De acuerdo con la FAO (2006), las variedades de mango de mayor producción en México, en orden decreciente, son: Manila, Ataulfo, Haden y Tommy Atkins. Las principales etapas de la cadena de valor del mango son la producción, acopio, distribución, industrialización y consumo.
En el 2020 México exportó alrededor del 24% de la producción nacional de mango, mientras que en el mercado interno se industrializa del 13 al 16%, y el resto se comercializa como fruto fresco. Asimismo, la relevancia de México a nivel global es que ocupa el quinto lugar en la producción de esta fruta, superado únicamente por India, China, Tailandia e Indonesia (FAO, 2020). En el 2019, la mayor producción de mango se concentró en los estados de Sinaloa y Guerrero con 37.7% (789,568 ton), seguido por Nayarit (15.4%) y Chiapas (12.8%) (SIAP, 2021).
Sin embargo, a pesar de su bajo procesamiento, los residuos que genera la industria del mango representan un reto en términos de su manejo ambiental. Además, se suman pérdidas de fruta fresca (30 -50%) asociadas al manejo pre y postcosecha y problemas en su comercialización tales como precio y estacionalidad. Las pérdidas en alimentos son la disminución en calidad y cantidad en las etapas iniciales y finales de la cadena de valor. Aunque la mayor parte de la producción nacional de mango se comercializa en fresco, el porcentaje que se destina a la industrialización (13.5 al 16%), genera importantes problemas de contaminación ambiental por los desechos de cáscara y semilla que alcanzan del 32 al 50% del peso total del mango procesado, sin mencionar las pérdidas que generan los frutos que no cumplen con la calidad comercial (Mercado et al., 2018; San Martín-Hernández et al., 2020). Aunado a estos valores, es importante considerar los residuos orgánicos generados en las temporadas de mayor consumo en los hogares en Veracruz (junio-septiembre). Para tener una idea de dicha cantidad, de acuerdo con el Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales durante 2019 los residuos orgánicos representaron más del 45% de los residuos sólidos que terminan en basureros o tiraderos a cielo abierto.
En ese sentido algunas estrategias que se pueden implementar a nivel local o regional es realizar la disposición adecuada de los residuos tales como la semilla y cáscara. Por ejemplo, se puede emplear para la elaboración de compostas y/o lombricompostas. Estás estrategias se pueden complementar con la sensibilización y participación para realizar una adecuada separación de residuos orgánicos y disponerlos en los camiones recolectores que actualmente en varios municipios de Veracruz lo realizan.
Además, existe evidencia científica para considerar a la cáscara y semilla como fuente de aceite, fibra alimenticia y pectina. En el mismo sentido otros usos que se han explorado en la semilla o hueso del mango es su aplicación como carbón activado para el tratamiento de aguas residuales.
A nivel agrícola algunos otros usos de la semilla o hueso es que se pueden emplear para la elaboración de violes o fertilizantes que pasan por un proceso de fermentación y posteriormente se puede aplicar a los cultivos.
Por lo tanto, es importante seguir promoviendo el consumo nacional sin dejar de lado los amplios beneficios que pueden tener los residuos orgánicos no solo del mango sino de la gran mayoría de frutas tropicales.