23 de Noviembre de 2024
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Sin tacto: Trampas en la carretera  

Por Sergio González Levet

 Sale el conductor del camino que viene de la Central de Abastos de Xalapa y, como se debe, pretende ingresar a la autopista Xalapa-Veracruz. Es el lugar que está junto a la caseta de la policía y poco antes de llegar a la nueva gasolinera de los Ferche, casi frente a Las Trancas.

Se detiene el piloto ante la carretera, llena de vehículos que pasan como bólidos, apurados ante el fin del viaje y la ilusión de que al fin llegarán a Xalapa. Mira, calcula y se propone hacer una entrada rápida en algún resquicio de la fila de automóviles y camiones de todos tamaños y condiciones.

Entrevé una posibilidad cuando ve venir dos vehículos un tanto distanciados. Se atreve, acelera, da un volantazo y su coche se adentra con un firme acelerón… entonces se da cuenta de que no, de que no va a ser posible, de que no tomó en cuenta que el carril por el que se había propuesto ingresar está ocupado por un enorme camión y por su chofer, que decidió hacer una parada para descansar, o para llamar por teléfono a alguien, o para dormitar un rato, o para esperar a que se haga más tarde para cruzar la ciudad.

Si tiene suerte, después de hacer un giro inesperado nuestro conductor librará milagrosamente el choque con alguno de los coches que viene o con el camión estacionado en la carretera, detenido en donde nunca se debió haber parado, porque a quién se le ocurre poner un camión en ese lugar crucial para el paso de los autos.

Pero ahí está, como el dinosaurio de Tito Monterroso, sin que el reglamento ni los agentes hagan nada por quitarlo de ese sitio en donde tanto estorba y en donde tanto peligro ocasiona. Y cuando digo agentes, tal vez me refiero a la Policía Federal, que debe ser la que tiene vigencia en ese tramo de carretera, o a la policía estatal, que ahora tiene atribuciones de tránsito también.

Bueno, la policía que sea, alguna debe evitar que tanto camión se pare en las carreteras y que ocasione tantos accidentes por alcance, tantas colisiones que pueden dejar familias huérfanas, miembros amputados, gente en la cárcel por años, vehículos destruidos.

La persona que estuvo en peligro de chocar en el tercer párrafo de esta columna, es una de tantas que utilizan ese acceso para ir a Xalapa, a Veracruz, a Las Trancas o a la carretera a Coatepec. Puede ser que venga de hacer compras en la Central de Abastos, o de alguno de los fraccionamientos que están a un lado de esa vía. Pero también puede provenir de la ahora populosa zona de Montemagno, o de Las Ánimas.

O de alguno de los motelitos que están por ahí, digo.

La cosa es que cientos y tal vez miles de automotores (la de vueltas que le tiene que dar uno al lenguaje para no repetir la palabra “coches”) se ponen en peligro todos los días y especialmente todas las noches por tanto cafre que se estaciona mal.

¿No habrá quién detenga a esos tráileres detenidos?

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