23 de Noviembre de 2024
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Miguel Molina - ¿Otro rescate de La Huaca?

Diario de un reportero

¿Otro rescate de La Huaca?

Miguel Molina

Uno los ve. Uniformados, con guantes, y se los imagina sudados, pero también contentos. Son unos 20 marinos del buque canadiense Athabaskan (nombrado en memoria de un grupo de tribus indígenas del noroeste de Canadá) revocando paredes. Con ellos está la embajadora Sara Hradecky.

El grupo está —o estuvo— trabajando en La Huaca. No hay mucha información sobre las reacciones de los vecinos cuando vieron al grupo de extranjeros armados de cemento y cucharas, de brochas y pintura, dándole una manita de gato a partes del barrio que desde hace seis años es partimonio de la humanidad, pero supongo que a muchos les dio risa.

Lo de la risa es porque hace dos meses el alcalde Ramón Poo, el subsecretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, el subsecretario de Gobierno del estado, el delegado de Sedatu y otros personajes más para inaugurar la oficina de un programa que rescatará a La Huaca del abandono, no muy lejos de donde estaban trabajando los marinos canadienses.

El programa, que tiene el elegante nombre de Programa de Consolidación Urbana y Rehabilitación Habitacional (Procurha) "busca mejorar las condiciones de vida para los más de cuatro mil trescientos vecinos de La Huaca, rescatando la alegría y el colorido que caracterizaban las tradicionales viviendas en los veintisiete patios de vecindad", según la publicidad oficial.

El programa (es decir sus detalles, las cifras, las inversiones, los tiempos, las obras) no se puede encontrar en ninguno de los amplios rincones de la Internet. Los pesimistas pensarán que no existe.

Los más optimistas volvieron a creer. El gobernador Javier Duarte había hecho el anuncio en enero de este año (aunque en noviembre de 2013 presentó el proyecto que contemplaba una inversión inicial de 50 millones de pesos para 13 obres de rehabilitación, entre ellas La Huaca). Carolina Gudiño anunció más o menos lo mismo en junio de 2012, cuando todavía era alcaldesa.

A principios de diciembre de 2010, el Banco Interamericano de Desarrollo entregó proyectos de rescate al entonces alcalde, Jon Rementería, quien declaró famosamente que el rescate del centro histórico —del que es parte La Huaca— ya no lo paraba nadie. 

La diosa Google no quiso darle al columnista declaraciones ni anuncios de otros alcaldes porteños sobre el famoso barrio, pero la memoria, necia, vaga, terca, registra borrosos ecos de promesas de campaña, anuncios parecidos, vainas que los políticos dicen cuando quieren que la gente vote por ellos.

Ninguna de las palabras sobre La Huaca ha servido de mucho. En agosto de este año, 20 días antes de que el alcalde y los funcionarios dijeran discursos en una de las calles del barrio, Noemí Palomino (presidenta del Consejo Consultivo del Rescate del Barrio de la Huaca) manifestó de plano que la rehabilitación de los patios "se quedó en promesas del Gobierno del Estado".

Dos días antes del acto de Ramón Poo, un grupo de vecinos de La Huaca se fue a La Parroquia, que es a donde uno va a dar tarde o temprano, y desplegó cartulinas repudiando a doña Noemí y sus asesores. Y después, como ya se sabe, vinieron los discursos.

A ver qué pasa con el más reciente proyecto de rehabilitación. Si uno fuera a juzgar por los antecedentes, diría que es una muestra más de los espejismos de la política mexicana: los funcionarios anuncian un programa, y parecen pensar que el anuncio resolverá los problemas.

Lo más probable es que quienes viven en los patios Tanitos, Santa María, Tenoya, Doblado 50, Del Carmen, Cabo Morales, Liébano, Trueba, Los Melones, San Manuel, Villa de la Fuente, La Gran Cruz, El Fénix, La Beneficencia, San Ramón, San José, San Julio, San Antonio, San Agustín, San Salvador, San Nicolás, La Favorita, San Julio, Los Burritos, La Conchita, Hidalgo y Paraíso 23, seguirán esperando.

 

Y seguiremos viendo y oyendo y leyendo anuncios y declaraciones en las que no figura ninguna persona, porque por desgracias las voces y las imágenes que recogen los medios son solamente las de funcionarios que no viven en La Huaca, ni irían ahí si pudieran evitarlo.

Pero también sabremos que al menos un puñado de marinos canadienses y su embajadora pusieron literalmente manos a la obra el día menos pensado e hicieron algo donde hace falta. A ver si así les da vergüenza a otros...