23 de Noviembre de 2024
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Piedra Imán: De granos y celuloide  

 

 

Manuel Zepeda Ramos

Conasupo. Los jóvenes lectores de esta columna que aspira a que algún día no sean pocos, deben de saber que la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) fue fundada por el gobierno de la república en 1962 con el fin de garantizar la compra y regulación de precios en productos alimenticios de la canasta básica, principalmente del maíz.

El abasto y la seguridad alimentaria, pues, era el objetivo de esta empresa paraestatal por lo que se le debe de poner un punto más a favor del presidente de nuestro país que iniciara una real relación con los países del mundo y aportara para la posteridad, en la Ciudad de México un lugar digno en donde conservar el patrimonio histórico de la nación, así como su creación artística. Me refiero, por supuesto, a don Adolfo López Mateos y a los museos de Antropología e Historia y de Arte Moderno respectivamente, baluartes nacionales construidos en el Bosque de Chapultepec y que en este año que está por fenecer cumplieron en el mes patrio de septiembre 50 años de servirle fielmente a la memoria nacional, para agradecimiento eterno de nuestro país y del mundo interesado en el México Precolombino.

Recuerdo muy bien que en la época de Gustavo Díaz Ordaz, Carlos Hank González dirigía esta empresa ya multicitada, en donde el encargado de la comercialización del Maíz era mi paisano Jorge de la Vega Domínguez, quien también se convirtió en director de Conasupo. En su período nació Boruconsa —Bodegas Rurales—, filial de Conasupo, para dedicarse al almacenamiento del maíz y su comercialización en todo México, cuyo Director fue Antonio Murrieta Necoechea, veracruzano que fue diputado federal y alguna vez aspirante al gobierno del estado.

Recuerdo, decía, que en el período de Hank González se construyeron silos para el almacenamiento del maíz, como lo hacían en siglos pasados, desde finales de la colonia: construcciones cónicas —en forma de cono—, cuya explicación radicaba en que el ángulo de reposo del maíz depositado a granel simulaba un cono. De allí esas construcciones —con ventilación en la punta para evitar la humedad que perjudica al grano—, en forma de barquillo de nieve que todavía en muchas partes del país, incluido Veracruz por supuesto, podemos admirar y que Iker Larrauri diseñara ya en el siglo XX, el mismo personaje que habría de proyectar algunos años después la museografía de lo que hoy es nuestro Museo de Antropología, orgullo de la Universidad Veracruzana y del pueblo de Veracruz.

¿Y por qué todo este mitote de los silos cónicos de Conasupo?

Acabo de ver en la televisión una película británica espectacular de la saga de James Bond, Licence to Kill —Licencia para Matar, en español—, que es la décimo sexta entrega, ésta en 1989, dirigida por John Glen, producida por Albert R. Broccoli, musicalizada por Michael Kamen y que lleva como estrella por última vez a Timothy Dalton, el tercer agente británico 007 después de Sean Connery y Roger Moore.

La superproducción está filmada en nuestro país y en el estado americano de Florida.

Robert Davi, actor que se ha especializado en papeles antagónicos, generalmente en torno a las mafias y a las drogas, es el maloso de la película llamado Frank Sánchez, multiasesino y gran productor e introductor de drogas a los Estados Unidos en grandes cantidades, perseguido por la DEA y la CIA de manera rabiosa.

James Bond asiste a la boda de su mejor amigo y justamente cuando van a la celebración la DEA les avisa que pueden capturar a Frank Sánchez en ese momento y, con todo y frac, se lanzan a su captura que lo logran para después llegar a tiempo a la celebración, lanzándose desde el aire en paracaídas y aterrizando justamente en el atrio de la Iglesia. Espectacular.

No para allí. El poderoso narcotraficante se escapa con soborno jugoso y mata al amigo de Bond —el que se casó—, en venganza; y a la esposa también. Bond no lo soporta y se lanza en su busca a Ithmus, la ciudad en donde Frank Sánchez sienta sus reales.

¿Qué locaciones escogieron para Ithmus?

Pues la Ciudad de México. Podemos ver al Banco de México simular un banco donde tiene su dinero Frank, la misma institución que utiliza Bond para manejar su dinero, que es mucho, para atrapar al narcotraficante. El banquero mayor es Claudio Brook, actor de Luis Buñuel y miembro alguna vez de la compañía de teatro de la Universidad Veracruzana. Además, durante la trama aparecen Sergio Corona como botones del hotel de Bond a quien le da una jugosa propina; Pedro Armendáriz junior, que es el Presidente “charro” de Ithmus: Juan Peláez, un extra narco; Benicio del Toro, joven ayudante de Frank Sánchez; Jorge Lavat, responsable del casino, entre otros.

Frank Sánchez tiene su laboratorio de punta para fabricar drogas abajo —agárrese bien, por favor—, de un templo Tolteca —así dice la reseña y en la película se ve con toda su grandiosidad—, que es, ni más ni menos, el lugar en donde están ¡los Atlantes de Tula!

¿Y cuál creen que es la entrada al laboratorio?

¡Pues los Conos de la Conasupo!

Lucen en todo su esplendor, como todavía los vemos en la actualidad.

Las facilidades que en esa época daba el INAH a las filmaciones espectaculares eran realmente generosas, como lo podemos constatar viendo la película.

Seguramente Vicente Fox no la ha visto.

O a lo mejor sí.

De allí su interés de legalizar la marihuana.

Pensar que quisiera que fuera comercializada por Conasupo, para regular su precio, creo que sería muy exagerado. Ya no funciona.

Pero como dice Catón:

Yo nada más digo.