Gilberto Haaz Diez.
La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente. Camelot
Ando en tierras tejanas. Vine a un pisa y corre. Como aquel de voy y vengo. Dejé el fin de semana varios eventos, uno de ellos el duelo Real Madrid-Barcelona, porque en estas tierras poco o casi nada les importa el fútbol español. No vi el tercer juego de la Serie Mundial, porque ni modo de andar pegado a la tele cuando se anda de pata de perro. Me perdí el Informe de Tareas Legislativas del senador Pepe Yunes Zorrilla, que los panorámicos en el estado, en todos los puntos de la geografía, nos dejan leer entre líneas que está listo para la batalla que viene y que, como el canto de la opera Nessun Dorma, que inmortalizaba Luciano Pavarotti, como esa letra, Pepe grita: ¡Al alba venceré! ¡Venceré! ¡Venceré!. En el WTC de Veracruz, en los salones Ulúa de Boca del Río, aquello debió haber sonado a un destape, a un refrán que parafrasea al de Peña Nieto: “México tiene rumbo”, como se lee en los panorámicos.
LA TRISTE PARTIDA
Fui también este fin de semana golpeado por el dolor. Juan Lavalle, un amigo de mi pueblo y de nuestra infancia, me llamó mientras rolaba por tierras texanas y me informó de la muerte de Isidro García Amador, el joven Chilo. Pendiente habíamos estado de su enfermedad y constatábamos la lucha contra un cáncer maldito que le aquejaba. Apenas hace dos días había tomado el teléfono y me llamó para decir que se sentía mejor. Quizá esas mejorías que son para morir. Juan me dijo que había muerto Chilo y me fui al hotel a escribirle un obituario, un responso para Crónica de Tierra Blanca, de esa tierra donde nació, donde caminó y jugó en su niñez, donde a la vista de su madre, la siempre bien recordada doña Amparo, Chilo soñaba como soñábamos todos en la niñez, con algún día formar una familia y ser algo en la vida. Lo logró, formó su familia y dejó a sus hijas un legado de honradez y trabajo. Hijo de ferrocarrilero, como muchos de nosotros, entre la vieja estación del tren y la Casa Redonda y los Talleres parte de nuestra juventud se iba entre los ruidos de las locomotoras viejas, las de vapor, en ese emporio ferrocarrilero que, junto a la ciudad de Matías Romero, eran los dos sitios del sureste de gran actividad ferrocarrilera, donde corría el Tren del Amor, famoso, de leyenda, donde el pueblo vivía del trabajo de los ferrocarriles, que un día fueron nacionales de México y terminaron en manos de Larrea, del Grupo México, el minero que contaminó los ríos. Allí vivió Chilo parte de su juventud. Esa misma tarde noche del viernes, alicaído regresé al hotel y le escribí un obituario, un responso para publicarlo en Crónica, y en el espacio de mi Facebook.
ISIDRO GARCIA AMADOR (OBITUARIO)
“El día ha terminado. Se fue el sol, de los lagos, de las colinas, de los cielos. Todo está bien. Descansa protegido. Dios está cerca”.
Ayer, en la ciudad de Puebla, a las 7 de la noche, víctima de penosa enfermedad, falleció Isidro García Amador (Chilo), a los 70 años de edad. Orgulloso terrablanquense, apasionado de la amistad, valoraba ese sentido y honraba la lealtad a los amigos. Al lado de su familia, de su esposa Betty, de sus hijos, Beatriz Eugenia, Carla Fabiola y María Fernanda, después de luchar duro contra ese cáncer maldito que lo doblegó, descansó en paz y hoy debe estar al lado de Nuestro Señor, como buen hombre que fue en este paso terrenal. Sembró amistades y cosechó buenos frutos. Honró su trabajo y vivía para sus hijas y mujer. El día de hoy, en la funeraria Tepeyac de Puebla, habrá Misa de Cuerpo Presente, a las 7:15 de la noche, para ser cremado allí mismo. Sus amigos de siempre lo extrañaremos. Cuando un amigo se va, se rompe parte de uno mismo. Lo recordaremos como fue en vida, luchón y entregado a los suyos. Y lo despedimos con los versos de Kirmen Uribe: “Tan solo recuérdame; recuérdame vital y generoso, / yo quise vivir hasta el último día. / Recuérdame y con el tiempo crecerán la hierba y el respeto, / brotarán las hojas y las palabras. / Créeme, crecerán: aunque lo hagan muy lentamente, / como las piernas de un niño, mientras sueña”. Descansa en paz, joven Chilo.
UN SABADO TEXANO
Por la tarde noche me entero del resultado del Real Madrid-Barcelona. El amigo que me presumió con un boleto para ese clásico que es el número uno del mundo, y que publiqué en mi Facebook debió salir lloroncito y malhumorado. Le va al Barcelona, y esta vez, como algunas otras, mordieron el polvo. El fútbol del mundo sin esos dos equipos, y sin esos dos extraterrestres, llamados Messi y Cristiano Ronaldo, y ahora queriéndose sumar Neymar, el brasileño, dan fe de que un argentino, un portugués y un brasileño, cautivan al mundo. José Sámano, que escribe la crónica deportiva para el afamado diario El País de España, escribió: “Un Madrid polifacético, con gusto por la pelota, tan capaz para el trazo corto como para el largo y bien forrado para defender, redujo al Barça, que empezó optimista y acabó en bancarrota, superado sin miramientos”. Suele suceder, algunas veces ganan unos, otras los otros. La mañana, antes del juego, un amigo que anda en Madrid me presumió el boleto que había logrado conseguir, no barato, porque ese duelo nunca será barato, y a las 10 se encaminaba a la madrileña calle de la Castellana, donde viven y moran los blancos madridistas. No vi el juego, porque ando en gira, me perdí ese duelo que veré en cuanto regrese gracias a la magia de la repetición, y también veré y me enteraré del informe de las Tareas Legislativas del Senador Pepe Yunes Zorrilla, que en el WTC debió haber concentrado en un domingo no cualquiera, a buena parte de los políticos que quieren dejarse ver, y también a los que no son nada pero aspiran a ser algo. En cuanto me lo cuenten, les cuento, porque la vida solo es cuento y los cuentos, cuentos son.
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