¡ADELANTE!
Vivimos en Jauja
José Valencia Sánchez
Cierto, ningún presupuesto es suficiente para resolver la problemática de un país o un estado como los nuestros. Y menos con tantos políticos sin llenadera, que saquean impunemente el erario.
Cuando los candidatos expresan sus promesas, hay ciudadanos que simulan creerles y los más ingenuos, de verdad abrigan la esperanza de que ahora sí cumplirán.
Después, ya en el cargo, se dedican a pronunciar soflamas y anunciar magnas obras, inversiones millonarias, generación de miles de empleos y a difundir un sinfín de noticias optimistas.
Si es temporada de vacaciones, carnaval, semana santa, etcétera, nos visitarán miles o millones de turistas, con la consiguiente derrama económica; si en otras latitudes estallan crisis de diversa índole, a nosotros los problemas nos hacen lo que el viento a Juárez.
Si hay gente carente de dinero para alimentación, médico y medicinas; si crece el número de desempleados; si la inseguridad va en aumento; si los precios se disparan al infinito y arrecian las protestas por las injusticias y la insatisfacción social, nada de esto es real para ciertos servidores públicos.
Según ellos, se trata de versiones infundadas y acciones orquestadas y magnificadas por revoltosos que pretenden sembrar el caos y la anarquía con fines inconfesables. Porque aquí no pasa nada.
Mejor imaginemos un país maravilloso donde todo lo prometido, festinado y anunciado se transforma en realidad, como por acto de magia o milagro político.
Soñemos en que somos una potencia de primer mundo, con mucho turismo, sin corrupción, con justicia social, sin desempleo ni hambre; con servicios básicos eficientes, sobre todo, agua potable suficiente y sin basura en las calles; sin tanta delincuencia.
No ambicionamos una utopía, nos basta con la mitad de lo que se nos expone en discursos, declaraciones o boletines. ¿Hasta cuándo?