23 de Noviembre de 2024
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ACERTIJOS: LA FUERZA CIVIL DE VERACRUZ

 

 

Gilberto Haaz Diez

*De Kennedy: “Una nación conoce su grandeza no solo por los hombres que produce, sino por los hombres que honra”. Camelot

Cuando el presidente Peña Nieto visitó Poza Rica, un día antes de instalar formalmente la Fuerza Civil de Veracruz, viendo la descomposición de gobierno en Guerrero, donde las campanas tañen y doblan a muerte, donde doblan por todo el país, no solo por ellos, el presidente aplaudió ese acto en Veracruz y le reconoció al gobernador Duarte la disposición a crear esta Fuerza. Es una policía de Élite, la Fuerza más moderna del país. Peña se ve en la foto tomando de un brazo al gobernador, agradeciendo el apoyo para los veracruzanos y México. Es un presidente al que se le aparecieron las fosas y los fantasmas y los desaparecidos. En un país donde nos hemos convertido en una ‘fosa común’, según la dolorosa entrevista que le hizo el diario El País a Javier Sicilia, el poeta que hablaba de paz y se le apareció la guerra en carne propia, cuando su hijo Juanelo fue levantado y muerto por una banda de criminales desalmados. Lo rememora:

“Cierro los ojos y miro a mi hijo, ese muchacho noble. Con su angustia, aterrado, esperando que unos tipos lo vayan a matar. Ese instante me duele mucho, en el que uno que se parece a ti te arranca la vida. La memoria es terrible. Ya sucedió, pero sigue sucediendo. Ya pasó, pero no”.

Duarte tiene razón cuando grita que esta policía vendrá a calmar algunas aguas que aún se desbordan. No hay un punto del territorio mexicano en que se tenga paz. A nombre del presidente, el Almirante Secretario de la Marina-Armada de México, Vidal Francisco Soberón, abanderó al grupo compuesto por dos mil policías de élite. Hasta acá llegó también Monte Alejandro Rubido, un tipo brillante, titular de la Comisión Nacional de Seguridad. Osorio Chong y el procurador Murillo Karam, acuartelados por los hechos en Guerrero, no pudieron trasladarse, como se había anunciado con el secretario de Gobernación. El Muñeco Silva atisbaba para dar a conocer al país ese acto de gran importancia, muy relevante porque tiene un costo en lo económico, pero más satisfacciones tendrán cuando banda tras banda y secuestrador tras secuestrador sean atrapados y metidos a la cárcel. Que el brazo de la ley les alcance y que sean malditos por siempre. El músculo duerme, el país ve con miedo el descubrimiento de las fosas. En el Senado se enredan porque no saben cómo correr a ese imbécil gobernador que deja el estado hecho un desastre, pero tiene sus días contados. Solo falta quien le dé un empujón por el trasero y lo mande al basurero de la historia, donde debe de estar. Por inútil. Y Gandalla.

TERRABLANQUENSE GANA PREMIO

El terrablanquense Carlos Federico Arias Ortiz ganó el Premio Nacional en Ciencias 2014. Tomado de Crónica de Tierra Blanca:

“México, DF. La Secretaría de Educación Pública (SEP) dio a conocer ayer por la noche los nombres de los destacados investigadores, científicos y profesores reconocidos con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2014, máximo reconocimiento del gobierno federal a los mexicanos más destacados. Derivado de un proceso de insaculación ante Notario Público, se eligió a las 42 personalidades destacadas, que integraron el Jurado de cada campo, cuya tarea fue analizar un total de 169 candidaturas. En el campo de las Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales: Carlos Federico Arias Ortiz”.

UNA HISTORIA QUE CONTAR

Cuento una historia. En el año 2009, presente lo tengo yo, apareció en un cochinero en La Gloria, Municipio de Perote, una alerta que paró los pelos al mundo. En un lugar de engorda de cochinos, Granjas Carroll, decían muchos, se creó un virus de la influenza, una pandemia del A-H1N1, y nació la alerta mundial, que hizo que la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) de Naciones Unidas, a través de su titular, la paisana de Osorio Chong, Margaret Chan, enviara a México toda la caballería de las antiinfecciones. Como esas películas gringas de Dustin Hoffman, cuando aíslan todo. Manuel Lila de Arce era secretario de Salud del gobierno de Veracruz y me invitó a una gira. Todo porque venía un paisano, el más grande virólogo del país, alguien que no va a tardar en ganar un Nobel en su área, el doctor Carlos Federico Arias Ortiz, que nacido cuenqueño es, en un pueblo que no tiene mar, Tierra Blanca, y ocupa la titularidad en la UNAM de la carrera de Biotecnología. Un cerebro. Uno de esos médicos que le reconocen los gobiernos del mundo. Ahora en Wikipedia veo su caminar. Uno les ve y les trata y se pensaría qué demonios puede uno platicar con ellos, si están arriba de nuestras mentes terrenales. Pero es un hombre sencillo, criado en el pueblo donde, después de estudiar la primaria, partió a aprender esas cosas que hoy tienen alertados al mundo, y a los gobiernos, como el Ébola. Anduvimos por La Gloria. El gobernador pidió el auxilio de Carlos Federico. La leyenda contaba que un niño había sido contaminado y luego curado, salvado como milagro del Santo Niño de Atocha. Gobernaba Fidel Herrera Beltrán y, para luego es tarde, le hizo una estatua al chaval, no como aquella del ‘niño meón’ de Bruselas, que orinando lo inmortalizaron en bronce. No. Aquí era al niño de La Gloria. El ‘Niño Cero’, le llamaron a Edgar Hernández Hernández, y el gobernador no solo posó con él, lo cargaba y acariciaba como si fuera su nieto nopaltepecano, lo exhibía y placeaba. Ese día había reporteros de todo el mundo. Vinieron los gringos: FOX, CNN, ABC, CBS, la inglesa BBC y el afamado Anderson Cooper, que ya había salido del closet. Fidel aprovechó y practicó su francés nopaltepecano con un entrevistador de la tele francesa. Estaban en el mundo atajando la pandemia, como Jorge Campos en sus tiempos de portero nacional. No hubo influenza, la que Ranulfo Tonicho Márquez llamaba ‘influencia’. Ignoro si aún existe la pequeña estatua de un metro 70 centímetros y 70 kilogramos de peso, porque luego las estatuas solo sirven para que las caguen las palomas, según decir del extinto escritor Carlos Fuentes.

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