Gilberto Haaz Diez
*Los puentes se cruzan cuando se llega a ellos. Camelot
Esta zona se ha caracterizado por los bloqueos y tomas incesantes a la caseta de la autopista de Fortín y a los tramos federales. No es la culpa de los gobernadores, ni de sus funcionarios, la culpa es de la presidencia de la República, donde Peña Nieto debe girar la orden vía Osorio Chong de que no se permitan más tomas de este tipo. La Constitución los arropa: uno puede ser libre de manifestarse donde quiera y a la hora que quiera, siempre y cuando no se dañe a terceros. Aquí nos tocó vivir, diría Cristina Pacheco en su legendario programa televisivo, y aquí nos ha tocado que cualquier pelao cuando quiera que el Supremo Gobierno le escuche, pues llega con un montón de gente y bloquea y toma la autopista, en demanda de muchas cosas: baja del pago de energía eléctrica, porque en sus Municipios no han sabido cuidar el dinero y quieren que papá gobierno los ayude. El periodista Alfredo Ríos Hernández, en su columna Causas y Efectos toca el tema. Sucede que ayer bloquearon la autopista por 14 horas. A estos, que podrían ser llamados vándalos, les ha valido que ambulancias trasladen enfermos, que la gente deba de cruzar este tramo que casi es la Frontera de Gaza, para los estudios o para sus trabajos. ¿Qué se hace 14 horas paralizado en la autopista? Alguna vez de no hace mucho tiempo, más o menos un año, otros vándalos cerraron la vía de acceso de Rancho Trejo, y paralizaron el sureste, con la complicidad de Peña Nieto y de Osorio Chong. Y los menciono porque ellos, nadie más, deben girar instrucciones a los gobernadores de los estados a que se aplique la ley. Se les detenga, se les encarcele y salgan con fianza, como ha sucedido en otros casos, pero ya no volverán a tomar las autopistas para peticiones a sus municipios, sin golpearles, en la civilidad de un arresto. Ayer, visto en las fotos, el Fraile Buganza, el Erick Lagos; el de Finanzas, Mauricio Audirac Murillo; y un Yunes al fondo, que no es azul, dialogan con los paristas. Señor presidente, aplique la ley. A usted se le han salido del huacal protestas, como la toma de la autopista de Acapulco, que mucho daño hizo al turismo. Ha llegado el caso que conductores molestos y enojados echan los autos encima de la gente, atropellándolos. Pregúntele, presidente, a esos enfermos que no pudieron pasar. Pregúntele, presidente, a esos estudiantes que no pudieron llegar a sus escuelas, o a los que trabajan en esta frontera de Córdoba y Orizaba. Ahora se le han aparecido fantasmas en el Politécnico defeño. Apliquen la ley. Que protesten pero que no dañen a terceros. Nosotros no tenemos la culpa de que esos alcaldes no lleven bien sus finanzas. Más que ayudarles, mándeles al Orfis a ver qué han hecho con los recursos del pueblo.
LA LUDOPATIA (LOS CASINOS)
Tengo varios amigos, dos, que me han platicado el vicio del juego. Uno de ellos, su esposa se la vive dejando el mandado y lo que tenga del diario. La ilusión de ganar ha llevado a muchísima gente en México a empeñar lo que pueda: auto, la escritura de su casa, sus relojes, las prendas que puedan por la ilusión de vencer a la casa. Y ahí es como en Las Vegas: solo la casa gana. Maldito el día cuando los panistas autorizaron, Santiago Creel entre ellos, que en México se instalaran casas de juego. Ni el priismo en su mejor momento dictatorial se atrevió. Conociéndonos como somos, buenos para el juego y malos para perder, nunca debieron haber permitido la instalación de esos Casinos Bingos, donde uno ve casos que se podrían escribir y titularse: ‘Los que sufren’. La ludopatía, dice Wikipedia “consiste en un trastorno en el que la persona se ve obligada, por una urgencia psicológicamente incontrolable, a jugar, de forma persistente y progresiva, afectando de forma negativa a la vida personal, familiar y vocacional”. Y hay, como Alcohólicos Anónimos, sitios positivos donde se reúnen los ludópatas a intentar curarse. Hay muchos casos. En cada ciudad media hay uno o dos casinos que se convierten en desplumaderos. Son casos lastimosos. Alguna vez narré de una abuela irresponsable que, en los pasillos de una Plaza Comercial, dejaba a su nietecita, de unos 9 o 10 años, en la entrada del Casino, pues no se permiten menores de edad. La niña deambulaba cobijada entre las empleadas de los módulos, porque la abuela irresponsable la dejaba por cinco o seis horas, a veces sin comer, olvidada, picada por la ilusión de hacer temblar a la casa de apuestas, cuando las casas de apuestas solo ríen. Toco el tema porque a mediados de la próxima semana “una comisión especial de la Cámara de Diputados presentará una iniciativa para poner en orden toda la industria de casinos, juegos y sorteos en el país. Los diputados propondrán que la ley dé vida a un nuevo Instituto Nacional de Juegos y Sorteos, como órgano desconcentrado de la Secretaría Gobernación. Este instituto tendrá autonomía técnica y operativa” (El Financiero). Luego de tantas décadas de omisiones en la industria de juegos, apuestas y sorteos, finalmente hay un acuerdo para que la Secretaría de Gobernación se convierta en una entidad reguladora transparente de este sector, dejando atrás una larga etapa que se prestó a la discrecionalidad, la corrupción y las prebendas. La nueva ley de juegos establecerá que solamente las personas mayores de 21 años podrán tener acceso a las casas de apuestas y casinos (eso ya lo hacen), que no podrán existir salas VIP (innecesaria medida). Asimismo, se prohibirá explícitamente que estos establecimientos se instalen a menos de 500 metros de zonas arqueológicas, reservas naturales, hospitales, edificios dedicados al culto religioso, escuelas, universidades y lugares declarados como patrimonio cultural tangible o intangible (allí desaparecerían varios, que están pegados a escuelas). Esto último haría, por ejemplo, que no se pudieran realizar apuestas en lugares cercanos a una plaza de mariachis como Garibaldi, porque esa música fue declarada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco (ah, qué mamilas). Este punto será polémico, porque la música de mariachi ha estado cercana de palenques y ferias donde tradicionalmente se celebran, por ejemplo, peleas de gallos. “En los casinos y casas de apuesta estará prohibido regalar bebidas alcohólicas”. Cierro el texto. Lo que debían hacer nuestros gloriosos congresistas es desaparecerlas, revertir la Ley Panista que las permitió. Ahora hay tantas como puestos de garnachas. Y algunas se dan el lujo de enviarte bono por mil pesos de regalo, para engancharte y vayas a dejar la quincena de la casa. Es común ver en las mañanas a señoras salirse de los centros de apuestas, a contestarle el celular a los esposos, pues éstos deben creer que andan en la plaza, en los mandados. Y sí andan en la Plaza, pero la de los Bingos.
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