Por Sergio González Levet
Fidel Herrera Beltrán comunicó personalmente la infausta noticia a través de su cuenta de BlackBerry:
“Ha dejado de existir un ser humano excepcional, talentoso, honesto y generoso, mi hermano Moisés. Lo trasladamos a Xalapa que el tanto amó. QEPD.”
La noticia cundió por todos los corrillos, así como el lamento por la pérdida temprana de alguien que siempre tenía una sonrisa a flor de labios y que la prodigaba en el saludo y en la charla.
Era el que más se parecía en lo físico al hermano mayor del clan, a Fidel, a quien tanto quería y quien tanto lo quería. Pero además también mostraba un talento único para el ejercicio de esa entelequia que se llama política. Y experto igual que su fraterno para las relaciones interpersonales.
Su hoja de servicios, hoy completa, daba cuenta de un paso a veces apresurado y otras parsimonioso por los entreveros de la administración pública en todos sus niveles y modalidades; una carrera que empezó en 1969 en Xalapa, como “Archivista y revisor de certificados en la Dirección de Enseñanza Media del Estado de Veracruz” y pasó por innumerables dependencias, entre ellas, a vuelapluma: Conasupo, Secretaría de Industria y Comercio, Presidencia de la República, Procuraduría de Justicia de Veracruz, Delegación Cuauhtémoc y Delegación Benito Juárez del Distrito Federal, Secretaría de Hacienda, Productos Pesqueros Mexicanos.
Más una larga carrera ascendente dentro del Instituto Mexicano del Seguro Social, y obviamente dentro del Partido Revolucionario Institucional, al que siempre perteneció y de que nunca se salió, al igual que Fidel y casi toda la familia.
Cuenqueño, igualmente nopaltepecano, hacía gala de un humor contagioso en el que el ingenio aparecía continuamente como un elemento avasallante y cautivador. En la comparación con su famoso hermano, Moisés era más discreto en el trato, menos explosivo en su personalidad cotidiana. No obstante, sumaba chispazos y ocurrencias que hacían su charla siempre amena. Y vaya que también sabía de la historia política del país, y de sus personajes, y de miles y miles de historias particulares que sabía recitar con conocimiento de causa, con alta sapiencia.
Actualmente era Director General y Secretario Técnico del H. Comité del Fideicomiso para el Desarrollo Rural del Estado de Veracruz, en donde estaba y ojalá que siga estando su confidente del alma, Gustavo Ávila Maldonado, con quien lo hermanaba una larga amistad, tanta que a él también le destinamos la condolencia.
A sus 64 años, Moisés Herrera Beltrán era un hombre fuerte, lúcido, en pleno dominio de sus facultades. Por eso resultó tan sorpresiva su enfermedad fatal, y muchos comentaban que apenas unos días antes lo habían visto saludable y entero.
Pero así es la vida, que se cobra las cuentas cuando uno menos lo espera. Aunque en este caso la deuda era mínima. Cuánto se le va a extrañar en los comederos políticos, en los eventos, en las reuniones…
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