando más oscura es la noche, preludia amanecer.
Eso veo en Guerrero con la llegada de un representante de la sociedad civil: Nuevo día.
El gobernador cada día me sorprende.
Lo dicho en la entrevista de la periodista Adela Micha, fue también un golpe de timón en estos menesteres de la información del pensamiento político. El dicho cambió.
Qué contraste entre ésta hecha al gobernador y la que hizo en el mismo lugar un mes antes con el Presidente recién llegado al PRD.
El medio es el mensaje.
La periodista calló, cuando que con Navarrete, agredió y éste otorgó.
Calló porque el discurso del nuevo gobernador es claro, sin dobleces.
No dejó sin responder una sola de las interrogantes, incluidas en primer lugar la de los reduccionistas que lo quieren presentar como un guerrillero y cómplice de las FARC al que debe de investigarse a fondo dijeron, película parecida a la que se vio en el gobierno de don Francisco I. Madero cuando la prensa se le echó encima y, literalmente, lo empinó.
No soy ni fui guerrillero, pero no puedo ignorar a quienes han ofrecido sus vidas por una vida mejor para con los desposeídos, atreviéndome a interpretar sus palabras. A las FARC las invitamos a una reunión en la UNESCO como a muchas organizaciones más, dijo.
Vi a un gobernador ocurrente, simpático, sencillo; de formación cristiana como todas las familias de México en la época que fue niño, pero también vi a un académico bien formado que conoce la historia del pensamiento humano y así opina, con palabras armónicas que reflejan conocimiento. Vi a un conocedor profundo de su tierra y su gente, que no duda en emocionarse cuando describe la gran pobreza de las familias de los jóvenes desparecidos.
Su paso es finito. Lo sabe muy bien. Y no duda en decir que si no sirve, se irá. Ciudadano al fin.
Vi un contraste real, necesario, con el poder de ayer.
Con el mismo traje y la misma corbata que le hemos visto, el gobernador se explayó.
Criticó fuertemente a los que destruyen por destruir. A los que quemaron los edificios públicos que fueron construidos por todos y son de todos los guerrerenses con el pretexto de los desaparecidos; a los que bloquean carreteras perjudicando a terceros y los llamó por su nombre desde el poder, lo que nadie había hecho. Es un gobernador valiente.
Interpretándolo, dijo que no lo invitaron a la reunión con el presidente para que no se enojen las distintas corrientes porque les preocupa la desunión en estos momentos. Al ser hoy gobernador, me convierto en antagonista inmediato porque así ha sido, como él dice, el repertorio. Muy pronto habrá de cambiar la relación, digo yo, para bien de la tranquilidad.
De Peña Nieto opinó lo mejor y de su equipo de trabajo, también. Eso, viniendo de un académico de la sociedad civil, ayuda a la distensión.
Ya nombró a nuevos integrantes de su gobierno, con el Pino incluido que es controvertido pero claro en sus ideas. Tiene una cartera de gran responsabilidad que lo pondrá en la primera línea de los sindicalistas del magisterio. Cuña cuyo lenguaje no le es ajeno.
Me han dicho que vieron con Adela Micha a un gobernador ingenuo. Pienso todo lo contrario.
Vi a un gobernador claro, que sabe lo que dice porque lo ha vivido. Desparrama honestidad.
Falso torpe, le dijo Menotti alguna vez a Cuauhtémoc Blanco, el mejor en su momento.
Apelando al gran entrenador argentino, yo vi a un ingenuo falso.
¡Viva Guerrero!