Luis Felipe Bravo Mena
(Analista Político)
EL UNIVERSAL
Como cada año me trasladé a mi tierra para celebrar las fiestas de navidad con la familia. Son días de recuerdos y encuentros con amistades que han resistido el tiempo y la distancia. Esta vez, además de las celebraciones tradicionales de la temporada, con la mayoría de mis paisanos festejamos la conquista del trofeo del campeonato de apertura de futbol 2013 por el quipo León.
El 23 de diciembre la ciudad tributó su homenaje a los triunfadores. Más de 20 mil personas de todas las edades y condición social, salimos a las calles a vitorear a los vencedores por el recorrido de honor que desde nuestros antepasados tenemos reservado para dar la bienvenida a personajes célebres y conspicuos, para expresar nuestras convicciones cívicas y celebrar ocasiones especiales: se les recibe en el arco del triunfo de La Calzada, se sigue por la avenida Madero y culmina en la Plaza central que lleva el nombre Mártires del 2 de enero, en honor de los ciudadanos que fueron masacrados por el régimen autoritario por exigir respeto al voto y al municipio libre.
Por esos lugares cargados de historia local, ahora rebosantes de alegría futbolera, vi pasar en mi niñez a los dos presidentes Adolfo: Ruiz Cortines y López Mateos, a los que casi no les podía ver por la cantidad de papel picado que les arrojaban desde los balcones y las azoteas; los solemnes desfiles escolares del 16 septiembre. Tiempo después lo recorrí como participante en las manifestaciones para exigir respeto a los resultados electorales a favor del doctor Juan Manuel López Sanabria, candidato a la presidencia municipal del PAN en 1976, a quién le burlaron su abrumador triunfo en las urnas y más tarde los caminé junto a Manuel J. Clouthier en su campaña por la presidencia de la República en 1988. Ahora esos legendarios espacios se llenaron de banderas verdes, gritos y porras de júbilo para el equipo esmeralda, en una manifestación popular que como alguien ha dicho, rebasó lo futbolero y pasó a ser un fenómeno sociológico. Interesante y por demás divertido ha sido presenciar este espectáculo.
Toda proporción guardada, me tocó vivir algo semejante cuando la selección italiana de calcio, ganó el campeonato mundial 2006 celebrado en Alemania. Como es bien conocido, los italianos han hecho del futbol una religión y lo viven de manera intensa y apasionada. I tifosi, léase los aficionados; al regreso de la squadra azzurra a Roma los recibieron como seguramente lo hacían los romanos en los tiempos del imperio con los generales y emperadores que retornaban gloriosos de sus batallas y conquistas. Aquello fue inolvidable, digno de verse y vivirlo. Dos millones de personas acudieron para participar en aquél triunfo de la edad moderna. Por varias semanas los italianos no quisieron saber de más nada que de su cuarto título mundial y cuando alguien osaba comentar alguno de los problemas del país, sin la menor preocupación contestaban: no importa, somos los campeones del mundo. Espero que a los leoneses no les ocurra lo mismo.
El comentario viene a cuento porque la historia del equipo verde demuestra que el empresariado nativo no supo respetar la gran tradición futbolera de la ciudad, ni liderar a su afición para que el equipo no se hundiera durante dos décadas. Tuvieron que rescatarlo empresarios de Pachuca y de la ciudad de México para servir y atender dignamente a su abolengo futbolero y homenajear a su público con la sexta copa.
Eso habla de que el espíritu empresarial de la ciudad no pasa por sus mejores momentos. León sigue siendo una de las ciudades más importantes de El Bajío pero debe renovar su enjundia emprendedora y la visión de futuro que en otros tiempos tuvieron sus élites y hombres de negocios. Parece que la vocación zapatera de la ciudad se agotó por lo que debe replantearse su papel en la economía global, nacional y regional. Deben romper paradigmas y egoísmos para imaginar un nuevo futuro. Existen destellos deslumbrantes de este talento. Los promotores de la construcción del complejo cultural que aloja modernos museos, biblioteca y el mejor teatro de ópera de América Latina, edificado justo al lado del Estadio León, que fue construido en 1970 y tiene mal aspecto, habla de la capacidad que existe en la ciudad para dar un nuevo salto en la historia de su desarrollo y progreso. Que no esperen a que un poderoso hombre de negocios de otra localidad haga por León lo que ellos mismos no quieren hacer.