Manuel Zepeda Ramos
Sensatez. Y argumentos tangibles, además. No hay peor desarrollo académico que el que no se quiere dar. La revisión de planes de estudio ya cursados de parte de quienes enseñan suena a no querer trabajar. Es desandar lo caminado y no avanzar. Reclamos de este tipo, en jóvenes que van hacia la licenciatura después de un recorrido de muchos años en una escolaridad que ha dado tumbos desde hace tiempo en la básica y en la media, se agradecen y se vuelven esperanzadores. Indica que, al menos, después de tanta especulación y ajetreo escolar, hay materia. Que los futuros ingenieros saben de qué hablan y no quieren perder el tiempo. Puedo decir que observo herramientas cuya operación no es desconocida.
Hablo, por supuesto, del Instituto Politécnico Nacional y sus estudiantes, especialmente de la ESIA. Hablo de su movimiento inteligente, de gran convocatoria y orden por las calles de México.
Sé de lo que hablo.
He visto un movimiento estrictamente estudiantil, sin quien lo tripule, cohesionado y propositivo. Veo a estudiantes que se preocupan por su formación y reclaman por ello. Veo una juventud sensata. Marchan por las calles de la capital de la república y lo hacen con orden. Son estudiantes de verdad.
Yo también caminé las calles de México. También lo hice con orden y a la vanguardia con mis compañeros de carrera, porque nuestro Rector era ingeniero y la facultad encabezaba las marchas, al lado de él. La primera vez lo hice en silencio, en protesta por la violación de la Autonomía, por el basukazo a la puerta de San Ildefonso.
También me tocó ir al zócalo, dos veces. La segunda vez ya hubo estudiantes heridos, para resultar menos agresivo. Las marchas se daban porque no había respuesta de ningún tipo al pliego petitorio. Mientras, en los comités de huelga nos desgañitábamos en discusiones infinitas de Bizancio bien representado. Tarde llegaron los enviados del gobierno para la negociación; tiempo suficiente para empollar el tripule. Lo demás, ya es lo de menos.
Si hubiera habido negociación a tiempo, otro hubiera sido el caso.
Cuarenta y seis años después, ahora sí hay un gran principio de negociación.
¿Se imaginan al Secretario de Gobernación de Díaz Ordaz negociando en CU o en Santo Tomás?
Ahora la negociación inició en plena calle; y con miles de estudiantes presenciándolo. Los resultados apuntan esperanzadores.
No podrá ser de otra manera.
Estudiantes sensatos que piden no involucionar en su formación técnico académica. Autoridad que no se achicopala en dar la cara, aceptando de inmediato el pliego petitorio. La negociación avanza.
¿Alguno de ustedes dudaría del joven de camiseta roja y mochila negra que toma el micrófono a un lado del Secretario de Gobernación para decir a la gran multitud presente y al mismo Secretario que quieren una negociación serena pidiendo que el resultado sea el viernes 3 a las 15:00 horas?
¿Alguno de ustedes le vio cara de porro o agente secreto?
El pliego petitorio, a propósito, pide la extirpación de los porros del Instituto Politécnico Nacional.
Lo sucedido allí parecería una película enlatada desde hace 50 años, vuelta a proyectar pero con el final reconstruido en donde el diálogo con las autoridades se presenta como tema fundamental del largo metraje.
El martes pasado fue un día especial para la Educación Superior en nuestro país.
Fue el día del inicio del diálogo prudente con el futuro de México, sin retóricas al calce.
Pero también fue día de la prudencia en el gobierno para con los estudiantes inteligentes.
Estoy escribiendo antes de la marcha del 2 de octubre. No descarto algún desaguisado de parte de quienes han hecho de la protesta violenta su modo de vida. Ojalá que no.
Porque hoy en México, lo decía artículos atrás, es tiempo de hablar. Lo estamos viendo.
El Secretario de Gobernación ha puesto la muestra que sí se puede cuando se debe.
El día que aparezca este artículo, será el día de la respuesta y la hora, las 15:00, ya por la tarde.
Será respuesta favorable a la buena marcha que nuestro país requiere.
Es un día, el del inicio del diálogo, momento de gran celebración.
El 30 de septiembre México cambió.
La Educación Superior también.